martes, 26 de junio de 2018

ACTUALIDAD DIGITAL


 [Roberto Calasso, La actualidad innombrable, Anagrama, trad.: Edgardo Dobry, 2018, págs. 173]


La digitabilidad es el asalto más grave que haya sufrido la inclinación a exponerse al choque de lo desconocido.

-R. Calasso-

Estamos en medio de un cambio epistémico de envergadura aún incalculable. No es el primero de la historia al que se enfrentan las culturas humanas, pero sí el primero en que la idea misma de cultura humana es puesta en cuestión con una radicalidad inhumana. Esa mutación afecta también a la dimensión racional de la experiencia y el pensamiento. Roberto Calasso no es tampoco el primer escritor en considerar esta cuestión con el debido rigor, pero sí tiene la inteligencia de haber leído, con extrema atención y actitud crítica, a quienes se ocuparon con anterioridad del proceso en curso, como Chalmers, Bostrom o Harari, entre otros. Calasso cifra la revolución cognitiva en curso con esta ingeniosa ironía: “A un siglo exacto de distancia hemos pasado del dadaísmo al dataísmo, de Dadá al Big Data”. Es decir: hemos pasado del período de disolución bélica de la cultura decimonónica en el caos y el absurdo al período de alta resolución de la cultura humanista en los algoritmos incontrolables de la era digital.
Calasso es un ensayista sutil y antes de llegar a las conclusiones que dejan escaso margen a la incertidumbre sobre el destino humano, comienza planteando reflexiones de gran calado sobre el devenir de los ritos religiosos y la secularización del mundo, la autodeificación de la sociedad y el ensimismamiento autosatisfecho de esta en su propia imagen y poder, señalando a dos figuras que definen la deriva delirante del mundo de los siglos XX y XXI: el terrorista y el turista. El terrorista, que persigue imprimir con sangre un significado absoluto en la escritura de un mundo que no funciona ya con categorías tradicionales. Y el turista universal, responsable de la banalización pornográfica de la geografía y la historia, precursor de ese momento en que se vuelven indiferentes lo real y lo virtual, lo fáctico y lo simbólico, la simulación y la realidad, la verdad y la mentira.
La actualidad es innombrable, entre otras cosas, porque el nombre ha dejado de ser el instrumento que mejor describe para la inteligencia la existencia de las cosas. Todo lo que acontece en el mundo es transformado antes en dígito o cómputo que en concepto o palabra. Con lo que la actualidad, en cuanto realización de seres y objetos en el espacio y el tiempo, se vuelve un flujo informático de números y datos infinitos, imposibles de verbalizar. La cultura humanista, en la visión de Calasso, está atrapada en el bucle vicioso de poder nombrar solo aquello que entra en sus categorías abstractas. Y el mundo ha escapado de ese control de la conciencia humana que le proporcionaba sentido para acceder a la desnudez maquinal de los procesos de la información.
Calasso es un escritor de profunda ironía y no cae en dramatismos alarmistas, ni en sensacionalismos periodísticos. Su postura es, más bien, la del observador lúcido y paciente que atiende a los cambios del mundo para comprenderlos y registrarlos con la serenidad intelectual de un escriba del presente (“Existe también la posibilidad de sentarse en la ribera del gran flujo informático, sin lamentarse y sin justificarse”). Pero no por ello su predicción es menos catastrófica. En el último fragmento de la parte más sustantiva de este ensayo tripartito, Calasso evoca la ruina de un templo-tumba exhibido entre los fondos del Museo Británico: el Monumento a las Nereidas. Ese templo pétreo es también una tumba. Ese monumento paradójico es el mausoleo consagrado a la muerte de Europa, como certifica el espléndido museo de voces, testimonios y citas de la segunda parte del libro (“La sociedad vienesa del Gas”). Esa Europa que irradió desde Atenas, con sus conocimientos, técnicas y saberes, con su poesía elegíaca y con su prosa jurídica, todas las culturas del mundo a lo largo de la historia y se expandió hasta hacerse cultura global, padece en este nuevo siglo la autodestrucción programada de su legado milenario. El crepúsculo del humanismo, el hundimiento de una idea gloriosa del ser humano, el fin secular del endiosamiento humano (Homo Deus).
Ahora, como anuncia Calasso, sin miedo y sin esperanza, siguiendo en esto a otros pensadores, vivimos los turbios albores de una era innombrable, de la que la inteligencia artificial y los robots serán los nuevos amos infalibles.

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