miércoles, 21 de julio de 2021

CARNICERÍA


 [Publicado en medios de Vocento el martes 13 de julio] 

La historia es una carnicería, así lo cuentan los manuales. Todos los que han querido cambiar la historia solo han causado masacres. China celebra el fastuoso centenario de la fundación del Partido comunista como si fuera el funeral de los millones de vidas sacrificadas al Gran Salto Adelante y la Revolución cultural. Los chinos tienen razones para estar contentos. Venían de la hambruna y la pobreza y el matadero maoísta los ha conducido al frenesí de la riqueza y el consumo capitalista.

El éxito chino es simétrico al fracaso occidental. La doctrina neoliberal dominante desde los años ochenta fue la de desvincular el Estado y la iniciativa privada, motor del capitalismo, y crear una casta de multimillonarios autistas. Así nos va. La inteligencia dialéctica de los líderes chinos les hizo comprender que el capitalismo era un tigre poderoso al que convenía mantener encerrado en la jaula del estado autoritario. Y así les va.

Mi carnicero votaba siempre a Izquierda Unida, con conciencia de clase, pero desde las palabras del ministro Garzón contra la carne roja ha declarado la guerra a la ganadería ecológica y piensa votar a Vox, que al menos son caníbales, dice, y lo reconocen. Da miedo la situación política. Esta izquierda sensiblera nos va a echar en brazos de la bestia parda en las próximas elecciones si SuperSánchez no lo evita comiéndose otra tonelada de ministros y chuletones al punto.

La carne sintética, me explica el carnicero cabreado, es un bodrio intragable. Le confieso, para provocarlo, que llevo años deseando hacerme vegano sin lograrlo, pero ahora con la nueva ley “Trans”, eliminada la carnicería quirúrgica, a lo mejor me declaro mujer, cosa que me tienta desde que era joven. Ya se sabe que las mujeres nunca hacen ascos a la compañía de otras mujeres y que los hombres las ponemos nerviosas y hasta inquietas con nuestras manías atávicas. Somos así. Como el día y la noche. Yin y yang. Humedad y calor. Sol y luna. Nubes y lluvia. Ese es el indiscreto encanto de lo hetero, quien lo probó lo sabe.

La ley lo puede cambiar todo, no esto. Si me declaro mujer y vegana poseo todas las ventajas para infiltrarme en los lugares íntimos donde las mujeres revelan sus secretos más preciados. Y si me apropio del refinado erotismo chino y su inteligencia proverbial, podría encarnar incluso el ambiguo modelo de seductor al gusto del siglo XXI. Quién ha dicho que de esta maldita pandemia no salimos reforzados. Resiliencia y emprendimiento. Es la fórmula del futuro. 

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