[Slavoj Žižek, Problemas
en el paraíso (Del fin de la historia al fin del capitalismo), Anagrama, trad.:
Damià Alou, 2016, págs. 280]
Como en “El pecado de
Cluny Brown”, Žižek explora con agudeza los problemas de fontanería del sistema
capitalista pero se niega a aceptar, como en aquella penúltima película de
Lubitsch que el cielo, esto es, la utopía comunista, pueda esperar. Este es todo el dilema, entre el ser y el no ser, en que sobrevive hoy, a duras penas, el espectro hamletiano
del comunismo…
Es muy acertado que Žižek decida ponerse en este
sustancioso libro bajo el signo equívoco de Lubitsch y se apropie, al menos en
la mayor parte del mismo, del famoso toque que dio a sus películas un carisma
irónico. Eso significa que ha elegido el humor, el refinamiento y la ligereza en
lugar de la pesadez teórica y el rigor doctrinario para escenificar con ingenio
sus especulaciones de cuño hegeliano o marxista.
Como en una comedia excéntrica del director de
“Angel” y “Ninotchka”, este libro de Žižek tiene muchas puertas que se abren y
cierran, puertas que conducen a habitaciones donde personajes ocultos conspiran
en secreto o vigilan a los que están en la habitación contigua, filtrando sus
diálogos, puertas que se desplazan a la velocidad de un guiño pícaro y nos
dejan a los lectores del otro lado parpadeando de perplejidad y asombro, y
puertas también que no conducen a ninguna parte y es mejor no atravesar para no
descubrir el vacío gigantesco de la impostura política en que perviven
instaladas las democracias occidentales.
Žižek se toma en este libro por un cineasta de
estilo sofisticado como Lubitsch y juega con nuestras expectativas, nos hurta
lo esencial, rellenando su discurso de anécdotas interminables y chistes groseros,
juicios agudos, análisis lacanianos y panorámicas globales hasta que nos fuerza
a reflexionar de golpe en el sentido de todo ese despliegue dialéctico. Al
final, como en las brillantes puestas en escena del maestro berlinés, el lector
tendrá la perversa solución al enigma sugerido vibrando en la punta de la
lengua y dudará por elegancia antes de pronunciar su nombre.
Esta sagaz estrategia es una forma de eludir o
diferir, precisamente, la obviedad del diagnóstico, los peligros de la rigidez
ideológica, para abordar el examen del mundo contemporáneo con la misma maliciosa
ironía sobre la debilidad y grandeza de las situaciones humanas que tenía el genial
Lubitsch. Pero añadiendo esos chispazos de romanticismo sentimental que dejan
abierta la posibilidad de un desenlace feliz y un radiante porvenir una vez trascendidos
los límites del paraíso capitalista y la ficción espuria del fin de la historia.
No es intrascendente que este libro se inspire
en unos cursos universitarios impartidos por Žižek en Corea del Sur. Corea es
uno de los territorios más críticos del mapa geopolítico mundial: escindido entre
un modelo de capitalismo extremo, hipertecnológico y con un paisaje social devastado,
y un modelo delirante de comunismo igualmente extremo, encerrado en los bucles
del poder totalitario, el exhibicionismo militar y la sumisión aplastante de la
población.
En esa frontera especulativa, con puertas fluctuantes
que favorecen la circulación de ideas entre ambas facciones, es donde Žižek se
enfrenta al punto ciego del escenario político actual, explicado en el último capítulo
como si no pudiera contener más sus ganas de gritar la verdad aunque eso
arruine la sutil construcción del montaje argumental. Esta verdad sobre lo que
parece imposible hoy en día: “pensar más allá del capitalismo y la democracia
liberal como marco definitivo de nuestras vidas”. Y esta otra verdad, que pretende
resolver la ecuación paradójica y el cúmulo de dudas de todo el planteamiento:
“el comunismo no es el nombre de una solución sino el nombre de un problema, el
problema del bien común en todas sus dimensiones”.
El lector descreído, al concluir el libro, se
quedará complacido con la estilización mordaz de la incertidumbre y la
inteligencia del presente, el toque Lubitsch del discurso, y discutirá la obscena
facilidad del mensaje final, por pertinente que pueda parecer.
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