(Ilustraciones: fotogramas del film Dias de Nietzsche em Turim de Júlio Bressane)
Leo estos dos juicios, de una lucidez aplastante, en un libro[i] imprescindible (otro más, de mucha más intempestiva actualidad si cabe que en su edición original de 1997) del siempre admirable Michel Onfray:
La línea de fractura y de división de aguas es la que establece la separación entre los nietzscheanos y los otros, entre los que consideran el presente una oportunidad para elaborar un pensamiento que tenga valor también mañana y los que, en el momento mismo de escribir, realizan un gesto etimológicamente reaccionario, pues ven la salvación en la repetición, la reiteración y la celebración de los valores del pasado, en los que se repliegan en sus guaridas con el tropismo de los animales asustados. Unos quieren la modernidad y lo que le es inherente en materia de arte, ética y política; los otros comulgan en la cantinela nihilista apoyada en la religión de la decadencia…Por un lado, Nietzsche y la posibilidad de una política dionisíaca; por otro, Kant y las certezas de una administración apolínea.
El arte sigue siendo uno de los raros dominios en los que el individuo puede teóricamente dar testimonio de su plena dimensión, con independencia de la época, la historia y la geografía. Gracias a él quedan huellas en lucha con armas iguales contra el tiempo, cuando no también contra lo que perdura en lejanos impulsos, en los subsuelos en los que se preparan las dinámicas del futuro. Todos los regímenes, todos los poderes políticos conocen ese lugar estratégico y quieren confinarlo, dominarlo, limitarlo, contenerlo, incluso controlarlo radicalmente.
No se puede decir mejor. Michel Onfray no pretende otra cosa, con esto, que crear las condiciones de posibilidad y los fundamentos (éticos y estéticos) de una “mística de izquierdas”, revitalizando para ello el ideario de los utopistas, anarquistas y socialistas primigenios como Fourier, Proudhon o Blanqui, entre otros muchos, con el fin de elaborar "una filosofía hedonista, libertina y libertaria que permita la formulación de un nietzscheanismo de izquierda para nuestra época, posterior a la muerte de Dios". Dando así una lección a la izquierda multicultural (americana, sobre todo, pero también europea) que ha excluido a Nietzsche de sus planteamientos por diversas razones, todas erróneas. Las resumo en dos principales: 1/ por considerarlo sospechoso de misticismo burgués, misoginia, radicalidad derechista, antisemitismo y, en general, racismo supremacista; y 2/ por miedo a debilitar sus vínculos con el marxismo, el feminismo o el postcolonialismo. Es más, esta izquierda académica, tan devota del credo PC, sólo acepta al "Anti-Cristo" Nietzsche como socio temporal si su pensamiento aparece filtrado por mediadores incuestionables como Foucault o Deleuze. Por el contrario, Onfray, contundente continuador del pensamiento francés de filiación nietzscheana (Foucault y Deleuze, desde luego, pero también Bataille, Klossowski y Lyotard), sabe conjugar a Marx y a Nietzsche en este proceso de refundación de un proyecto de izquierdas para el siglo 21 que no pase por los partidos e idearios oficiales (verdaderas iglesias y sectas ideológicas orientadas sólo a la conquista del poder) ni, una vez alcanzado el dominio político sobre la sociedad, por la claudicación conformista e interesada en brazos de los amos del negocio. Que cada cual elija su bando.
PS: Otra cita más, por si aún quedaba alguna duda sobre el designio de Onfray:
Allí donde los auxiliares del poder celebran la virtud de lo serio, útil e indispensable para sacralizar el poder, hacer de él un epifenómeno derivado de lo religioso o de lo celeste, el libertario restaura las virtudes de lo desviado, la ironía, el humor, el cinismo, que se expresan mediante modalidades subversivas del lenguaje y los gestos, los conceptos y las acciones. La risa nietzscheana de Foucault contra el silencio afelpado de los palacios presidenciales, la danza de Zaratustra en contrapunto con las rigideces ministeriales y la falta de flexibilidad de todos los protocolos, lo grotesco de Rabelais y las locuras de Swift en respuesta a los cuchicheos de los ujieres engalanados, la risa sarcástica de Voltaire y el tonel de Sartre como eco de los marcos dorados y los brocados purpurinos, los sarcasmos de la fiesta de los locos y las antimisas con los asnos ante las pompas del Elíseo, vino a raudales, libaciones, un Diógenes pedorro, onanista y caníbal, una política dionisíaca, brindis con agua mineral, presidentes de la República descerebrados, una política apolínea: he aquí el inventario de las alternativas ancestrales.
[i] Política del rebelde. Tratado de resistencia e insumisión, Anagrama, 2011, pp. 163, 209 y 223 (trad.: Marco Aurelio Galmarini).
7 comentarios:
Excelente esta lectura de Onfray en clave nietzscheana. En mi blog (www.gekain.blogspot.com) enlacé su referencia GCI que publicó anteriormente; y en otro (www.imagen-texto.blogspot.com)lo tengo entre mis contactos, para poder leerlo cada vez que publique. Saludos y gracias!
Muchas gracias por los enlaces y la complicidad. Un placer tenerte de nuevo por aquí.
Un abrazo,
JF
Estimado Juan Francisco,
absorto como estoy en la lectura de ese maravilloso manuscrito que es Providence, digámoslo ya, una obra maestra imprescindible de nuestro tiempo, he llegado hasta aquí movido por la admiración y el respeto.
Llevo un par de días leyendo con detenimiento post tras post y es asombroso el material que en ellos hay.
Portentoso este escrito sobre Nietzsche.
Un saludo de un ferviente admirador.
Amigo Crowley, mil gracias por las afectuosas palabras sobre PVD y este blog. Es un placer contar con lectores como tú. Acabo de descubrir tu blog, que me encanta (Mulholland Drive como icono de cabecera, no está nada mal) y lo he enlazado en mi blogroll, y tu interesante ensayo sobre Haneke, que me he descargado también. Leerás en alguno de mis posts más recientes mis diferencias con el último Haneke, pero mi admiración por su cine anterior es total.
Te espero por aquí a menudo.
Un abrazo,
JF
Gracias a tí tanto por visitar mi blog como por enlazarme y, sobre todo, por lo del estudio Haneke. "Enfrentaremos" opiniones sobre su cine, admirable como bien dices y reivindicable.
Un saludo.
Seguimos leyéndonos.
Yo soy nietzscheano y detesto a los comunistas.
Ya, y los comunistas suelen detestar a los nietzscheanos, tomándolos por derechistas innatos. Eso es lo habitual, sin entender que existe desde hace mucho un nietzscheanismo de izquierdas (con Foucault, Klossowski, Derrida o Deleuze como paradigmas). Onfray rompe la baraja y reactualiza el poder y la vigencia de estos pensadores: Nietzsche + Marx (y sus precusores y seguidores menos dogmáticos) es la combinación intelectual adecuada para la realidad del nuevo siglo, de donde el pensamiento parecería estar excluido...
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