[Vladimir Nabokov, Risa en la oscuridad, Anagrama, trad.: Javier Calzada, 2018, págs.
241]
Entre 1932 y 1933 una revista rusa publicó en
París, por entregas, la novela “Cámara oscura” de Vladimir Sirin. En 1933 se
publica como libro ruso en Berlín. En 1936 se traduce torpemente al inglés y la
firma Vladimir Nabokoff-Sirin. Y en 1938 fue reescrita en inglés por su autor,
que ahora firmaba Vladimir Nabokov, asumiendo sin complejos el nombre de su
padre muerto, y modificando los nombres de los personajes, además de aspectos
relevantes de la trama y el título: “Cámara oscura” se releía ahora como “Risa
en la oscuridad”.
En español, “Cámara
oscura” se publicó en febrero de 1951 con el nombre de autor de Wladimir
Nabokov-Sirin en la editorial barcelonesa Luis de Caralt, sin tener en cuenta
la reescritura de Nabokov, a pesar de los trece años transcurridos desde 1938 (mientras
escribo estas líneas tengo delante de mí un desgastado ejemplar de esta edición,
herencia paterna, y me resulta altamente irónico que se publicara en una
colección de dicha editorial llamada “Colección Gigante”). En Francia, en
cambio, llegó a publicarse a finales de los treinta una extraña amalgama de
ambas versiones, donde se respetaba el texto original mientras se cambiaban los
nombres de los personajes, incorporando los de la versión en inglés más
reciente, hasta que en los años noventa se publicó al fin “Risa en la
oscuridad” como una nueva novela de Nabokov. Anagrama la publicó aquí como tal
en 2000 y, desde entonces hasta ahora, la ha reeditado cuatro veces en
bolsillo (2001, 2008, 2011 y 2018). La “Cámara oscura” española está
descatalogada desde hace mucho tiempo y solo es posible encontrarla hoy en
librerías de viejo o en sus equivalentes en internet.
Pero si uno maneja ambas
novelas, no puede sino realizar una lectura en palimpsesto de una obra que se oculta
bajo la otra, o aparece cuando menos se la espera para recordarnos lo que el
autor desautorizó para la posteridad, recusando invenciones genuinas,
relegándolas al olvido y la invisibilidad, condenándolas a permanecer latentes si
los ojos curiosos del lector no las rescataran en el espejo turbio de la
versión primigenia. Las permutas nominales o ficcionales, sin embargo, logran transmutar
una ingeniosa novela juvenil en una obra maestra. Este aspecto de la novela no
es baladí ya que para Nabokov el paso de una novela a la otra supuso un cambio
de lengua y un cambio de vida: del Berlín de entreguerras donde el nazismo se
iba haciendo tan preponderante que le obligó a exiliarse de nuevo, al París y
la Francia anteriores a la ocupación. Dejando de lado los aspectos
autobiográficos que le obligaron también a revisar la primeriza versión original,
como ciertos peligrosos flirteos de Nabokov con alguna emigrada prestigiosa, lo que es
evidente es que mediante la reescritura de “Cámara oscura”, justo antes de
escribir y publicar su primera novela en inglés (“La verdadera vida de Sebastian Knight”; 1941), Nabokov cerraría una
puerta de su pasado y abriría una nueva que lo llevaría a Estados Unidos, donde
se convertiría en el escritor admirable que todos conocemos desde “Lolita” en
adelante.
“Risa en la
oscuridad”, reeditada ahora, es una inquietante parábola sobre la visión y el
conocimiento, la luz de la inteligencia que penetra en la cámara oscura de la mente humana y la ceguera y estupidez emocional
del corazón y otros órganos, construida como un melodrama de adulterio y engaño
picaresco que acaba trágicamente para su protagonista, como anuncia el narrador
omnisciente en las sinópticas líneas iniciales. La historia de amor y muerte del rico esteta
Albert Albinus y la joven seductora Margot Peters está hecha con las luces y
sombras que se proyectan en una pared desnuda generando con sus trucos y artificios
una extraña ilusión de vida. El cine es fundamental en la trama. En la
oscuridad de un cine se conocen los amantes, él como espectador casual y ella
como acomodadora accidental. El cine alecciona la ambición creativa de Albinus. Y el cine y sus fantasías nutren la cabeza de la vanidosa Margot hasta que se
estrella queriendo ser una estrella de la pantalla que la rechaza con la misma
fuerza con la que ella, como actriz fracasada, abraza a su cínico amor, el
dibujante y vividor Axel Rex.
El cine determina a
su vez la doble estrategia novelesca de Nabokov. Al tiempo que satiriza la
excesiva influencia social del cine, el poder de este arte para apoderarse y
corromper la imaginación e ingenuidad de los espectadores, antes, durante y
después de la proyección, Nabokov se apropia con maestría de sus técnicas de
montaje más efectivas, confiriendo a la narración un ritmo elíptico y sincopado
que agiliza la transición entre sus episodios principales. Entre otros muchos ejemplos, las escenas
simétricas cuando Albinus, loco de deseo, antes de devenir su amante, busca en
vano el cuerpo sensual de Margot por toda la casa
familiar y fantasea con su presencia furtiva y cuando, ya ciego, vuelve al mismo lugar decidido
a matarla, solo podrían ser concebidas por una mente literaria impregnada de
los recursos cinemáticos que renovarían la forma narrativa en el siglo XX.
La oscuridad y la
risa son metáforas que orientaron la reescritura nabokoviana. La oscuridad romántica
de las pasiones humanas, con el amor ciego a la cabeza, así como el melodrama
de la ceguera y la muerte. Y la risa de la inteligencia y la maldad: la ironía estética
del novelista, regada con generosas dosis de crueldad cervantina, y el sarcasmo
del artista impostor que se burla de los deseos sexuales y pretensiones elitistas
de Albinus. Este pícaro Axel Rex es uno de los canallas más brillantes de la
galería de infames conspiradores que saturan las grandes ficciones de Nabokov
para torturar la inocencia innata de personajes y lectores.
En cualquier caso, el
salto cuántico dado por Nabokov a partir de “Lolita”, al incorporar su creativo
sentido de la ficción al mundo norteamericano, demuestra que las novelas rusas o
berlinesas, por excelentes que sean, fueron solo un campo de exploración inicial, una exigente preparación
para uno de los más grandes acontecimientos literarios de la segunda mitad del
siglo XX.
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