[Publicado en medios de Vocento el martes 10 de septiembre]
Tengo un
amigo al que le gusta experimentar con su cuerpo y su mente. Ante las últimas
noticias sobre epidemias, se precipitó a comprar el elixir del hombre-lobo y la
carnaza sevillana. Tras ingerir altas dosis del fármaco infantil e infectos productos
Magrudis, sintió que su cuerpo se sublevaba contra él. La mitad superior se le volvió
lobuna y la mitad inferior gozosamente femenina. Ha empezado a pintarse las
uñas de los pies de colores alegres y a peinarse el torso atendiendo a las
nuevas modas en peluquería animal. La vida se parece cada vez más a una peli
ochentera de Cronenberg, cuando creíamos que el canadiense filmaba pesadillas
fantasiosas. Hoy estamos sometidos a experimentos que solo reconocemos cuando
los efectos secundarios nos hacen atractivos para la televisión. Mi amigo ya se
prepara para recibir en casa a las cámaras de Tele 5 y Antena 3.
Tengo
otro amigo tan vicioso que cada vez que su mujer lo deja solo, por viajes y
asuntos de trabajo, en vez de ver porno como cualquier hijo de vecino, se
dedica a leer libros de teoría francesa subidos a internet. No solo se empapa
de Derrida, también se enfanga en Foucault y Deleuze, convencido de la
necesidad de mantenerlos vivos por lo que pueda pasar. Mi amigo es un perverso de
verdad y no uno de esos puteros baratos que solo usan los avances tecnológicos
para hacer regresar el cerebro humano al tiempo de los Picapiedra. Me acuerdo
de los Picapiedra ahora que Pedro y Pablo son nombres que suenan mucho en los
medios y no es para quejarse de la convivencia doméstica en un entorno de
dinosaurios veganos y vestuario femenino bastante primitivo. Estos Pedro y
Pablo de los que escuchamos hablar con frecuencia tienen rostros de piedra y
lenguas de madera y expresan menos con sus labios de lo que un sordomudo podría
descifrar.
Mi mejor
amiga pasa los días estudiando neurociencia y consumiendo series británicas.
Ahora que viene el “Brexit”, me dice, es el momento. Me explica que el
funcionamiento de la conciencia humana no es tan distinto de la vida política.
La conciencia actúa como una asamblea democrática donde el liderazgo solo
aparece de manera temporal para controlar el desorden y tomar decisiones. Me comenta
también “Years and Years”, una curiosa serie sobre futuros alternativos donde se
habla de España. La España de 2027 es un paraíso global del matrimonio gay gobernada
por un partido revolucionario de extrema izquierda. Y me pregunto si será esto
lo que Sánchez, con su don profético, pretende evitar que suceda ya en 2019. Y
si será esto, en definitiva, lo que Iglesias quiere acelerar, antes de que se
le acabe el crédito. A juzgar por sus actitudes, cabría pensar que a los
líderes políticos les preocupa más el futuro de España que su presente. No hay
quien se lo crea.
2 comentarios:
Lúcidas reflexiones, como siempre, estimado amigo. “Carnaza sevillana”, las pesadillas filmadas por Cronenberg, Tele 5 y Antena 3: Derrida, Foucault sin el péndulo y Deleuze, el cerebro a lo Picapiedra. Brexit. Puteros baratos. Una España utópica. Si me lo permites, déjame que añada un par de cosas más para redondear: la paranoia vital, tanto individual como colectiva del universo de Philip K. Dick, y la desintegración física y mental del universo de J. G. Ballard. Esto sí que es para creerlo. Es mundo es feo y todo está roto. Nuestra civilización padece un agotamiento vital. El abatimiento y la apatía reina por doquier y el mundo es una franquicia en declive, una versión de saldo de cualquier ideología. Al menos que la vida sea un sueño, nada tiene sentido. Pues, como realidad, es un fracaso en toda regla.
Desde hace mucho tiempo voy diciendo por ahí que entren en este magnífico blog; que recojan citas, que lean los libros que se reseñan aquí; películas, etcétera, y que se dejen de tantas mandangas.
Un fuerte abrazo, querido Juan.
Muchas gracias, amigo Francisco, por el comentario: en estos artículos me empeño, quizá contra toda razón, en cruzar una sensibilidad forjada en Dick y en Ballard, por no dar otros nombres, con una agudeza y un sentido crítico sobre las aberraciones locales bien nutridas, sobre todo, de Larra y compañía...
Un abrazo cómplice, somo siempre!
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