martes, 10 de septiembre de 2019

ESO DILUCIDADO



[Stephen King, It (Eso), Random House (Vintage), trad.: Edith Zilli, 2019, págs. 1503]

Existe la creencia de que el mundo es radicalmente maligno. La convicción de que la cultura humana se desarrolla desde el origen en un entorno malvado. La idea de que, en el fondo, la realidad es vampírica y succiona la vida y el tiempo, la sangre y las ilusiones de todos los que habitan en este planeta maldito creado por una divinidad aciaga, un demiurgo chapucero y cruel. Esta visión pesimista del mundo participa del gnosticismo y de cierto sectarismo cristiano, puritano y fanático. El Eso de Stephen King glosa con ironía esta doctrina ancestral construyendo una ficción que desborda las categorías del terror y los límites del entretenimiento al asumir los postulados cosmogónicos que afirman la eternidad del mal y su metástasis por el cuerpo de la realidad. Y, de paso, oponerle un poder mental, conectado a los afectos de la infancia, que mitigue su influencia nefasta.
Esta maravillosa novela de horror contiene un ente maléfico que se metamorfosea como Drácula, desplegando avatares con los que ejerce un dominio totalitario sobre el mundo circundante. Esta criatura fantástica se manifiesta a través de las proyecciones inconscientes de sus espectadores. Su forma primordial es la del payaso criminal Pennywise, de sonrisa carnicera, pero también adopta cualquier otra figura imaginaria, íntima o terrorífica, que obsesione la psique de sus víctimas potenciales: el hombre-lobo, la momia, el tiburón spielberguiano, las pirañas dantescas, la “Cosa” carpenteriana, la momia, etc. Eso se configura, en definitiva, como un monstruo de monstruos, una forma informe, de vitalidad plástica infinita. Es la misma novela, además, la que duplica la depravada existencia del monstruo devorando o parasitando el sentido de la realidad de lectores y personajes.
Las exégesis sobre el significado último de esta novela mítica se multiplican tanto como la morfología del depredador demoníaco. Una de ellas interpreta que el ente libidinal llamado Eso es una alegoría del capitalismo y su poder omnímodo sobre la vida de la gente. A pesar de sus licencias, esta teoría sirve para explicar ciertos aspectos de la trama de ficción: cómo la presencia del monstruo causa la prosperidad económica de la ciudad de Derry donde ocurren los hechos narrados en la novela entre 1958 y 1985 y por qué la mayoría de los protagonistas son profesionales de éxito y grandes ingresos anuales. Estos se enfrentaron al monstruo matriarcal siendo niños en un episodio confuso que solo recuerdan, ya adultos, cuando regresan veintisiete años después para combatirlo de nuevo. El contacto infantil con La Cosa marcó a los miembros del Club de los Perdedores, excepto al modesto bibliotecario Mike que nunca abandonó la ciudad, con el signo americano del triunfo. Por otra parte, la referencia recurrente en los epígrafes de los capítulos a Paterson, el gran poema de William Carlos Williams, revela por parte de King una ambición y una intención de representar una alegoría total sobre la historia singular y la experiencia cultural norteamericana.
En este sentido, Eso cuenta la historia de una entidad extraterrestre de presencia ubicua e insidiosa que podría encarnar los atributos más destructivos del capitalismo, sin dejar de ser al mismo tiempo una horrible abominación digna de Lovecraft. La magia literaria de King logra convertir esta materia oscura en un cuento de terror moderno sobrecargado de miedos atávicos. Sus aciertos técnicos, precisamente, consisten en el desarrollo en dos tiempos entrelazados de su grandiosa trama narrativa y el manejo magistral de las múltiples perspectivas y la focalización alterna de los personajes, incluyendo sus espejismos y trampantojos, sin perder la omnisciencia que comunica la mirada total del narrador humano con el cerebro inhumano del ente maligno. La conciencia desnuda de este ser abominable aparece al final en varias parrafadas sobrecogedoras representando el papel de un demiurgo agonizante.
Quizá esto permita entender Eso como un texto sagrado. Un texto que contiene la verdad fantástica de nuestro mundo. Una hipótesis delirante que nunca será demostrada ni verificada más que a través de sueños, pesadillas y alucinaciones. Un texto paradójico que contiene respuestas imaginarias a las preguntas más oscuras y luminosas que la humanidad se plantea desde el principio de los tiempos. Un mito universal.

1 comentario:

JLO dijo...

todo lo escrito por King tiene su atractivo y toda escritura es política además como contás... lo que si pienso es que el ser humano es malo desde su nacimiento y por hechos vividos se va acomodando donde quiere... el dark side está mas poblado me parece jaja... saludos...