martes, 8 de enero de 2019

CINE Y METACINE EN 2018



[Como todos los años desde sus inicios, por estas fechas el blog se transforma en foro de discusión cinéfila entre mis gustos disidentes, expuestos en primer lugar, y, justo después, los de un puñado de amigos (reconocidos film buffs o avezados exploradores de la cosa fílmica) con opiniones a menudo divergentes: Manuel Arias Maldonado, José Ángel Barrueco, Noel Ceballos, David Leo García, Txema Martín, Vicente Molina Foix, François Monti, José Ramón Ortiz, Pepo Pérez (en riguroso orden alfabético).]

JUAN FRANCISCO FERRÉ

El tiempo de la iconomía, también, sí, por qué no. Cine y metacine en 2018. Es decir, el año mismo en que, tras leer un fascinante ensayo de Peter Szendy (Le supermarché du visible. Essai d´iconomie, Les Éditions de Minuit; 2017), encuentro la palabra perfecta (una palabra maleta, o portmanteau word) para expresar la relación que existe desde siempre entre el cine y el dinero, la producción y la existencia de las imágenes y la economía financiera que las hace posibles o imposibles (“el dinero es el reverso de todas las imágenes que el cine muestra y monta al anverso”, como escribiera Deleuze). En el año en que se ha recuperado, al fin, la fastuosa ruina fílmica de Orson Welles (The Other Side of The Wind) era importante recordar esto, por si algún idealista, abonado a Netflix o todavía no, como es mi caso, no entendía del todo la luminosa idea de Deleuze sobre la que funda Szendy su discurso teórico: “con el cine, el mundo pasa a ser su propia imagen, no es que una imagen se convierta en mundo…el universo como cine en sí, como metacine”.

La excentricidad y el riesgo, la aventura de crear y la ambición y audacia artísticas, hoy por hoy, son los únicos valores estéticos que me excitan de verdad. Lo demás se lo dejo a los monaguillos y los sacristanes de la cultura.

Sin más rodeos, esta es mi (falsa) docena dorada (en orden de preferencia) con algunas explicaciones quizá innecesarias:

  1. Burning (Lee Chang-dong)
Narrativa elíptica y enigmática para poner en imágenes una potentísima alegoría nacional (e internacional) de una indescifrable ambigüedad intelectual y afectiva: alegoría social, sexual, política y cultural. Nuevos modos de ser (nuevos sujetos o nuevas formas de individuación) como respuesta a un contexto global que afecta, sobre todo, a los jóvenes de ambos sexos (el triángulo protagonista). Además, es una adaptación literaria que ironiza sobre la trivialidad posmoderna del texto original (un relato anodino de Haruki Murakami) y lo confronta al esplendor morboso y alto voltaje estético de otra literatura menos complaciente con su tiempo (William Faulkner), modelo de escritura para el protagonista (encarnación del sujeto antiguo) y, por descontado, para su magnífico director. El trágico final abre la película a todas las interrogantes que el espectador nunca podrá responder(se) sin poner en juego sus ideas sobre lo que ha visto. Magistral.

  1. La casa de Jack (Lars Von Trier)
Una alegoría total, sobre el arte y la vida, el mundo de los vivos y el mundo de los muertos, encarnada en un asesino en serie que es un artista maníaco representativo del final de los tiempos. Von Trier escenifica su venganza con la misma frialdad estética con que su criminal comete una tras otra sus atrocidades. Nihilismo extremo en estado de ebullición creativa. Von Trier hace cine contra todo y contra todos. El final visionario en el infierno es lo más lejos que ha llegado el ojo cinematográfico en mucho tiempo. Estamos todos condenados…

  1. Under the Silver Lake (David Robert Mitchell)
Fascinante fábula sobre la vida y la cultura contemporáneas. Una charada postlynchiana donde el desamor, la perplejidad erótica, la vinculación edípica y el desarraigo sexual guían al protagonista, con ingenio felliniano, de situación en situación, de etapa en etapa, hasta la revelación final y el desengaño de la madurez. La alta cultura está muerta y enterrada desde hace mucho tiempo, ya lo sabemos, pero la cultura popular (o de masas) es un trampantojo: una farsa adolescente, un engañabobos comercial, un simulacro publicitario para rellenar el vacío, fomentar el negocio y preservar el poder de los ricos que seducen a las chicas con sus promesas de fama y felicidad y sumen a los chicos en la idiotez onanista y la consoladora ideología conspiranoica. Pero la vida sigue, por fortuna, con todas sus ambigüedades, amenazas, malentendidos y errores, con sus mitologías ridículas y sus pequeñas magias inútiles, como dice Borges del amor. Andrew Garfield da el tipo atolondrado, obsesivo y a la deriva en un mundo de imágenes e imposturas que se ha vuelto incomprensible para una mirada convencional: un niñato neurótico y pajillero errando por una ciudad irreal como Los Ángeles en busca de un sentido de las cosas que ya no existe más que como falso misterio y repetición huera (la logomaquia del loro de la vecina destetada) o es un fraude cultural (la impresionante secuencia con el viejo Compositor, o la de la modelo estilizada llorando desconsolada en su solitaria mansión mientras el dron la espía despiadado, estarán pronto en todas las antologías del cine del siglo). Esta gran película hay que defenderla hasta de sus fans (me incluyo), no digamos de la ceguera de sus tristes detractores, que no se molestan en entender la obviedad de los mensajes cifrados en la superficie (deslumbrante) de sus imágenes, como muestra la gloriosa fantasía de Riley Keough, otra esfinge sin secretos, nadando en la piscina como una réplica de Marilyn Monroe en sus trágicas postrimerías…

  1. El hilo invisible (Paul Thomas Anderson)
La perfección encarnada en una película de apariencia inconsútil. El arte de la alta costura es una metáfora de la construcción (impecable) de la película. Sus limitaciones (notorias) están al servicio de su grandeza, pero hay hilos sueltos, flecos y costuras visibles que embellecen el tejido y la textura del traje narrativo. Contiene, además, la historia de amor más tóxica y arrebatadora que se ha visto en pantalla desde los melodramas románticos de Hitchcock (Sospecha, Rebeca, Vértigo).

  1. Mektoub, mi amor: canto uno (Abdellatif Kechiche)
La vida descrita al nivel de la piel y los sentidos: sensualidad desaforada y carpe diem, fricción corpórea y placer carnal, cuerpos expansivos en acción y reacción permanente, exhibicionismo gozoso de la rotundidad y opulencia de las formas femeninas, celebración del ardor, la sensualidad y la vida física en plenitud, empirismo erótico, promiscuidad playera, instinto básico, hedonismo vulgar. Extravíos veraniegos del corazón, la entrepierna y la cabeza. Libertinaje (hetero)sexual y naturalismo francés de primera calidad, sin cursilerías ni aditivos sentimentales…

  1. Les garçons sauvages (Bertrand Mandico)
La película transgénero de la década. Un cóctel explosivo de fabulación e imaginación visual que combina la estética queer y el lirismo metafórico de Cocteau y Genet con delirantes dosis de sensibilidad lynchiana, rivettiana y ruiziana. Una parábola transexual donde los personajes son actrices travestidas que se desnudan a fin de despojarse de la identidad criminal y la patología masculina por las que sus personajes fueron condenados a la exclusión y el aislamiento en una misteriosa isla poblada de extrañas criaturas, deseos perversos y sortilegios inconscientes. Plano a plano esta película no admite fáciles comparaciones. El cine insólito de Mandico es la irrupción más sugestiva y original desde las primeras películas de Guy Maddin en los años noventa y Raúl Ruiz en los ochenta.

  1. First Reformed (Paul Schrader)
Por fin, el gran Schrader encuentra cómo dar sentido ético y estético al estilo trascendental que tan bien supo analizar en el cine de sus maestros Bresson, Ozu y Dreyer y lo convirtió en uno de grandes talentos del Nuevo Hollywood (como confirman sus guiones para Taxi Driver, Fascinación, El Yakuza y Toro salvaje y sus películas Hardcore, American Gigoló, Cat People, Mishima, Patty Hearst, Aflicción y, ya a comienzos de este siglo, Auto Focus). El estilo trascendental expresa aquí, a través de un cine que se atreve a asumir el debate moral y la gravedad de la existencia sin paliativos, no una visión religiosa, conformista, sino una verdad irreverente e intempestiva, de indudable filiación nietzscheana: condenar los males de este mundo no implica defender la ilusión del otro mundo, criticar la corrupción de lo mundano no conduce a abrazar la falacia de lo ultramundano. Siendo así, el estilo lacónico de Schrader logra imponer, en la elección kierkegaardiana del reverendo protagonista, la inmanencia del amor sobre la trascendencia del odio, el nihilismo y la destrucción. Una obra contundente y demoledora, de una rabiosa actualidad…

  1. Aniquilación (Alex Garland)
Una parábola inquietante sobre el Antropoceno y sus secuelas para la vida terrestre: ese período histórico en que la naturaleza ha sido humanizada por su contacto promiscuo con los productos y subproductos de la vida humana, pero también en que la humanidad se expone como nunca a las fuerzas biológicas y geológicas que ha liberado su acción incontrolada. Garland lleva al límite de sus posibilidades visuales las premisas científicas y fantásticas de la novela original de Jeff VanderMeer. Una oda a la monstruosa belleza de la vida recreada en imágenes de una belleza escalofriante y convulsa. La danza ingrávida, al final, entre el cuerpo de la protagonista y la réplica antropomórfica es un prodigio de puesta en escena.

  1. Creepy (Kurosawa Kiyoshi)
Terror asiático en estado de trance hipnótico. Todo el sadomasoquismo carnal y la crueldad y tortura psíquica de las relaciones sociales, sexuales y familiares transformados en un cuento perturbador de miedos primarios, poderío ancestral y atavismos inconscientes de la especie. El mejor y más siniestro Kurosawa de la década.

  1. High Life (Claire Denis)
Una perversa fábula sobre el sexo y la procreación proyectada en el vacío del espacio interestelar. Denis evoca imágenes y motivos de Solaris, Alien o Interestelar para imponer su visión clínica y cruel de las relaciones humanas más allá de la matriz terrestre y entre las estrellas del firmamento. Los altos vuelos de la película no siempre se traducen en altos conceptos. Así, el acoplamiento orgiástico de Binoche con la máquina hiperorgásmica recuerda a Barbarella y se encuentra ya en las antologías del género más degenerado…

  1. Zama (Lucrecia Martel)
Difícil adaptación literaria que se resuelve en un relato cinematográfico premioso y a veces tedioso que alcanza en su tramo final una suprema belleza visual. Martel vuelve a demostrar su gran talento venciendo todas las dificultades del proyecto. Las secuencias del cautiverio indígena son, como las visiones del infierno de Von Trier, muestras de una imaginación fílmica muy poderosa.

  1. Amante por un día (Philippe Garrel)
Esta pequeña película merece estar en esta lista (y verse sin prejuicios) solo por escuchar los orgasmos musicales de Louise Chevillote, una prima donna del asunto, y asistir a su entrega total como actriz amateur al acto físico del amor (una celebración del placer femenino que las feministas deberían reivindicar como propio). El austero cine de Garrel ha ganado mucho al entrar en combustión con la inteligencia libertina del gran Jean-Claude Carrière, guionista de Buñuel y de muchos otros directores creativos, el Lorenzo da Ponte del cine europeo…

  1. Roma (Alfonso Cuarón)
Neorrealismo high-tech y prestigio Netflix conjugados en un producto concebido para espectadores necesitados (dicho con todo el respeto) de cierta redención moral. No se le pueden negar sus méritos cinematográficos: virtuosismo de la cámara y el montaje, esmerada fotografía en blanco y negro, eficaz dirección de actores, sutileza del escenario, etc. La tecnología digital más sofisticada se pone al servicio de una suntuosa puesta en escena fundada en la culpa: de raza, de sexo, de clase. Un potente dispositivo visual de lavado de conciencia y blanqueo ideológico. Desde la primera secuencia, el fregado lustral, con el agua sucia vertida actuando como pantalla reflectora, Cuarón deja claro que si en su anterior película (Gravity) habló del cielo, ahora se dispone a hablar del suelo. Pie a tierra (¿México?), con los ojos puestos en el cielo (¿Hollywood?). Y viceversa. Con todo, a su retrato mexicano de las relaciones entre la burguesía progre de la época y las criadas indígenas le falta malicia buñueliana y le sobra, ay, buenismo socialdemócrata (o simplemente cristiano).

 *Otras películas igualmente meritorias: BlacKkKlansman, La casa junto al mar, El joven Karl Marx, Isla de perros, Antiporno, Hereditary, Un sol interior, Caras y lugares, Un couteau dans le coeur, Malos tiempos en El Royale

*Pruebas irrefutables de que Hollywood aún tiene cosas interesantes que contar, aunque sea a su manera aparatosa y espectacular: Ready Player One, Misión imposible: Fallout, La forma del agua, Gorrión rojo, Mundo jurásico: el reino caído.

*Valiosas recuperaciones de años anteriores: Detroit, Kaili Blues, El tercer asesinato, En realidad, nunca estuviste aquí, Antes de desaparecer, En la playa sola de noche, Lo tuyo y tú, El día después. La visión de estas tres últimas me ha reconciliado con Hong Sang-soo después del fastidio y la indiferencia que me producían sus películas de los últimos años. Y En la playa sola de noche, en particular, me parece una de las grandes películas de su filmografía y una de las mejores que he visto este año, aunque sea a destiempo.

*La revisión de la filmografía fundamental de Lee Chang-dong (Peppermint Candy, Oasis, Secret Sunshine, Poetry) me permite considerarlo, después de Burning, uno de los más grandes directores de nuestro tiempo.

*Teleseries del año: Coincoin et les z´inhumains, del genial Bruno Dumont, una alegoría devastadora sobre la Francia de Macron y Le Pen, es tan buena o mejor que muchas de las películas de mi lista, pero la coloco aquí para encabezar mis preferencias seriéfilas (el medio es el mensaje, no puedo obviar su procedencia televisiva) y demostrar que las series europeas son a menudo más creativas que las americanas, tan del gusto convencional o mayoritario. Y después, en orden de preferencia, las nuevas series o miniseries más estimulantes: Heridas abiertas (Sharp Objects), Maniac, Homecoming, American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace, Kidding, Colony, The Haunting of Hill House, Castle Rock, El alienista, Carbono alterado. Y algunas de las antiguas: Billions 3, The Affair 4, Homeland 7, Westworld 2


MANUEL ARIAS MALDONADO

Aquí van, en orden alfabético y sin prelación alguna, mis doce películas del año, una por mes; no sin dejar constar que ya incluí Zama, que habría merecido estar aquí, en mi lista de 2018.

BLACKkKLANSMAN. Spike Lee at his best: una película trepidante, capaz de combinar distintos tonos en el marco de un thriller policíaco que va de la comedia al drama y hace un uso eficaz de las imágenes documentales y de la abstracción visual para abordar un tema desgraciadamente contemporáneo -el racismo- de una manera nueva.

CLIMAX. Arriesgada pero fascinante pieza de terror, Climax supera toda clase de dificultades dramáticas y el evidente riesgo del malditismo para constituirse en un artefacto estético de primera categoría, con claros guiños a Argento en el empleo del color y unos números de baile verdaderamente notables. Es una lástima que la fábula quede empequeñecida mediante el recurso a los psicotrópicos como motor de la trama; la alusión a la violencia primigenia del ser humano habría dado aún más altura al film.

COLD WAR. Prodigio de síntesis, Cold War es capaz de encapsular en menos de hora y media unos treinta años de historia política comunista a través del romance entre una impetuosa joven y su profesor de música: un auténtico amor fou que los lleva de Polonia a Francia y de regreso a Polonia, sugiriendo que los obstáculos que el capitalismo pone al amor humano no son nada comparados con los creados por el comunismo soviético.

EL HILO INVISIBLE. Paul Thomas Anderson ha vuelto a crear una película exquisita y turbadora, en este caso dedicada a la figura de un genio de la alta costura a la vez misántropo y depredador de sus efímeras musas. Su sentido visual es otra vez superlativo, la música de Johny Greenwood parece emanar de la propia cinta y Daniel Day-Lewis brilla a gran altura encarnando a un personaje problemático que sugiere que la creación artística es incompatible con la vida ordinaria.

EL OTRO LADO DEL VIENTO. Finalmente, el proyecto inacabado de Orson Welles ha visto la luz gracias al dinero de Netflix y el abnegado trabajo de un conjunto de colaboradores liderado por Peter Bogdanovich. Aunque la película es solo una posible versión de la concebida por Welles, quien dejó montados solamente 40 minutos, el resultado está por momentos a la altura de su desordenado genio y constituye una impagable adición a su filmografía pese a las imperfecciones -a veces embarazosas- del producto.

EN TRÁNSITO. Aunque ha pasado desapercibida por la cartelera, En tránsito confirma a Christian Petzold como un talento emergente del cine europeo. Por momentos hermética, casi kafkiana en su voluntad de parábola atemporal y al mismo tiempo rabiosamente contemporánea en su abordaje de los desplazamientos humanos por un mundo lleno de fronteras, la película deja huella en el espectador pese a sus riesgos o quizá gracias a ellos.

ISLA DE PERROS. Hermosísima filigrana basada en la técnica de animación del stop-motion y valiente acercamiento a la cultura japonesa en tiempos de denuncia de la llamada «apropiación cultural», Isla de perros despliega el habitual sentido de su creador para el detalle y el humor, en este caso al servicio de una fábula animalista que es también una meditación sobre la exclusión política y el señalamiento del diferente como chivo expiatorio.

LAZZARO FELIZ. Extraordinaria película de la joven italo-alemana Alice Rohrwacher, Lazzaro feliz actualiza la veta más simbolista del neorrealismo italiano sin dejarse enredar por su potencial farragosidad, combinando virtuosamente lo social y lo trascendente, lo abstracto y lo corpóreo, en su relato de la esclavitud padecida por unos trabajadores rurales en una zona perdida del centro de Italia a manos de una aristócrata que juega con sus percepciones -un caso real que Rohrwacher emplea para proponer una amarga tesis entre rousseauniana y platónica sobre la felicidad en la ignorancia, además de para poner un espejo delante de una Italia decadente.

ROMA. Aunque lastrada por la corrección política que subyace a su argumento, Roma es ante todo una lección cinematográfica de su director, que, irónicamente, ha echado mano del formato panorámico de los 65 mm. para realizar una película destinada vía Netflix a las pequeñas pantallas que hoy portamos con nosotros. Llena de portentosos planos-secuencias y difíciles escenas colectivas, la película de Cuarón recupera un cierto sentido del melodrama que a veces recuerda al injustamente olvidado Arturo Ripstein.

SIN AMOR. Abrumadora metáfora sobre la Rusia contemporánea, esta oscura cinta de Andrey Zvyagintsev pone delante del espectador una realidad social dominada por el egoísmo individual y la desaparición del Estado: la desaparición de un niño al comienzo de la cinta, mecanismo dramático empleado por Antonioni en La aventura y últimamente recuperado por Farghadi en A propósito de Ely, pone en marcha una angustiosa búsqueda que revela la deprimente condición del homo post-sovieticus en la Rusia de Putin.

UN ASUNTO DE FAMILIA. Absorbente indagación en los márgenes de la sociedad japonesa, este pausado drama de Hirokazu Kore-Eda encierra una prodigiosa vuelta de tuerca en su tercio final, cuando el sentido de todo lo que hemos visto resulta alterado tras la ruptura de la singular comunidad familiar cuya existencia se nos ha venido relatando.

WESTERN. Consagración de la directora alemana Valeska Griesbach, Western convierte una premisa bien improbable -las peripecias de un equipo alemán de trabajadores en la campiña búlgara- en una incisiva reflexión sobre la masculinidad, la nacionalidad y el europeísmo que se sirve del western, entendido como género de frontera, para llegar a donde quiere llegar.


JOSÉ ÁNGEL BARRUECO

Tras darle muchas vueltas, aquí van mis listas de películas, series y documentales.
 
Mis películas de 2018:

1-Columbus (Kogonada)
2-The Disaster Artist (James Franco)
3-Tres anuncios en las afueras (Martin McDonagh)
4-Call Me by Your Name (Luca Guadagnino)
5-El hilo invisible (Paul Thomas Anderson)
6-Yo, Tonya (Craig Gillespie)
7-The Post. Los archivos del Pentágono (Steven Spielberg)
8-Ready Player One (Steven Spielberg)
9-Isla de Perros (Wes Anderson)
10-Hereditary (Ari Aster)
11-Misión Imposible: Fallout (Christopher McQuarrie)
12-Mandy (Panos Cosmatos)
13-BlacKkKlansman (Spike Lee)
14-Searching (Aneesh Chaganty)
15-Viudas (Steve McQueen)
16-Lucky (John Carroll Lynch)
17-First Reformed (Paul Schrader)
18-Clímax (Gaspar Nöe)
19-La balada de Buster Scruggs (Hermanos Coen)
20-Roma (Alfonso Cuarón)

Mis series de 2018:

1-El terror
2-Sharp Objects
3-Kidding
4-Fuga en Dannemora
5-Altered Carbon

Mis documentales de 2018:

1-Film Worker. A la sombra de Kubrick
2-Historia de la ciencia ficción
3-Pioneros de la ciencia ficción
4-André el Gigante
5-Elvis. The Searching


NOEL CEBALLOS

Mejores películas estrenadas en España durante 2018 (en riguroso orden alfabético):

-          Annihilation, de Alex Garland.
-          The Ballad of Buster Scruggs, de Joel e Ethan Coen.
-          Un beau soleil intérieur, de Claire Denis.
-          Call Me By Your Name, de Luca Guadagnino.
-          Isle of Dogs, de Wes Anderson.
-          Lazzaro felice, de Alice Rohrwacher.
-          Mandy, de Panos Cosmatos.
-          Mission: Impossible - Fallout, de Christopher McQuarrie.
-          Phantom Thread, de Paul Thomas Anderson.
-          Quién te cantará, de Carlos Vermut.
-          Roma, de Alfonso Cuarón.
-          Shrek Retold, de varios autores.
-          Spider-Man: Into the Spider-Verse, de Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman.
-          Under the Silver Lake, de David Robert Mitchell.
-          Zama, de Lucrecia Martel.

Mención especial al tesoro recuperado que es The Other Side of the Wind, de Orson Welles.

Y otra mención especial a una joya televisiva: la segunda temporada de Atlanta, creada por Donald Glover.


DAVID LEO GARCÍA


1.         BURNING (L. Chang-Dong)
Milagrosa película sostenida sobre lo invisible, donde los conflictos arden con más intensidad desde el fuera de campo. Inútil resaltar uno solo de sus componentes (realización precisa, actuaciones veraces, guion con múltiples capas de lectura), porque es la suma de los factores la que la conduce a la perfección.
                       
2.         THE GREEN FOG (G. Maddin) + DRAGONFLY EYES (X. Bing)
Dos reformulaciones del “metraje encontrado”, a cada cual más marciana; desde un remake de Vertigo fabricado con fragmentos de otras películas (ironizando sobre la reproductibilidad de la emoción) hasta una sátira de la hipervigilancia china asistida por vídeos de cámaras de seguridad.

3.         DIE TOMORROW (N. Thamrongrattanarit)
Ensayo sobre la muerte de originalísima premisa: el autor rueda los últimos (anodinos, fascinantes) momentos de víctimas mortales de accidentes, dando una vuelta a la mística de la contemplación.

4.         LAZZARO FELICE (A. Rohrwacher)
Preciosa fábula de costumbrismo alucinado a la que sus múltiples referencias no impiden alzar el vuelo. Gozo para la visión, para la sensibilidad y para la inteligencia.

5.         LE LION EST MORT CE SOIR (N. Suwa) + LUCKY (J. C. Lynch)
Dos fantasías vitalistas rodadas sobre los acantilados de la muerte, que además cumplen como reflexiones metacinematográficas mediante el juego con las filmografías de sus protagonistas (respectivamente, J.-P. Léaud y H. D. Stanton).

6.         THE HOUSE THAT JACK BUILT (L. von Trier)
El autor más reconocible de nuestro tiempo nos ofrece una corrosiva comedia negra de asesinatos en la que carga contra todos y todos, incluido él mismo y, en última instancia, contra la propia película.

7.         THE STRANGE ONES (Ch. Radcliff, L. Wolkstein) + QUIERO LO ETERNO (M. Á. Blanca)
La revelación del indie americano y la película española más poderosa del año se confabulan para presentarnos estos retratos de enfants terribles perdidos en su psique y en el abismo digital, de una perversidad insólita.

8.        THE FLORIDA PROJECT (S. Baker)
Un viñeteado kitsch y tierno sobre la supervivencia lumpen deja paso, ironía mediante, a una aleación imposible entre Pather Panchali y un anuncio de Toys “R” Us.

9.         SEASON OF THE DEVIL (L. Diaz) + COCOTE (N. C. de los Santos Arias)
Lo político, lo religioso y lo mitológico se juntan para bailar (tinikling o merengue) y cuestionar la herencia colonial española.

10.       LA TELENOVELA ERRANTE (R. Ruiz, V. Sarmiento)
Raúl Ruiz sigue ganando batallas póstumamente gracias a su compañera Valeria Sarmiento, que completa este fresco sobre la sociedad chilena valiéndose de los clichés del culebrón.


TXEMA MARTÍN

1. El hilo invisible  (Paul Thomas Anderson)
Lección de lenguaje y de buen gusto, unos efectos de sonido apabullantes y una historia que retrata a un maestro de la moda obsesivo, amigo de relaciones tóxicas y con una hermana tremenda. La película más emocionante y redonda de Thomas Anderson que supone la despedida de la interpretación de Daniel Day-Lewis en estado de gracia.

2. Roma (Alfonso Cuarón)
Este prodigioso álbum de recuerdos de Cuarón no solo supone una verdadera hazaña artística, sino también el punto de inflexión de cine producido y estrenado en plataformas digitales. Una película inolvidable que encierra una bellísima historia de amor y de respeto.

3. Clímax (Gaspar Noé)
Tras una escandalosa introducción de baile urbano, Noé no somete luego a una situación claustrofóbica mediante plano secuencia y puro trance.

4. Call me by your name (Luca Guadagnino)
La película más hermosa que se ha rodado en mucho tiempo. Ahora cabe preguntarse cómo habría quedado si lo hubiera dirigido James Yvory y si realmente necesita una segunda parte. En cualquier caso, un filme inolvidable.

5. The Rider (Chloé Zhao)
Un western moderno sobre la identidad en el mortal mundo de los rodeos en los que los jóvenes se juegan la vida y donde cabe el lirismo, la belleza y la desolación.

6. First Man (Damien Chazelle)
Retrato sobre la conquista del espacio desde un punto de vista eminentemente personal. Los planos subjetivos y detalles ilustran un drama que explica que la guerra espacial tuvo víctimas como cualquier contienda bélica.

7. Quién te cantará (Carlos Vermut)
Es una alegría que en nuestro país se hagan películas como estas y exista un director como Vermut. Aquí utiliza elementos de la cultura pop y del fenómeno fan para contar una historia de violencia doméstica dura y retorcida.

8. Entre dos aguas (Isaki Lacuesta)
Uno se pregunta cómo se puede hacer tan buen cine con tanta realidad, sin actores profesionales y retratando toda la desesperanza que cabe en un trozo de tierra. O cómo puede funcionar tan bien una secuela cuya primera parte casi nadie ha visto.

9. Hereditary (Ari Aster)
Con todos mis respetos a Mandy o a A Quiet Place, esta ha sido a mi juicio la gran película de terror de este año, con estilo propio y originalidad pero mostrando fidelidad al género. Se ha llegado a comparar con obras mayores como El Exorcista pero esta tiene una protagonista más rara. Dicen que los cortometrajes de Ari Aster también son la bomba.

10. El Reino (Rodrigo Sorogoyen)
La corrupción española tiene en esta película su gran retrato cinematográfico rodado casi de forma simultánea a los hechos que relata. Hay secuencias de 10 minutos y la escena en la que se despacha a gusto Luis Zahera frente a un atónito Antonio de la Torre, ambos sublimes, es una de las mejores secuencias que he visto este año.

Reivindicaciones:

American Animals (Bart Layton)

The Guilty (Gustav Möller)

A prayer before dawn (Jean-Stéphane Sauvaire)

The house that Jack built (Lars Von Trier)

Permanent Green Light (Dennis Cooper,  Zac Farley)

The Strange Ones (Christopher Radcliff, Lauren Wolkstein)

SERIES

Patrick Melrose
The Looming Tower
El día de mañana
A Very English Scandal
American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace
Fuga en Dannemora


VICENTE MOLINA FOIX

1.         Roma. Alfonso Cuarón. El pequeño dolor humano contado con audacia técnica, honda simplicidad dramática y constante invención cómica.
2.         Cold War. Pawel Pawlikowski. La guerra fría europea en coros y danzas, chanson francesa y jazz americano. El musical del año.
3.         El Reverendo (‘First Reformed’). Paul Schrader. El fanatismo convertido en el bello arte de un fundamentalismo formal.
4.         Lázaro feliz. Alicia Rohrwacher. La nueva fabulista de la gran tradición italiana del cine cristiano.
5.         Casi 40. David Trueba. Alacridad sentimental de inspiración francesa en el marco incomparable de una España monumental que no se divisa.
6.         Caras y lugares. Agnès Varda y JR. O de cómo ampliar en imágenes fijas lo transitorio: la vida humana, la vista, la memoria.
7.         Burning. Lee Chang-Dong. Extraordinaria adaptación prolongada de un bello cuento de Murakami. Grandes actores.
8.        El hilo invisible. Paul Th. Anderson. Alta costura fílmica para una historia de artistas y modelos protagonizada por trajes.
9.         Petra. Jaime Rosales. Otro ejercicio de escamoteo del paisaje bello para realzar las figuras de una familia en descomposición.
10.       La novia del desierto. Cecilia Atán y Valeria Pivato. Minimalismo delicado, road movie de carreteras secundarias, inolvidables rostros y cuerpos sin glamour. 

(En un año de buenas películas, me falta por ver al enviar esta lista ‘Entre dos aguas’ de Lacuesta/Campo y quedan fuera por número ‘En tránsito’ de Christian Petzold y ‘Sin amor’ de Andrey Zvyagintsev)


FRANÇOIS MONTI

¿Cómo no enamorarte de un año que empieza con The Phantom Thread y acaba con Under the Silver Lake? De la de Paul Thomas Anderson, ya se ha dicho mucho. De la de David Robert Mitchell, me temo que no se dirá bastante. Es una versión light y tinseltowniana (es decir, digestible para un público más amplio) de esa literatura de alta voltaje en la cual cultura pop rima con conspiración. El delirio Under the Silver Lake es imprescindible para los fanáticos de Pynchon, DFW o del amigo Ferré y, quién sabe, puede llevar a lectores más timoratos a entender el atractivo de estos autores (como podéis ver, arranco el año en modo optimista).
Con estos dos filmes, ya podríamos dar por bueno nuestro año cinematográfico. Pero la fiesta no acaba aquí. La última de Kore-Eda ratifica (en justicia, no hacía falta) su posición en la cúspide del cine ‘concienciado’. Prueba, de manera definitiva, que no es necesario poner en escena a un padre vendiendo a su niño para hacer cine social. En un estilo radicalmente diferente, el Burning de Lee Chang-dong también sacudió los códigos del miserabilismo de gran pantalla. Más de un director rumano debería tomar nota.
Otra gran sorpresa nos viene de Francia, con Les garçons sauvages, un película muy de hoy, con mujeres en papeles masculinos, pero también absolutamente sui generis. Algo de Cocteau, algo de Burroughs, algo de kitsch y algo de magick. Y, sobre todo, Vimala Pons.
Luego vienen unas cuantas películas que no tienen nada más en común que dejarnos, por lo menos, algunas escenas de puro cine. Me refiero a Lucky, The Death of Stalin y, sobre todo, The House that Jack Built, con su final infernal que me trajo recuerdos, salvando las enormes distancias, del Faust de Sokurov.
También me gustó mucho American Animals, este extrañísimo y inestable docu-ficción. Quizás no sea candidata a top 10 para nadie más que para mí, pero me lo pasé de miedo viendo los recuerdos contradictorios de los protagonistas de esta aventura estrambótica hacer mella en la estructura narrativa del director.
Cierro mi lista, más o menos desordenada, con Zama de Lucrecia Martel. Visualmente, una obra maestra. No la vi en buenas condiciones y su relativo hermetismo me indica que tendré que volver a verla.
Fuera ya del top 10, dejamos la simpática Isle of Dogs de Wes Anderson y dos pelis terroríficas que tienen su cosa sin llegar a convencer: Hereditary y Mandy.

Sin orden particular:

Paul Thomas Anderson - Phantom Thread
David Robert Mitchell - Under the Silver Lake
Hirokazu Koreeda - Shoplifters
Bertrand Mandico - Les garçons sauvages
Lee Chang-dong - Burning
Lars Von Trier - The House That Jack Built
John Carroll Lynch - Lucky
Armando Iannucci - The Death of Stalin
Bart Layton - American Animals
Lucrecia Martel – Zama


JOSÉ RAMÓN ORTIZ

Ahora que anoto mis películas y series favoritas, caigo en cuenta de que fui muy poco al cine este año y que en Netflix solo veo Friends... pero aquí están, en orden alfabético.

A Quiet Place (John Krasinski; Platinum Dunes). No he visto un thriller tan bien hecho en años. De hecho, lo pongo en la categoría de Hitchcock.

Angels Wear White (Vivian Qu; 22 Hours Films). Una forma muy impresionante de ver el abuso sexual. Actuaciones magníficas de gente muy joven y una edición que de verdad molesta, artísticamente, al espectador. Una joya que, creo, pasó sin pena ni gloria y de la que no se dijo nada.

BlacKkKlansman (Spike Lee; 40 Acres and a Mule). Una anécdota ridícula y con mucho buen humor que no deja de ser densa al fijarse en uno de los problemas más graves de USA. Sirve mucho como comentario político de la actualidad, pero sobre todo es un desenfreno de buenas actuaciones y un guion macizo y muy inteligente.

Blockers (Kay Cannon; Point Grey Pictures). La mejor comedia del imaginario High-School americano que he visto desde American Pie.

Crazy Rich Asians (Jon M Chu; Color Force). Me gustó por extravagante y su fórmula que actualiza la forma más básica de la comedia gringa

Daredevil, 3ra temporada (Drew Goddard ; Netflix). Mientras las películas del llamado Universo cinematográfico de Marvel cada vez son más ridículas y malas; en Netflix han expandido ese imaginario de forma más madura e inteligente. No solo la tercera de Daredevil, también la segunda de Jessica Jones y algunos empisodios de Luke Cage, han replanteado el superheroísmo desde una postura más lógica. Prefiero Daredevil por su compromiso moral con el buen-hacer y las coreografías. 

The Haunting of Hill House (Mike Flanagan, Netflix). Empecé a ver este seriado esperando una gran historia de terror, y resultó ser un drama familiar muy denso y perfectamente estructurado. Creo que fue la mejor serie que vi en el año, sobre todo por la calidad actoral y una narrativa que iba de Stephen King a García Márquez sin tropiezos.

Isle of Dogs (Wes Anderson; American Empirical Pictures). Siempre he considerado a Anderson un genio de la estética, aunque lo suyo sean siempre historias muy planas. Sin embargo, la Isla de los perros resultó un guion complejo y con una estética bellísima. Tiene una cualidad ética muy distinguible en el conjunto de sus producciones,

Mente revólver (Alejandro Ramírez; Ei2 Media). Mi película mexicana favorita del año. Un estudio casi mudo y muy interesante sobre la violencia nacional actual, desde una anécdota imaginada del magnicida Mario Aburto Martínez, tal vez como el iniciador de la realidad contemporánea. Destaca mucho el sonido de la cinta y sus mecánicos leitmotiv.

Phantom Thread (Paul Thomas Anderson; Focus Features). Pienso que debe ser el mejor director de nuestra época y que, con esta clase de historias, tan centradas en personajes extravagantes, estudia la condición de nuestra humanidad. Daniel Day-Lewis es el mejor actor que ha habido jamás.

Roma (Alfonso Cuarón; Netflix). Desconozco cómo ha sido recibida fuera de México, pero aquí me gusta sobre todo por su revitalización del melodrama que nos formó cinematográficamente en este país. La edición, la fotografía y el sonido son impecables; tiene dos escenas chocantes que sobran y molestan.

Spiderman: Into the Spider-Verse (Bob Persichetti, Peter Ramsey; Columbia). Seguramente la mejor película de superhéroes hecha jamás. Por supuesto se debe a que es una animación (como si las películas de superhéroes no lo fueran), lo que le da mucha libertad de imaginar. Me encantó el soundtrack.

Terminal (Vaughn Stein, Beagle Pug Films). Un elogio muy posmoderno del cine noir, lo caricaturiza al grado de hacer un homenaje a genios como Fritz Lang.

You Were Never Really Here (Lynne Ramsay; Why Not Productions). Quizá la que más me gustó en 2018, una forma muy inteligente de contar la misma historia (de acción) de siempre, y los dramas habituales. Joaquin Phoenix es el mejor actor del mundo.

Zama (Lucrecia Martel; Bananeira Filmes). Un producto extraño, sin duda, porque está basado en esa novela que nadie lee de Antonio di Benedetto. Es una gran producción, un guion muy bien escrito y una súper actuación de Giménez Cacho.

*** Como postdata dejo dos shows que me encantaron en Netflix, además de la resurrección de Queer Eye; sobre todo porque estoy todo el tiempo en la cocina (he descubierto que prefiero los sartenes a los libros). Uno es Nailed It!, una oda a la mediocridad, los perdedores y el valor de la dificultad; el otro, que es un gran programa con mucha inteligencia que logra combinar el terror recreativo, los muppets (teleñecos les llaman en España), y el feeling rockabilly con pasteles es The Curious Creations of Christine McConell
  

PEPO PÉREZ

1.COLD WAR, dir. Paweł Pawlikowski
1. ROMA, dir. Alfonso Cuarón.

Dos películas extraordinarias, muy diferentes entre sí pero con un mismo nivel de excelencia. Ambas surgen de la memoria familiar, y se nota. Pawlikowski se inspira en la historia de amor de sus padres para fabular sobre el desarraigo del emigrante político de la Europa del Este durante la era del telón de acero; Cuarón reconstruye su infancia en la colonia Roma de Ciudad de México durante el El Halconazo de 1971 para contar la vida de su tata, la criada indígena de su familia, a quien está dedicada la película. La cinta de Cuarón bebe del neorrealismo italiano, de Visconti y del Fellini más tardío, pero el director mexicano hace suya esa tradición porque lo que cuenta es, hay que insistir, profundamente personal. He notado que hay algunos espectadores que se creen más listos que Cuarón y pretenden reprochar al filme una “crítica sociológica”; en realidad dicha crítica está implícita para quien sepa verla, porque Cuarón no explica, muestra. Pero está “todo” ahí. Su tono es lento y sereno, en una película de metraje generoso y majestuoso formato panorámico donde todo su oficio, que a estas alturas es mucho, se pone al servicio de un gran amor. Por contraste, el estilo formal de Pawlikowski en COLD WAR, más allá del blanco y negro común, es casi el contrario: secuencias breves, diálogos lacónicos y elipsis abismales, un poco en la tradición de la nouvelle vague, para una cinta que no llega a la hora y media de duración. Lo personal es político, sobre todo cuando es verdaderamente personal. Hay otro rasgo común a ambos filmes: todo está realizado con un extraordinario cuidado (iba a decir “amor” de nuevo), ya sean los números musicales de COLD WAR o las escenas corales costumbristas de ROMA.

1.               THE FLORIDA PROJECT, dir. Sean Baker. Es de 2017 pero en España se estrenó a primeros de 2018. El reverso naturalista del cuento de hadas, realizado por el director de ‘Tangerine’ con un tono nada condescendiente para lo que aquí se retrata: la vida miserable de una prostituta y su niña de seis años que viven literalmente en los márgenes de Disneylandia. Muy lejos del “pobres pobres” tan querido por ciertos directores francamente pesados, The Florida Project está llena de vida. Tanto como las niñas protagonistas.

2.               EL HILO INVISIBLE (‘Phantom Thread’), dir. Paul Thomas Anderson. Me sigue sorprendiendo la capacidad de Anderson para acometer proyectos tan diferentes entre sí, unidos solo por la seriedad, el rigor y el gusto artístico por no transitar caminos trillados. Belleza incómoda, nada complaciente, con escenas memorables una tras otra, con la “de la madre en el dormitorio” a la cabeza.

3.               LAZZARO FELIZ, dir. Alice Rohrwacher. Una parábola moral “setentera” que, en realidad, es atemporal gracias a una confusión deliberada de los tiempos en los que se ambienta la historia. Una película sorprendente, en permanente (des)equilibrio y siempre al borde de un ridículo que nunca llega gracias al buen hacer artístico de la directora. Su Cándido particular es uno memorable, que ha digerido muy bien a Fellini, Pasolini y Olmi para hacer algo que resulta personal y relevante en 2018.

4.               UN ASUNTO DE FAMILIA (‘Manbiki kazoku’), dir. Hirokazu Kore-eda. Cinta llena de vida y complejidad con un giro magistral al final del segundo acto que pone en cuestión prejuicios del espectador y convenciones sociales sobre la familia. Kore-eda se toma su tiempo para rodar con serenidad y no caer en subrayados bastos. Su retrato sentimental es igual de sutil.

5.               MANDY, dir. Panos Cosmatos. Un fantástico verdaderamente especial. Ya solo por la atmósfera y el tono deliberadamente “naíf” merece la pena. Memorable.

6.               SPIDER-MAN: UN NUEVO UNIVERSO (‘Spider-Man: Into the Spider-verse), dirs. Bob Persichetti y Peter Ramsey. Un festín de animación de última generación; un tour de force estético “animado” por un permanente sentido del humor, para grandes y pequeños (a partir de 7 años, recomienda la distribuidora). Por cierto que Marvel Studios (SPIDER-MAN: UN NUEVO UNIVERSO es de producción Sony con otros asociados) tiene dos pepinazos estrenados en 2018: ANT-MAN AND THE WASP (dir. Peyton Reed) y esa catedral llamada AVENGERS: INFINITY WAR (dir. Anthony y Joe Russo). Las tres son de lo mejor de todo el lote de adaptaciones Marvel a la gran pantalla.

7.                FIRST MAN, dir. Damien Chazelle. O cómo transformar el biopic de un astronauta y sus hazañas en algo íntimo y personal.

8.               BORDER, dir. Ali Abbasi. Una “suecada” sorprendente. Fantástico serio construido a partir de una cotidianidad creíble; una fábula sobre la normatividad social y la diferencia sin recados evidentes.

9.               CALL ME BY YOUR NAME, dir. Luca Guadagnino. No me entusiasmó tanto como a otros, pero es una película digna de verse y de recordarse. Se estrenó en 2018 en España, así que entra en lista.

10.           UN LUGAR TRANQUILO (‘A Quiet Place’), dir. John Krasinski. Un fantástico electrizante, “pequeño” pero digno, que aporta a su tradición.

11.            THE SISTERS BROTHERS, dir. Jacques Audiard. Entre el drama y la comedia picaresca, este western merece la pena por la interpretación de los actores y por algunos giros imaginativos sobre tropos bien conocidos del género. Dirige con entusiasmo el responsable de ‘Un profeta’ (2009).

12.            INFILTRADO EN EL KKKLAN (‘BlacKkKlansman’), dir. Spike Lee. Lee nunca ha hecho una película redonda, pero esta tiene bastante gracia y un efecto “performático” muy estimable: entre risas y chascarrillos, consigue poner al espectador tanto en el rol de los supremacistas racistas como en el de los afroamericanos. Cierto que hay algo de maniqueísmo, habitual en Lee, pero el tono humorístico permite salvarlo.

13.            IN FABRIC, dir. Peter Strickland. Fantastique excéntrico, bien conocedor de su tradición, repleto de humor sádico y, sobre todo, amor por el género. También le falta tijera: el chiste sería más gracioso si fuera más breve. Dicho esto, bien.

14.            GALVESTON, dir. Mélanie Laurent. Un noir de última generación que adapta novela de Nic Pizzolatto, dirigido con convicción por la también actriz Mélanie Laurent. Aunque no termine de redondear la jugada ni de concretar, mantener en cine un final como el que tiene esta película es realmente de valientes.

15.            SICARIO. DAY OF THE SOLDADO, dir. Stefano Sollima. No es tan buena como la primera que dirigió Denis Villeneuve, pero entretiene, tiene sus momentos impactantes y, sobre todo, un espíritu de “complejidad” muy de agradecer que entronca de nuevo con el primer SICARIO.

*             Un par de notas finales:

—THE HOUSE THAT JACK BUILT, dir. Lars von Trier. No entra en lista porque su estreno comercial en España llega el 15 de enero de 2019, pero la vi en el Fancine’ 2018 de Málaga. Excesivo regodeo sádico, en la línea habitual de Trier; también le falta tijera. Creo que en la versión comercial que llegará a salas hay cortes, con los que seguramente la película ganará. Aunque le sobre algo de sadismo “gratuito” (nunca lo es cuando, como yo, pagas una entrada para verla), ver tantas imágenes salidas de la mente en “estados alterados” de un Trier ya francamente loco (no es una metáfora ni un chiste) merece la pena como experiencia. Su confesión “autobiográfica” en boca del psicópata que encarna Matt Dillon pone el vello de punta. Tanto como la catábasis final, espectáculo insólito que, en efecto, solo se puede ver en una de Trier.  

—BURNING, dir. Lee Chang-Dong. La típica película que “sabes que es buena” pero se ha pasado verla. Yo en concreto no llegué a tiempo al cine antes de que me la quitaran, pero me fío de Manolo Arias (Maldonado), que me la ha recomendado : )

TV series 2018

1.               WILD WILD COUNTRY (Maclan y Champan Way). Un documental impresionante sobre hechos que parecen ficticios, aquí aún más por cómo están relatados. O cómo la mudanza de una secta de origen hindú a lo más profundo de EE UU se convierte en una suerte de “maqueta” metafórica sobre cómo se construyen las comunidades y sus aparatos de Estado.

2.               ATLANTA (Donald Glover; temporada 2). Inclasificable retrato de la vida afroamericana contemporánea, entre la comedia grotesca, el drama sentimental e incluso el terror. Cada episodio, un tono diferente, un tema diferente: nunca sabes lo que te espera.

3.               KILLING EVE (Phoebe Waller-Bridge; temporada 1). Humorística, chocante y poco previsible. En una palabra, o dos: muy divertida.

4.               THE TERROR (David Kajganich). Mejor en su segunda mitad, cuando se despliegan más temas y subtemas en un abanico cada vez más rico. Conrad meets Lovecraft y ‘The Thing’ de Carpenter. Los actores, impresionantes.

5.               HOMECOMING (Eli Horowitz y Micah Bloomberg). Una Julia Roberts suprema encabeza el reparto de una de las sorpresas más agradables de la TV de 2018. La serie se apoya en la alternancia de dos tiempos narrativos, pasado y presente, un recurso que normalmente detesto pero que aquí tiene todo el sentido del mundo. De hecho, buena parte de los significados, temáticos y dramáticos, derivan de esa alternancia temporal.

6.               BETTER CALL SAUL (Vince Gilligan y Peter Gould, temporada 4). Esta precuela de ‘Breaking Bad’ está a la altura de su predecesora e incluso la supera a veces en originalidad. Del drama de abogados a la comedia picaresca pasando por el thriller de gángsters-narcos, todo eso y mucho más.

7.               BARRY (Bill Hader y Alec Berg, temporada 1). Tragicomedia de situación que saca buen provecho dramático del choque entre dos mundos, uno fantástico (el del asesino a sueldo protagonista) y otro naturalista (una escuela de actores californiana). Con personajes tan graciosos como el director de actores y la oficial de policía que investiga los crímenes.

8.              THE LOOMING TOWER (Lawrence Wright, Dan Futterman y Alex Gibney, miniserie). Excelente docudrama sobre “todos los hombres del presidente” que estuvieron “casi” a punto de evitar los atentados del 11-S.

9.               COUNTERPART (Justin Marks, temporada 1). Curiosa serie de ciencia ficción que acude a la novela y el cine de espionaje de la Guerra Fría para jugar con dilemas existenciales en torno a la identidad, personal y colectiva.

10.           SUCCESSION (Jesse Armstrong, temporada 1). Demasiado convencional a veces, tiene no obstante momentos muy logrados, tanto por la inspiración “shakesperiana” como por el humor sarcástico.



4 comentarios:

Sergio dijo...

The Cinematic Mode of Production: Towards a Political Economy of the Postmodern, Jonathan Beller

Anónimo dijo...

Ya es un hábito esperar mi lista fílmica preferida de las que circulan por la red. Cabecitas locas que se juegan la retina y apuestan por las esquivas condiciones del mañana fílmico ofreciendo de nuevo -y gratuitamente- tardes gratas frente al televisor. Torrent funcionando a full, para escanciar el 2018...

Gracias, Juanfrancisco, por mantener este blog tan sugerente. Abrazos globosféricos y feliz y próspero '19.

Anónimo dijo...

Se agradecen las listas. Apuntar que extraña ver 'The rider' en sólo una de ellas. Qué le vamos a hacer.

Anónimo dijo...

Gracias por la lista. Aun no puedo terminar de leerla pero... con la casa de jack y under the silver lake el 2018 fue redimido. Tomare nota de otros films que no he visto.