La historia
es una carnicería, así lo cuentan los manuales. Todos los que han querido
cambiar la historia solo han causado masacres. China celebra el fastuoso centenario
de la fundación del Partido comunista como si fuera el funeral de los millones
de vidas sacrificadas al Gran Salto Adelante y la Revolución cultural. Los
chinos tienen razones para estar contentos. Venían de la hambruna y la pobreza
y el matadero maoísta los ha conducido al frenesí de la riqueza y el consumo
capitalista.
El éxito
chino es simétrico al fracaso occidental. La doctrina neoliberal dominante
desde los años ochenta fue la de desvincular el Estado y la iniciativa privada,
motor del capitalismo, y crear una casta de multimillonarios autistas. Así nos
va. La inteligencia dialéctica de los líderes chinos les hizo comprender que el
capitalismo era un tigre poderoso al que convenía mantener encerrado en la
jaula del estado autoritario. Y así les va.
Mi
carnicero votaba siempre a Izquierda Unida, con conciencia de clase, pero desde
las palabras del ministro Garzón contra la carne roja ha declarado la guerra a
la ganadería ecológica y piensa votar a Vox, que al menos son caníbales, dice,
y lo reconocen. Da miedo la situación política. Esta izquierda sensiblera nos
va a echar en brazos de la bestia parda en las próximas elecciones si SuperSánchez
no lo evita comiéndose otra tonelada de ministros y chuletones al punto.
La carne
sintética, me explica el carnicero cabreado, es un bodrio intragable. Le
confieso, para provocarlo, que llevo años deseando hacerme vegano sin lograrlo,
pero ahora con la nueva ley “Trans”, eliminada la carnicería quirúrgica, a lo
mejor me declaro mujer, cosa que me tienta desde que era joven. Ya se sabe que
las mujeres nunca hacen ascos a la compañía de otras mujeres y que los hombres las
ponemos nerviosas y hasta inquietas con nuestras manías atávicas. Somos así.
Como el día y la noche. Yin y yang. Humedad y calor. Sol y luna. Nubes y
lluvia. Ese es el indiscreto encanto de lo hetero, quien lo probó lo sabe.
La ley lo puede cambiar todo, no esto. Si me declaro mujer y vegana poseo todas las ventajas para infiltrarme en los lugares íntimos donde las mujeres revelan sus secretos más preciados. Y si me apropio del refinado erotismo chino y su inteligencia proverbial, podría encarnar incluso el ambiguo modelo de seductor al gusto del siglo XXI. Quién ha dicho que de esta maldita pandemia no salimos reforzados. Resiliencia y emprendimiento. Es la fórmula del futuro.
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