[Publicado en medios
de Vocento el martes 8 de mayo]
La cosa
es morbosa y las lenguas se disparan. La cosa acosa. La cosa acusa. La cosa
encausa. La cosa está en el foco de todas las miradas, aunque solo algunos ojos
privilegiados contemplaran las imágenes confusas del vídeo delator. Pero, ¿qué
es la cosa?, se preguntan los espectadores más ingenuos. La cosa más antigua
del mundo. Expuesta en toda su cosificada desnudez. Mi psiquiatra está eufórica,
pensando que su venerado Freud vuelve a la actualidad gracias a este sórdido caso
de violencia sexual. Tótem y tabú. La horda machista de violadores sevillanos
le provoca malestar. Náuseas viscerales y efervescencia mental. Ha leído la doble
sentencia de cabo a rabo, perdón, bocarriba y bocabajo, adoptando la
perspectiva de todos los protagonistas, desde el hatajo abyecto y el triste trío
de magistrados a la chavala expiatoria. Y no ve motivos de regocijo en las
imputaciones. Solo siente un asco profundo.
Mi
psiquiatra ya no se pregunta, como su maestro, qué quieren las mujeres, eso no
es un misterio para nadie, sino qué carajo quieren los hombres. Es el gran
enigma de este tiempo posfeminista. El seso y el sexo, la comezón de la cosa. Por
qué les gusta humillar a las mujeres, qué buscan con estos actos repulsivos y,
sobre todo, qué goce extraen de ellos. Qué cosas asquerosas rondan por sus cerebros
antes, durante y después de cometer el crimen. ¿Afirmación regresiva de
masculinidad? ¿Disfrute mutuo de sus órganos pletóricos? Por qué no. A cinco
todo es más fácil. Menos peligroso. Revisando vídeos y fotografías, es obvio que
los catetos del quinteto abusador se desean entre sí. La cosa se excita con bailes
insinuantes y bultos genitales. El “slip” ceñido del colega pone más que el “top”
de la chica aventurera. Ella es la excusa para consumar ese atavismo vicioso con
impunidad. La anatomía es un destino, decía Freud, y la penalización del pene agresor
de los energúmenos no es un desatino.
Estos
tíos bravíos no tienen testículos para asumir su condición homosexual. Es el
secreto patológico de todos sus excesos. Y esto no lo vio el juez singular, escudriñando
el vídeo amateur en plan fanático como si fuera un espectáculo porno. Ni lo han
visto ciertos columnistas polémicos, convencidos de que la infamia es algo
fáctico. Hechos y desechos obscenos. Campechanía de la opinión. Así es
imposible distinguir entre el desmadre sanferminero y la transgresión enfermiza.
La separación de poderes no es sacrosanta y puede ser violada en nombre de la
ética y la política. Si el juicio del jurista está trastornado como la psique de
los violadores, el orden jurídico falla. A muchos colegas les importa más la defensa
del gremio que garantizar derechos democráticos. Contra la violencia anacrónica
de la cosa, sentencia mi psiquiatra, los poderes deben actuar unidos. Por el
bien común.
2 comentarios:
La separación de poderes no es sacrosanta y puede ser violada en nombre de la ética y la política.
Uf, esto lo decía Mussolini y Castro y Maduro y seguro que Franco...Supongo que lo has escrito en plan ironico, porque yo no quiero imaginarme a Monedero o a Pablemos Iglesia, un tio que gusta de azotar a las mujeres según confesion propia, violando en nombre de la etica y la politica, el poder judicial...
Sí, amigo anónimo, la ironía sirve para ridiculizar la defensa gremial que están haciendo los estamentos jurídicos de la estupidez y fanatismo de algunos de sus miembros (sic). Somos tan pardillos en asuntos de democracia que cada vez que alguien discute la santidad de la separación de poderes cuando alguno de los poderes comete un desmán, nos llevamos las manos a la cabeza y denunciamos una supuesta injerencia totalitaria. No, hombre no, todo es relativo y la separación de poderes vale si todo va bien, pero cuando se tuerce o retuerce algo, como es el caso, debemos intervenir todos, sin distinción, para evitar males mayores, no sé si me explico. La ironía es, en efecto, signo de inteligencia, pero no invalida la crítica severa y el varapalo a la judicatura, más que merecidas. Menos rasgarse las vestiduras y más pensar, y ya está bien de hablar del fascismo o el comunismo, la democracia debe aprender a solucionar sus problemas sin invocar complejos del pasado, ¿me entiende? O a ver si es que el juez Llarena no está haciendo política desde la magistratura, por favor, seamos serios...
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