Al mismo tiempo que mi Revolución salía al mercado este ensayo
afín de Baricco. La sincronicidad es otro formidable guiño de la inteligencia…
Que el mundo ha mutado de modo imprevisto
es algo tan obvio que no merecería repetirse si no fuera porque nadie entiende
del todo en qué se ha convertido. Que el mundo ha cambiado de una manera
radical hasta parecerse a un diseño de videojuego donde a diario participamos
usando todos los dispositivos a nuestro alcance, con objeto de seguir vivos y
tener éxito en la realidad de las pantallas y en la realidad del mundo, es otro
de esos tópicos contemporáneos que conviene repetirse a menudo, mientras no
dejamos de pulsar botones y teclas, para no perder pie en una realidad cada vez
más fluida o líquida.
Habrá otros análisis del presente tecnológico donde
vivimos instalados con perfecta naturalidad más especializados o penetrantes,
pero no creo que haya muchos que superen en inteligencia y brillantez este
magnífico ensayo de Baricco que se lee como una intrigante novela de ciencia
ficción cargada de revelaciones sorprendentes y un estilo interactivo de
pesquisa policial. Como resume Baricco en la casilla de salida: “Hoy la mayoría
de la gente occidental ha aceptado el hecho de que está viviendo una especie de
revolución –sin duda alguna tecnológica, tal vez mental- destinada a cambiar
casi todos sus actos, y probablemente también sus prioridades y, en definitiva,
la idea misma de lo que debería ser la experiencia”.
Esta revolución digital en curso es
producto de un conjunto de individuos, en su mayoría ingenieros o científicos,
que encontraron en la tecnología una forma de escapar del horror del siglo XX,
tanto de su mentalidad elitista como de sus atroces hechos históricos, para reconfigurar
la vida y el mundo en todos sus aspectos, como una transformación tecnológica
que comportara también una metamorfosis antropológica. Estos creadores de una
nueva cultura tuvieron el acierto de realizar las alteraciones necesarias a
través de instrumentos poderosos, herramientas surgidas de la informática y la
electrónica, sobre todo, para poder implantar sus revolucionarias ideas de un
modo práctico y eficaz.
Al revés de otras revoluciones y vanguardias
insurgentes, que fracasaron por quedarse reducidas al ámbito de los discursos
políticos, la teoría crítica y los programas abstractos, esta insurrección
digital no fue un movimiento intelectual sino una acción sobre la realidad
llevada a cabo en alianza con las nuevas máquinas y sus masivos usuarios. Así
nacieron internet, la Web global, los sistemas operativos, los ordenadores
personales, los primitivos videojuegos, las múltiples aplicaciones, los
teléfonos inteligentes, etc. A partir de ahí, la humanidad vio aumentadas sus facultades
y expandidas sus posibilidades de relación, contacto y comunicación, creándose
una esfera social alternativa que coexistía con la física, influyendo en sus costumbres
y alterando sus experiencias.
Baricco acierta al caracterizar con una metáfora
afortunada (“The Game”) esta nueva realidad producto de la revolución digital, donde
el mundo conocido y el ultramundo tecnológico se funden en un ente complejo configurado
como un videojuego. Es lógico enfatizar la dimensión lúdica al describir los
rasgos de este novedoso mundo, que Baricco cartografía con rigor e inventiva,
ya que es el modelo más adecuado para entenderlo en su totalidad. En
definitiva, se trata del mundo reconfigurado que emerge tras ser sometido al
proceso de la gamificación, es decir,
de la asimilación de todos sus componentes a los de un videojuego experimental.
Lo que necesitamos con urgencia en un mundo como
este, concluye Baricco, es un humanismo regenerado, capaz de aceptar las nuevas
condiciones de vida y de cultura y, al mismo tiempo, preservar el sentido
humano de las cosas, a través de la creatividad, en un entorno cada vez más
artificial.
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