miércoles, 10 de febrero de 2021

LABORATORIO DE MENTIRAS


  [Publicado ayer en medios de Vocento]

 Así es el mundo en estos tiempos oscuros. Ahora comenzamos a descubrir la verdad. Desde el principio, la covid fue politizada por quienes no supieron preverla ni tampoco reaccionar a tiempo a la virulencia de sus ataques. Ha sido ganar Biden y la verdad resplandece. Hemos confundido la necesidad con la virtud y nos hemos extraviado en un laberinto de mentiras que conduce al laboratorio chino donde todo se originó. Ya decía Sherlock Holmes que cuanto más descabellada sea la hipótesis más cerca está de la verdad. Hay que estar ciegos de ideología para no ver lo evidente.

Y lo obvio es que la crisis se generó en la ciudad de Wuhan donde existe un laboratorio puntero que trabaja desde hace años con esta clase de virus. Si lo hace para prevenir desarrollos futuros de la peligrosa criatura o para fabricar armas biológicas de destrucción masiva, nadie lo sabe a ciencia cierta. Que la covid surgiera allí en 2019 no es casualidad. Que se extendiera después por el mundo tampoco. El virus inicial, asegura el biólogo Bret Weinstein, padeció tales tensiones durante la fase de experimentación que busca, al expandirse por el planeta, llevar al límite su programa evolutivo. Por eso muta tanto. Y China ocultó la información a sabiendas. La verdadera teoría conspirativa, como ironiza Bill Maher, es la que sostiene el origen natural del virus. Otro mito romántico. Vivimos en la cultura más científica y tecnológica de la historia humana y aún creemos, como ingenuos, que la naturaleza se venga con plagas de nuestros excesos. Lo hemos visto en tantas películas y leído en tantas novelas, es parte de nuestro imaginario contemporáneo, y nos negamos, sin embargo, a verlo en la realidad.

Ahora sabemos la verdad y la verdad duele. La verdad es revolucionaria y lo pone todo patas arriba. La política, la ciencia, la educación, el capitalismo. Todo el mal en el mundo proviene de que hombres y mujeres no son capaces de enfrentarse solos a la verdad sin sentir angustia. Mucho menos a la soledad. Una y otra, verdad y soledad, forman una pareja maléfica. Como el virus y su nefasta politización. Esta pandemia representa el momento crítico en que se ha hecho visible para todos sin excepción lo que nadie quería ver bajo ningún concepto. Y lo que muchos interesados esperaban que nunca fuera visible. El siglo XXI se ha despojado de sus imposturas publicitarias y se muestra ahora al desnudo. Como un monstruo artificial. No nos engañemos más. Mirémoslo sin miedo mientras podamos. 

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