viernes, 20 de julio de 2018

FOTOGENIA



[Publicado en medios de Vocento el martes 17 de julio]
           
Si las cámaras no te quieren, no existes. Si las cámaras te adoran, eres un dios o una estrella. Como Cristiano Ronaldo, que se considera una belleza atlética y se divorcia del Real Madrid, me sugiere una amiga maliciosa, para iniciar una carrera de modelo o de empresario de marcas de moda más cerca del Olimpo milanés. En el futuro, tendremos acceso a la cara y el cuerpo de nuestros deseos. Mientras tanto, nos toca lidiar con el diseño genético que nos han endilgado. Los humanos hemos vivido siempre prisioneros de la imagen del espejo, pero en este siglo padecemos la dictadura de la imagen en la pantalla. Si no tienes buena imagen, o no sabes gestionarla, lo tienes crudo. Basta con ver a Juncker tambaleándose ebrio a la salida de la cumbre atlántica y sostenido por sus abochornados colegas para diagnosticar lo que no funciona en la UE sin necesidad de preguntarle a Trump, que pasa por su lado con mirada de asco cogido de la mano de la dulce Melania. Europa va tan mal que hasta el Brexit es un fiasco.
En España, pese a la penosa imagen del Mundial, todo va bien. Tenemos a Pedro Sánchez, el campeón de la imagen cosmética. Sánchez es la envidia europea, ahora que Macron evidencia sus déficits. Fotogénicos o no, los políticos socialistas siempre sabían dónde estaba el objetivo de la cámara y desde qué ángulo afrontarlo con éxito. Pero Sánchez supera a sus precursores. Y lleva un mes gobernando a golpe de imagen. Una gestión estética de signos es más eficaz como mensaje político que todo el ruido parlamentario. Aquí sus contrincantes fracasan. Las primarias populares dieron una imagen terrible. Por más vídeos irónicos que difundan, el pugilato entre candidatos incompatibles es menos vibrante que el beso de Mario Casas y Blanca Suárez en plena caravana del Orgullo Gay. Ciudadanos lo lleva peor. El fármaco antiinflamatorio administrado por el líder socialista en Cataluña los ha desinflado. Cuando Sánchez convoque elecciones, Rivera e Iglesias se miraran a la cara con estupor preguntándose qué hicimos mal. La supresión de la “tasa rosa” es la ocurrencia suprema del gabinete quirúrgico del doctor Sánchez. Mis amigas feministas no entienden aún si es un guiño frívolo al colectivo o una estrategia para atraer el voto milenial, tan combativo contra la manada machista.
Mi padre, francés antimonárquico, decía siempre que al rey Borbón solo lo movían el bolsillo y la bragueta. No en ese orden. El pueblo español concedió durante tres siglos lujos y privilegios a una dinastía parasitaria que nuestros inteligentes vecinos no tardaron en destronar. El descrédito actual de la imagen de marca de la monarquía, más allá de los escándalos sexuales o financieros, tanto monta, confirma con cinismo lo que muchos encubrían. Cuál era el precio real de la democracia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sanchez gobierna con el duopolio televisivo a su favor, tapando los casos de corrupcion del PSOE que salen como setas por toda España. Pero lo peor de Sanchez es lo que dice y lo que hace: llamó ultraderechista a Rivera, mientras adulaba a su socio Torra, un racista de extrema derecha que acusa a los españoles de hablar la lengua de las bestias. Sanchez está legitimando a los separatas racistas y a la extrema izquierda, mientras excava una trinchera para dejar a media España bajo la losa de Franco. Es canallesco. Le aconsejo que lee el articulo de Redondo Terreros en el Mundo donde desarrolla estas ideas que yo, torpemente, he traducido.