martes, 4 de junio de 2013

ESPAÑA CADÁVER, O EL REGRESO DEL REALISMO FUNERARIO



 
Realism does not mean that we are able to state correct propositions about the real world. Instead, it means that reality is too real to be translated without remainder into any sentence, perception, practical action, or anything else. [Realismo no significa que seamos capaces de enunciar proposiciones correctas sobre el mundo real. Significa, en cambio, que la realidad es demasiado real para ser traducida íntegra en cualquier oración, percepción, acción práctica, o cualquier otra cosa.] 

-Graham Harman- 

Si es usted concejal de urbanismo o especulador inmobiliario o notario o banquero o mero propietario, no se moleste en leer este libro (Rafael Chirbes, En la orilla, Anagrama, 2013). Esta novela no es para usted, ni para ninguno de los cargos políticos o económicos que cometieron durante décadas este desfalco incalculable.
Hablemos claro, como hace esta demoledora novela de Chirbes. La historia española reciente es la historia del saqueo descarado y el expolio obsceno de un país por sus clases dirigentes. La historia picaresca de unos políticos oportunistas y sin escrúpulos y unos empresarios desaprensivos empeñados en cobrarse deudas históricas o rentabilizar influencias y relaciones o vivir como reyes fingiendo generar riqueza y bienestar para el resto. Así fue durante décadas, hasta que la bancarrota institucional y la ruina manifiesta dejaron el presente español tan esquilmado y exhausto como las cuentas de los excluidos y desahuciados del negocio, todos los que pagan ahora, sin haber participado en ella más que tragándose la farsa y alimentándose con los despojos, la orgía grosera e inmunda que se ha vivido aquí con una intensidad y una dedicación dignas de más nobles causas.


Hay dos estrategias posibles para escribir sobre esta situación devastadora. Una más globalizada y compleja, conectada a las realidades mediáticas y financieras de la escena internacional. Y otra más apegada al espacio local, de perspectiva más realista en el sentido tradicional, pero limitada al pequeño relato de las sórdidas experiencias de los protagonistas regionales de la crisis. Ambas opciones narrativas son igualmente válidas siempre que se realicen con talento y vigor verbal. Es obvio que Chirbes, por afinidad moral y estética literaria, ha escogido la última vía, la más plausible para muchos, aquella en la que su idiosincrasia artística, de matriz tremendista, podía ejecutarse con mayores garantías de éxito.
En este sentido, el inventario de males elaborado por Chirbes contiene verdades como puños, una contundente tanda de patadas y puñetazos a diestro y siniestro, nunca mejor dicho, golpes duros en la integridad política de sociatas y peperos, consentidores de los vergonzosos desmanes de sus cómplices empresariales. Un puñado de verdades dichas, además, con estilo malhumorado, grave, corrosivo y áspero para que todos se sientan aludidos. No hay inocentes en esta historia cruel, contada con todo el ruido y la furia de que es capaz un irónico discípulo de Faulkner y de Bernhard. A todos mancha esta corrupción generalizada de la realidad. A todos humilla, es lo que más duele en el fondo al que la lee sin prevenciones ideológicas. A todos avergüenza y ofende, incluso al escritor que maldice el mundo como un profeta ateo, disimulado tras la voz amarga de sus fallidas criaturas.
Esto no es una novela al uso. Esto es un ajuste de cuentas en toda regla. Una autopsia despiadada e intempestiva de la realidad española. La revancha implacable de un novelista desengañado contra un tiempo histórico degradado, desde el horror de la inmediata posguerra hasta nuestros días de liquidación total, donde la rapiña y la iniquidad fueron transmitiéndose como una tara genética de generación en generación. Una novela terrible sobre cómo se ha organizado en nuestra historia reciente el reparto del botín entre los secuaces según quien ocupara la poltrona del poder y administrara las prebendas del capital. Y, muy en especial, las últimas décadas, con el esperpento nacional batiendo todas las plusmarcas y acabando con las ilusiones creadas de que España fuera alguna vez algo más que una grotesca caricatura de Europa y la cultura europea. Sí, esa misma Europa neoliberal y tecnócrata que ahora fiscaliza la carroña del déficit y la masacre de los presupuestos y amenaza con doblegarnos a sus intereses mezquinos como castigo ejemplar por nuestros vulgares excesos y chabacanería secular.


Chirbes ha escrito una novela descarnada y feroz que hace justicia a la historia moderna de España. Una justicia que ningún tribunal sería capaz de impartir sin traicionar sus fines legales. La justicia de la literatura no cree en el cielo de los sentimientos, esa cursilería biempensante, ni en el infierno de las intenciones, ese puritanismo castrador, solo en la vileza, el encanallamiento, la degeneración y la ceguera moral de hombres y mujeres. Y ni siquiera eso. Solo en la fuerza del discurso para acabar con las mentiras y mitos que sostienen la realidad. Quizá sea esta violencia verbal, en definitiva, lo que alguien con la lucidez de Céline llamaría realismo.

2 comentarios:

Daniel Pelegrín dijo...

Anoche mismo terminé En la orilla, y esta mañana me encuentro tu excelente reseña, que se agradece. Creo que esta novela me ha producido aún más inquietud que Crematorio, que tal vez sea más desencantada. Ambas son, ya, obras de necesaria lectura. Aquí, efectivamente, se nos muestra con bisturí, pero también con lupa, la bajeza moral que reina hoy. Tenemos la voracidad lucrativa de los Pedrós de turno, pero también el carácter de gente como Esteban, alguien capaz de dejarse llevar toda la vida por la inercia del negocio seguro bajo la presencia árida de un padre frustrado: conformismo y frustración tienen mucha culpa de lo que somos en este país, bajezas aparte. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Me encanta la separacion que haces entre aquellos que todavia escriben bajo el manto de la historia nacional, y esos otros que lo hacen bajo las relaciones de fuerza que impulsan la globalizacion.
Tienes razon cuando comentas que en Chirbes hay mucho de juicio a la historia nacional: entre lo que la segunda republica pudo haber sido y lo que la democracia de la transicion no fue. El marco ideal para aquellos "afectados", que diria Giorgio Agamben, por el proceso de liquidacion de la "cosa publica" (Rex Publica) como el ethos simbolico de lo genuinamente humano por las diabolicas fuerzas que impulsan la globalizacion (Capitalismo y Guerra). Ese es el registro simbolico de su escritura.

Finalmente, me encanta cuando defines la pasion moral (juicio) de la literatura como violencia contra la realidad y los mecanismos que la constituyen. Aunque me temo que aqui diferimos. Lamentablemente no veo esa vocaCION DESTRUCTORA EN cHIRBES: su estilo es la produccion de eso que gil de Biedma dio en llamar apologias y peticiones. Sus verdades como punhos se reduce a aquello que podemos decir, ver y opinar sobre la corrupcion politica. A todo aquello que ya podemos leer en el periodico. No va mas alla de eso. Honestamente creo que escritores como Robert Juan Cantavella o el propio Roberto Bolanho trabajaron el tema de la corrupcion politica de un manera mas singulaR; por no mencionar tu caso. De una manera que me hacia pensar que producian algo diferente de lo que puedo leer en el periodo, el blog, y el canal de noticias (progres/reaccionario) de turno. Algo endiabladamente perverso.

Me temo que Chirbes no piensa la literatura como arma, como la creacion de un pistoletazo en medio de un concierto que diria la buena de Gopegui. No se, a lo mejor me equivoco, pero no me imagino a Chirbes como discipulo de SADE.Demasiado apegado al discurso humanista de toda la vida: el verdadero crimen que sobre el que su literatura trata de testimoniar, es precisamente la deconstruccion de este venerable modos de pensar lo humano por el "nihilismo posmoderno".
Si lo veo como discipulo de Ortega: Yo y mi circunstancias.

Creo que la pasion por lo REAl, por todo aquello que determina nuestras vidas, lo veo mucho mejor en otros escritores menos dados a luchar en los campos de batalla de la historia nacional y mas preocupados de hacerlo en los hiperreales escenarios creados por el proceso de integracion de la nacion espanola en la globalizacion: aquello que, para bien o para mal, verdaderamente determina nuestros ritmos vitales en la actualidad.

De todos modos, tengo de decirte que entiendo mucho mejor, gracias a esta intervencion, la relacion entre realismo y simulacro que articulabas en tu ensayo "Mimesis y Simulacro".

Gracias de nuevo por estar ahi. Enhorabuena por el premio "Herralde".

Antonio Ledesma.