[Publicado en medios de Vocento el martes 15 de enero]
Mis
amigos me cuentan maravillas de una cantante catalana que los tiene fascinados
con sus canciones y videoclips. Me molesto en curiosear en internet para suplir
mi ignorancia y descubro a una choni llamada Rosalía, una musa callejera al
estilo del gran Bigas Luna, entonando el himno impensado de la España de hoy.
No se engañe nadie. Este no es un renovado elogio de los múltiples dones y
talentos de la susodicha, ni otro artículo publicitario al servicio de su
éxito, sino una reflexión irónica sobre lo que está detrás de su triunfo mediático.
“Malamente” define a la perfección lo que funciona y no funciona en la España
actual. Malamente es como andamos, cojeando, sin jugar a nada, así que solo por
eso Rosalía ya tiene mi aplauso, aunque el videoclip sea una españolada
monumental. Y por propinar a Torra una dulce patada en la entrepierna. La cultura
popular reserva a menudo este tipo de sorpresas.
Malamente
es también el mantra de la España de los algoritmos inciertos donde la extrema
derecha reaparece. Mal, muy mal. Una derecha ultra que dormía la siesta desde
los años ochenta y que algunos daban por eclipsada, pero que renace de las
cenizas franquistas con fuerza nueva para sacudirle los complejos a la derecha
tradicional, nacionalista y católica, y forzar a Ciudadanos, proyecto de
derecha moderna, a hacer equilibrios en la cuerda floja y fingir muecas de asco
y desprecio. En España la extrema derecha viene del fondo medieval que ya conocemos
y conecta con fenómenos internacionales de signo idéntico. La extrema derecha,
como todos los fascismos, se engendra en las entrañas del capitalismo
democrático como reacción esencialista contra cualquier progreso. Es una
fantasía política fruto de la frustración y el rencor. Esta visión retrógrada
de la realidad ya no exige justicia social sino regresión moral. Es un triste sueño
de poder y de los poderosos. Mal, muy mal.
Como el
cuento de la sombra y el cuerpo, así Vox con el PP. La sombra sigue al cuerpo a
todas partes, acosándolo sin descanso, como una presencia insidiosa. Piensan lo
mismo, pero una se atreve a expresarlo en público y el otro no. La sombra personifica
todo lo que el cuerpo rechaza. Han creído que podían vivir sin sombra y se empeñaron
en negarla. Y vuelve fortalecida. La sombra es ahora más peligrosa que el
cuerpo. Mal, muy mal. Erguido sobre su montura, el líder de la formación bocazas
amenaza a sus enemigos con la barba hirsuta de Cid Campeador de la estepa
castellana. Algunos tiemblan al escuchar esa voz antigua. La llamada viril a la
reconquista peninsular. Mal, muy mal. Al final tenemos la música y los
políticos que nos merecemos. El futuro presidente andaluz no se cree la suerte que
tiene. Mucho cuidado con la sombra. Malamente (tra, tra).
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