viernes, 28 de abril de 2023

JUEGOS SIN FRONTERAS


 [Publicado en medios de Vocento el martes 18 de abril] 

          Es extraño el mundo digital. Carecemos de categorías adecuadas para comprender qué sucede en un mundo que se ramifica en niveles divergentes. La complejidad del entramado nos condena a actuar como observadores distantes en procesos que nos afectan de lleno. Es una suerte, en este sentido, que el dominio de los videojuegos aporte luz a este juego confuso que es hoy la geopolítica y nos recuerde la influencia del juego virtual en el escenario real. A fin de cuentas, los videojuegos son el modelo formal de la vida contemporánea. Aprender a jugar, para un jugador inexperto, es aprender a vivir en un mundo diseñado como un espacio de juego que está en todas partes y en ninguna.

Es lógico, por tanto, que sea un joven jugón militar quien esté detrás de la filtración de los dudosos documentos del Pentágono que revelan que los americanos son los únicos occidentales que saben a lo que juegan. A hacerse más fuertes, o a evitar todo lo que los debilita, da lo mismo en el mercado global. Los europeos, como escribiría Henry James, han quedado retratados como lo que son, vasallos de la hegemonía yanqui en declive en un mapa polarizado. Los videojuegos suelen ser implacables con este tipo de avatares subalternos que ni saben a lo que juegan.

Los chinos, en cambio, están ganando la partida. Nadie quiere ser su enemigo, excepto los americanos, por razones obvias, y son actores protagonistas del juego multinacional. Conocen de memoria el libro milenario de las mutaciones de la realidad, sin mutar ellos mismos, y lo manipulan a su antojo con astucia y previsión. No juegan, como sus adversarios, con ventajas históricas ni trampas estratégicas. Taimados y calculadores, han esperado con paciencia su oportunidad y cada jugada que acometen sobre el tablero del nuevo orden mundial es acertada.

En el caso del soldadito traidor, sea este o no su papel final en la trama, se aplica literalmente la ley de los grandes datos. Si no te han vendido la información, eres tú quien ha sido vendido. Y ahí nos reconocemos todos. Nada es gratis. Con esta brecha informativa, leemos la guerra de Ucrania de otro modo. Los rusos aguardan su momento y la resistencia ucraniana tiene los días contados. Si yo fuera Zelenski aprovecharía para ponerme al día en videojuegos. En estos videojuegos visionarios está escrito también el destino europeo. La clase dominante de nuestro tiempo es la que posee y controla la información, como dice McKenzie Wark, y no la que sigue jugando a necios juegos de guerra. 

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