Mi
columna de ayer en medios de Vocento.
Acaba el año 2016 y la palabra “populismo” es elegida para
definirlo.
Populismo
ha sido la palabra española de moda en 2016, me dice una vieja amiga en la
fiesta de Nochevieja. La palabra que ha salido de todos los labios a todas
horas ya no es “refugiados”. La palabra que ha resonado en todos los micrófonos
y en todos los canales, en radios, televisiones y parlamentos, no es “terrorismo”.
No me preguntes la razón, pero la palabra que ha sintonizado más gente en el
año que concluye al fin no es “corrupción”, sentencia guiñándome un ojo pícaro.
No seas populista, le replico irónico, sabiendo que seré malentendido al
pronunciar esa palabra maldita justo en el momento en que el reloj madrileño comienza
a escenificar la defunción de un año y el nacimiento de otro.
En el
primer minuto del año nuevo, sin atender a las felicitaciones y selfis que nos acosan,
mi amiga me vuelve a guiñar el mismo ojo crítico para anunciarme que en el
extranjero las cosas son distintas. Van por delante. Ella lee prensa alemana, francesa,
americana e inglesa y se cree bien informada. La palabra del año ahí no ha sido
“populismo”. La palabra mágica con que se ganan elecciones y plebiscitos fuera
del territorio nacional es “posverdad”, la secuela intelectual del populismo
rampante. Y me lo anuncia sonriendo antes de abandonarme para irse a bailar con
otros invitados en cuanto suena en el salón abarrotado lo último de Beyoncé.
Por
suerte para todos, el DJ de la noche es experto en ciencias políticas y me
acerco a él para ver con qué tiene pensado animar la fiesta de la primera
madrugada del año. No digas una palabra, ya lo sé, es una desgracia, me dice al
saludarme. Mi amigo publicó este otoño pasado un tratado político sobre el tema
que ha vendido varios miles de ejemplares y venderá muchos más en 2017.
Me
atrevo a pedirle que ponga una canción de Radiohead y me comenta que si hace
eso la gente dejará de bailar y la fiesta se morirá de aburrimiento. Le sugiero
otras opciones y me señala con el dedo la lista interminable de canciones
nacionales e internacionales de éxito asegurado que se ha molestado en
seleccionar, saqueando Spotify, para mantener al personal entonado durante toda
la velada.
Me aparto
del pinchadiscos, cruzo entre los efusivos bailarines fingiendo compartir su
pasión musical, y me siento en un sofá a saborear tranquilo el Macallan de 25
años que el anfitrión ha tenido la generosidad de servirme en un vaso especial.
Mientras paladeo el primer sorbo me entretengo meditando seriamente en el
sentido de las palabras y las ideas de moda. Inspirado por la fragancia del
whisky de malta, se me ocurre que Escocia haría bien en segregarse del Reino
Unido y unirse a la UE. También yo me siento populista esta noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario