martes, 29 de diciembre de 2015

PSICOANÁLISIS DEL ISLAM


 [Slavoj Žižek, Islam y modernidad. Reflexiones blasfemas, Herder, trad.: María Tabuyo y Agustín López, 2015, págs. 81]

La resistencia al capitalismo mundial no debería basarse en tradiciones premodernas, en la defensa de sus formas de vida particulares, por la simple razón de que ese retorno a las tradiciones premodernas es imposible, dado que la globalización afecta ya a la forma de resistencia que se le opone: en efecto, aquellos que se oponen a la globalización en nombre de tradiciones amenazadas por ella lo hacen en una forma que es ya moderna, hablan ya el lenguaje de la modernidad.

-S. Žižek-

Los sanguinarios atentados yihadistas de París han planteado muchas interrogantes que, curiosamente, nadie afrontó con tanto rigor como el filósofo Slavoj Žižek tras los atentados de Charlie Hebdo con que debutaba este año cruento. Y es que no es el pensamiento analítico lo que más se propaga en estos tiempos de confusión interesada. La información y la opinión están en manos de periodistas que, con escasas excepciones, apenas si se salen del guion convencional elaborado por partidos políticos y mandatarios nacionales.
Las reflexiones de Žižek tienen, por tanto, ese doble valor radical. Enfrentarnos a lo que está pasando sin caer en vagas culpabilidades de socialdemócratas amedrentados ni en bravuconadas ultraderechistas. Hay razones más poderosas para leer este libro que el triste consuelo o la pura supervivencia.
Las derivas políticas mundiales han convertido a los ciudadanos del siglo XXI, occidentales o no, en carne de cañón del terrorismo globalizado. Puestos a desempeñar este papel ingrato en el escenario transnacional más nos vale escuchar a quienes al menos tratan de iluminar nuestra condición desde una perspectiva intransigente, partiendo de los acontecimientos más candentes hasta llegar a los fundamentos mismos de la religión mahometana.
Es cierto que el fundamentalismo islámico es un fenómeno postmoderno, es decir, una resistencia tan tradicional como mediática a los desafíos del neocapitalismo global y el despliegue inevitable de su nihilismo tecnológico y publicitario. Pero también es cierto, como señala Žižek, que la respuesta a tal reto histórico no puede encarnarla una ideología premoderna como la que moviliza al abyecto Daech. Este ejército desalmado, compuesto por una tropa abigarrada de delincuentes malhechores y adolescentes suicidas, fanáticos religiosos y jóvenes inmigrantes románticos, sostiene un programa cuyo ideal regresivo es la tabla rasa y la pretensión estratégica de erradicación absoluta de todo lo sucedido en la historia desde el siglo VII (desde la muerte de Mahoma exactamente).
El problema nuclear que Žižek dilucida en estos fanáticos militarizados es cómo, en sus tortuosas relaciones con la cultura occidental, el grado de violencia extremista resulta directamente proporcional a su envidia y resentimiento contra ella. Como si en su combate feroz contra el sistema democrático y los nuevos modos de vida en libertad subyaciera el miedo a dejarse seducir y a ser tentados por lo que de más atractivo ofrece el mundo occidental. El precedente de tal proceder lo percibe Žižek en el tratamiento paranoico a la mujer. Los encantos del cuerpo femenino son tan escandalosos y su misma presencia pública tan provocativa que las leyes islámicas se muestran inflexibles al prevenir que el varón creyente sucumba a la seducción pecaminosa de la mujer ("la mujer como tal es un escándalo ontológico, su exposición pública es una afrenta a Dios"). De ese modo, como en el caso iraní alegado por Žižek, una joven puede ser juzgada por el asesinato de uno de sus tres violadores, o culpada de incitar a su violación como atentado a la castidad, o, si estuviera casada, de adulterio. En suma, en el islam de todos los días la mujer es culpable salvo que se quede en casa o salga acompañada y debidamente velada...
En cualquier caso, el análisis sociopolítico del fenómeno del yihadismo solo sirve como vía de acceso inicial al pétreo corazón de la religión islámica. En la tercera parte del ensayo, Žižek aborda cuestiones coránicas de fondo y uno de los rasgos más polémicos de Mahoma, que ya acarreó la condena a muerte de Salman Rushdie en los ochenta, tras la publicación de los Versos satánicos, la novela que revelaba sobre la génesis del islam lo que wikileaks sobre los turbios manejos del gobierno americano y sus agencias de inteligencia subcontratada. Se diga lo que se diga, el papel paradójico de la mujer en el islam es traumático desde sus orígenes: el profeta dubitativo requería, según la leyenda, la confirmación de su esposa (Jadiya) para saber que sus revelaciones fundacionales no procedían del diablo sino de una fuente divina fiable.
En el certero diagnóstico de Žižek, la represión de la mujer representa un componente vital de la creencia musulmana y se vincula con su equívoca relación con la verdad y la mentira, de ahí la relevancia del velo engañoso que la (en)cubre para disimular su poder negativo de cuestionar los cimientos ontológicos de la fe revelada.

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