Lo han conseguido. La vida se ha vuelto aún más
insufrible de lo que ya era antes de la pandemia. ¿En beneficio de qué o de
quién? Mejor no planteárselo. Es Navidad y nadie excepto la valiente Alina Chan
se pregunta por el origen del virus y menos todavía por sus variantes. Esta
pandemia ha inoculado en nuestros cuerpos y mentes un componente mucho más
poderoso que las dichosas vacunas. Mucho más fuerte que la genética mutante del
virus. Ahora somos más conscientes que nunca de lo que somos en realidad. Seres
humanos que viven en todo el planeta con miedo a morir.
Somos lo que somos, frágiles y vulnerables, no
se trata de creerse superhéroes, pero juntos podemos hacerlo. Acabar con la
pandemia y con los que nos la echaron encima como una maldición para
fastidiarnos. Somos muchos y estamos en la misma lucha, no cabe rendirse.
Afrontemos lo peor sintiéndonos parte de una especie animal que tiene numerosos
motivos para sentirse orgullosa. Acabemos con esto. No veo mejor propósito para
el año nuevo. Reinventemos la vida, el amor, las relaciones, con todo lo que
sabemos ahora. Con todo lo que hemos perdido, en nombre de los millones que han
muerto, hagámoslo ya. Pongamos fin a la pesadilla.
No hay que ser un idealista para pensar que las
cosas pueden mejorar. Tampoco un pelmazo para recordar que están muy mal. Y que
debemos hacer algo para cambiarlas. Creer en otros valores tal vez. Afirmar lo
que tenemos en común y apartar por un tiempo las diferencias. No usarlas para
enfrentarnos, debilitando nuestras fuerzas. Necesitamos un cambio drástico y no
es tan fácil. No perdamos el tiempo atacando a los políticos. Son nuestros
empleados y no deberían olvidarlo. Vean la hilarante sátira “No mires arriba”,
lo último de la factoría Netflix, y comprenderán qué está pasando en el mundo.
La tarea es inmensa. Miremos al futuro sin miedo y sin esperanza. Es la única
salida del siniestro laberinto en que nos han metido. Mantengamos los ojos
abiertos y la inteligencia despierta.
Y podemos, a partir de ahora, formular en libertad una serie de dudas racionales. La ciencia es una aliada fiable, o no. El salvoconducto perfecto es haber superado la enfermedad, o no. El remedio infalible es vacunarse hasta la enésima dosis, o no. El ómicron representa el final de la pandemia, o solo el principio de la endemia, o ninguna de las dos. Nadie sabe nada. Qué alegría. Vivir en la incertidumbre de verdad. 2022 podría ser un buen año para empezar a imaginar otro mundo. O no.
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