miércoles, 25 de marzo de 2020

CUARENTENA Y DUELO



[Publicado ayer en medios de Vocento]

Este coronavirus piensa cargárselo todo. Hasta la sanidad pública, mermada por recortes irresponsables. Es terrible. Diez días recluidos y ya estamos desesperados. Y Sánchez nos anuncia dos semanas más de castigo nacional. Los expertos lo avisaron en 2008, pero nadie les hizo caso. La pandemia sonaba a chiste macabro de un aguafiestas, me cuenta por Skype un amigo madrileño que se aburre a muerte encerrado en su diminuto estudio en el cogollo urbano de la devastación. Se ha leído todos los infundios difundidos por internet y ha elaborado una gran teoría sobre la pandemia, llegando a la conclusión de que este virus coronado tiene truco. O los chinos lo crearon en un laboratorio secreto y lo han puesto a prueba con su gente y luego con el resto, a ver qué pasaba, o lo diseñaron los americanos en una base experimental para debilitar a los chinos en plena guerra comercial. Los chinos, más listos de lo que se cree, han devuelto el golpe con habilidad tenística. Y no te olvides de las peligrosas mutaciones del virus. Ya verás. Esta pandemia pondrá a cada uno en su sitio, profetiza mi amigo. Los americanos perderán el liderazgo geopolítico en pro de los chinos, pero nadie se fiará de estos. El mundo irá a la deriva y la globalización quedará dañada por su incapacidad para frenar el mal que ella misma expande. Y la UE, al final, se derrumbará como un castillo de naipes mal construido.
En cuarentena todo está permitido, todo vale, fabricar bulos, contar historias, como en “El Decamerón”, e incluso mentir. Demasiadas preguntas, demasiadas dudas, demasiado dolor y pesar. A falta de información cierta, la ficción es contagiosa como la risa y nos ayuda a soportar una situación difícil. Naufraga la vida, dejamos de preocuparnos por nuestros intereses individuales y aflora el espíritu comunitario. Esta nueva conciencia colectiva es lo único positivo a extraer de la catástrofe. Cuando volvamos a la normalidad, no tardaremos en recuperar los viejos hábitos y así hasta la próxima pandemia. Necesitamos un cambio urgente de paradigma. Este es un aviso serio. Hay quienes sueñan con los ojos abiertos y en voz alta, como Žižek, pronosticando el surgimiento de una sociedad alternativa de las ruinas económicas de la anterior. Espejismos e imaginaciones fatuas. Nada cambiará. En todas partes, el virus va a consolidar lo que ya existía. A fortalecer el orden establecido, nación por nación. Esto es solo un paréntesis aciago. Unas vacaciones tristes que pagaremos caro entre todos.

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