[Machado de Assis, Memorias póstumas de Brás Cubas, trad.:
Elena Losada, Sexto Piso, 2017, págs. 405]
Es un fenómeno extraño y maravilloso
que la creatividad de un autor obtenga el reconocimiento de escritores
posteriores de muy diversas tradiciones y nacionalidades. Así ha sucedido con
el brasileño Joaquim Machado de Assis, celebrado por escritores tan afines como
Cabrera Infante, Carlos Fuentes, John Barth, Salman Rushdie o Susan Sontag, de
quien tomo prestado el concepto de “autobiografía imaginaria” para definir el
género al que pertenece esta obra maestra de la inteligencia novelesca, por no
hablar del joven defensor de la noción de literatura mundial, Adam Thirlwell,
fan total de este libro y de su autor.
La primera gesta que encierra la escritura de
este libro formidable tiene que ver con la huida de un contexto provinciano
como el periférico Brasil del siglo diecinueve. La segunda gesta, relacionada
con la anterior, es cómo escapar de las determinaciones culturales de su tiempo
y saber enlazar con la veta más innovadora y refrescante que provenía del siglo
dieciocho francés e inglés. Si uno de los modelos indiscutibles para escribir
esta novela memorable es el “Tristram Shandy” de Laurence Sterne, otros dos
podrían ser los “plagios” creativos de este modelo realizados en siglos sucesivos
por Diderot (“Jacques el fatalista”) y Xavier de Maistre (“Viaje alrededor de
mi cuarto”). Este es el milagro de la literatura: cuanto más genuina parece,
más enraizada en un país y una época concreta, más abraza la tradición
internacional que la extrae de las limitaciones de su cultura de origen y
conecta con ese escenario transnacional donde la verdadera literatura demuestra
su esencia cosmopolita. (Esta dimensión, por
cierto, es la que funda la “República mundial de las Letras”, como la denomina
Pascale Casanova.)
Machado de Assis era mulato, traductor e
impresor antes de convertirse, gracias a la genialidad de sus novelas y
relatos, en uno de los grandes patriarcas de la literatura brasileña. Es una de
las figuras más originales de la literatura americana de su tiempo y, a pesar
de eso, fue poco conocido durante mucho tiempo fuera de Brasil. En esta novela risueña,
Machado de Assis escribe la autobiografía de un personaje ridículo, un burgués sin
carisma aquejado de hipocondría crónica, sumergiendo en un baño de ironía
corrosiva las dos marcas que componen la idiosincrasia burguesa decimonónica:
el romanticismo patológico de las pasiones y sentimientos y el realismo pragmático
de la clase social, la política y el dinero. Brás Cubas, como anuncia desde el
principio, es un difunto autor, es decir, alguien que afronta la tarea de
narrar las peripecias de su vida desde el más allá. Esta declaración inicial
establece las nuevas reglas de un juego literario de una libertad insólita cuya
primera consecuencia es el humor absoluto que preside el relato.
La condición póstuma de estas memorias, narradas
desde el sepulcro, por así decir, bromeando con las “Memorias de ultratumba” de
Chateaubriand, le permite al autor abrir las compuertas de la ficción para
reírse a carcajadas del principio de realidad. Como Brás Cubas reconoce, la
muerte es el estado ideal para despojar a la vida de todos sus oropeles
hipócritas, falacias morales y ornamentos engañosos. Pero en lugar de utilizar
esa perspectiva filosófica para construir una narración estoica y moralizante,
Machado de Assis, liberado de cualquier sujeción realista, genera un modelo carnavalesco
de aproximación a la vida singular de un hombre (“una errata pensante”) de insuperable
comicidad y sinceridad. Nada más alejado de la pesadez decimonónica entonces en
boga y hoy mitificada por cierta crítica que estas “Memorias póstumas”, donde
la adiposa silueta de la novela realista adelgaza hasta hacerse (pos)moderna.
La literatura, para Machado de Assis, no existe
para confirmar los valores convencionales sino para recordarnos que la vida,
con todas sus complicaciones, vicisitudes y equívocos, es un juego muy serio.
Tan serio que acaba antes de que lo hayamos entendido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario