Acaba de aparecer el interesante libro América, The Beautiful (La presencia de Estados Unidos en la cultura
española contemporánea), coordinado por José Manuel del Pino, profesor del
Darmouth College, y editado por Iberoamericana-Vervuert. Mi contribución al
mismo (“Freakshow: la cultura americana en el espejo de la literatura”) comienza
con esta reflexión sobre un intrigante cuadro de Erró, un pintor cuya lucidez visual
me fascina cada día más (y su ignorancia cada día menos).
Quiero
empezar esta reflexión con una imagen significativa, un icono de las relaciones
posibles para un escritor europeo de origen español con la cultura
norteamericana, la primera cultura plenamente comercial de la historia. Como no
podía ser de otro modo, se trata de una relación icónica, esto es, una relación
mediada por las imágenes y la tecnología de producción de imágenes masivas.
Como se
puede ver, este cuadro del pintor franco-islandés Erró representa a un ratón
Mickey recostado en el diván de un psicoanalista. Detrás de él, en un plano que
parece más imaginario que realista, un par de moteras semidesnudas, con
pistolas y copas y botellas de alcohol en las manos, parecen a punto de
montárselo a lo grande en una fantasía surgida directamente de la imaginación
corrupta del ratón cinematográfico más famoso de la historia (una imagen
plagiada de los escenarios de porno pulp
de cualquier película de Russ Meyer y otros cineastas de sensibilidad grindhouse o de explotation que inspiraron también algunas escenas paródicas de las
novelas vanguardistas de Kathy Acker). Junto al ratón Mickey, sin abandonar su
pose de extrema atención clínica, el doctor Freud toma nota fiel de todas las
obscenidades que emanan de la boca entreabierta y sonriente (entendamos la
sonrisa como imperativo afectivo del negocio) del célebre roedor massmediático. Pero la imagen es
reversible a su vez: ¿y si viéramos al doctor Freud, esto es, a la cultura
europea, fascinada con el ello
deslenguado del ratón Mickey, ese ello
libidinoso que se hace imágenes y ficciones y música popular, cultura de masas
en general, y acaba con el prestigio de la cultura europea y con su supuesta
superioridad moral y cultural? Este cuadro representa también un acto de
ventriloquía inconsciente. Con su impostura de seriedad facultativa, Freud,
como representante de la inteligencia analítica y los valores de la alta
cultura europea, actúa como inquisidor perverso y obliga a Mickey a decir lo
que quiere, lo que más le interesa escuchar, transmitiéndole los signos de la
vulgaridad más desvergonzada que el mismo doctor, prisionero de su cultura
decimonónica, reprime tras una máscara de rigor científico y atildada
vestimenta burguesa. De ese modo, Freud proyecta en Mickey y a través de él,
más allá de su círculo de influencia, sus fantasmas y fantasías más inconfesables,
menos respetables. Se produce así un bucle comunicativo entre los dos
protagonistas de la escena: el mal endémico o el malestar libidinal de Mickey,
como consumidor de primer nivel de los productos menos prestigiosos de la
cultura de masas que él mismo representa como personaje mítico y en la que está
atrapado, es el síntoma desconocido del otro, que sólo así, mediante una
inversión del transfert
psicoanalítico, puede auto-diagnosticarse, evidenciar sus patologías más
arraigadas o exhibir ante el mundo su condición patológica forzada a encubrirse
o reprimirse tras una fachada de respetabilidad profesional.
La
conclusión a extraer de esta exégesis icónica es paradójica: tanto se podría
entender que Freud, con su potencia intelectiva, ayuda a Mickey a liberar su
libido, o al menos a expresarla públicamente sin cortapisas, ese deseo atrapado
en los mecanismos de la fantasía infantil diseñada por la factoría Disney para
consumo familiar, como Mickey, con su forzosa promiscuidad con la industria del
entretenimiento mediático mayoritario, alimenta las fantasías secretas del
doctor y el conocimiento exhaustivo de las mismas. Europa y América, en sus
facetas menos reconocibles, se desnudan en el espejo que cada una de ellas
representa para el otro y proceden a descubrir sus rasgos menos reconocidos…
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