lunes, 17 de noviembre de 2008
DICCIONARIO DE IDEAS (MAL) RECIBIDAS SOBRE GUILLERMO CABRERA INFANTE
Aliteratura. La única literatura posible para mí sería una literatura aleatoria (Tres Tristes Tigres/TTT). Proponer este enunciado como paradigma de esa peligrosa tentación: final punto coser de máquina la y paraguas el (TTT). El resto es pura literatura.
Bolero(s). Himno (vulgar) a Eros. Discutir que la prosa narrativa de GCI aspire en todo momento a ser oída/leída como tal.
Borges. Ponderar su gran influencia en GCI. Especialmente en el manejo de espejos, dobles, bromas filosóficas y simulacros que se confunden con la realidad, como los de Carroll. Considerar a Funes el memorioso un precursor intelectual de Bustrófedon.
Bustrófedon. Antiguo procedimiento de escritura en zigzag con el que GCI bautizó al daimon habanero que contamina de verborragia y logomaquia el dispositivo (meta)lingüístico de TTT.
Caín (G.). Ingenioso seudónimo inventado para burlarse del poder. El crítico cinematográfico transformado en cínico ente de ficción muestra así su carácter de ficción institucional, política y cultural. El volumen que compila sus críticas y retrata su carismática figura (Un oficio del siglo XX) puso las bases de su concepción cómica de la narrativa y supuso una primera tentativa de desestabilización de la lengua y la cultura canónicas. En todo caso, su muerte era inevitable: Caín muere para que viva su alter ego, que tiene cosas más importantes que hacer: zurcir las medias, atropellar monjas, escribir panegíricos; esto es, las labores propias de su seso (Oficio)
Carroll. Ponderar su gran influencia en GCI. Especialmente en el manejo de espejos reversibles, motivos paródicos, bromas lógicas y tableros de juego que se confunden con la realidad, como los de Borges. Considerar a Humpty Dumpty un precursor fantástico de Bustrófedon.
Censura. Cirugía radical que afectó durante décadas a las glándulas mamarias nombradas (o sólo insinuadas) en TTT. Hoy se entiende que es innecesaria ya que todo el mundo acepta que ciertas cosas no se deben escribir.
Cervantes. Decir que era el más cervantino de los escritores hispanos y que por eso mismo no le dieron el premio homónimo hasta 1997.
Chachachá. En Cuba, en aquellos duros años, se cometía delito sólo por bailarlo en su doble modalidad (horizontal y vertical). Su mera pronunciación era considerada provocativa.
Cine. Le gustaba y lo consumía en exceso (o en excelso, según diría su colega Walter Ego). Gran cinéfilo, cinéfago o film-buff: ver cine era para GCI condición cine qua non para vivir. Lo aprendió todo de este medio artístico (técnicas, diálogos, referencias, humor) y le devolvió todo lo que había aprendido escribiendo críticas, guiones, artículos y ensayos. Pero nunca dirigió una película, quizá porque odiaba la película virgen tanto como la virginidad femenina. La mayoría de sus libros se componen de restos y rastros de celuloide profanado.
Cuba (Mea). Expresión convicta de pertenencia polémica a la Neverland de sus sueños y pesadillas. Añadir un comentario político: Nadie abandona un (falso) paraíso sin pagar un alto precio vital por recuperar la (ilusoria) libertad.
Cultura. Citar TTT para probar su absoluta (post)modernidad: Fíjate que te hablo de la literatura y del cine y de la televisión. La cultura actual.
Escritor. No se hacía ninguna ilusión tampoco sobre ese ingrato oficio. Eres eso, un escritor: un espectador tibio (TTT).
Estética. La más apropiada a sus pretensiones artísticas la formuló, sin pensarlo dos veces, alabando las tetas exorbitantes de una modelo exhibicionista y, de paso, parodiando la sinestesia de Shakespeare: la belleza que se puede ver, tocar, oír, oler y gustar con todos los sentidos; ver con las manos, oír con la boca, gustar con los ojos, oler con los poros del cuerpo (TTT). No obstante, desilusionado por la vida y el amor, se consideraba sólo un esteta: El esteticismo es el último refugio del fracaso de la vida (La ninfa inconstante).
Estilo(s). Decía execrarlo(s). Para combatir cualquier tentación estilística, sobre todo durante los rigores del estío, practicaba frecuentes “exorcismos” (también llamados “parodias”).
Exilio. Especificar que en el extraño caso de GCI este vocablo expresa, con picardía, tanto un desdoblamiento físico como una disidencia mental.
Faulkner. Decía preferir a “Fuckner”, su lascivo alter ego.
Habana (La). Añadir siempre: Para un infante difunto. Explayarse hablando de la Pavana de Ravel y, con ironía salaz, del Mar de Debussy (o, agotando la discoteca, de La siesta de un fauno). Sugerir, sin embargo, que la Habana genuina era para GCI la del sueño y la memoria. Una ciudad fastuosa y sentimental, como de viejo musical de Minnelli. Una Habana de celuloide fantástico repleta de gloriosas cantantes, cabarets nocturnos y juerguistas caribeños incoercibles.
Habano (Puro). Sucedáneo consumible de La Habana. Otras veces facsímil fálico que se hace humo y ceniza entre los dedos para conjurar, con melancolía, la fugacidad del placer y el deseo. Fumador hedónico y escritor a contracorriente, GCI dedicó otro gran libro festivo (Puro humo) a las nupcias del cine y el tabaco. Lo puro y lo impuro de cada negocio y, como colofón, el ocio ruinoso de la literatura. Recordar a Barthes cuando decía: El puro es un emblema capitalista, vale; pero, ¿y si produce placer? ¿No hay que fumarlo? Añadir que a GCI le horrorizaba que el capitalismo actual rimara placer con cáncer y prohibiera fumarlo.
Hemingway. Mal modelo sexual pero no literario. Señalar la influencia del estilo lacónico de descripciones y diálogos en el joven GCI. Hablar de Balada de plomo y yerro como una versión habanera pret-à-porter y prerrevolucionaria de The Killers y de Vista del amanecer en el trópico como de un remix tropical post-revolucionario de las viñetas narrativas de In our time.
Ionesco (La). En TTT proclamó en vano la urgencia de fundar este organismo patafísico en sustitución de la UNESCO real. Sus miembros de honor serían Marx (Groucho y Harpo), Queneau y Quevedo.
Joder. El joder corrompe, el joder total corrompe totalmente (TTT).
Joyce. Reducirlo, injustamente, a precursor dublinés de GCI.
Juego. La literatura es un juego de placer como el sexo y casi tan vital.
Klee (Roman à). Fingida clave autobiográfica para escribir libros tan inventivos como TTT y La Habana para un infante difunto.
Literatura. Citar como definición este fragmento de Exorcismos de esti(l)o: Literatura es littérature en francés, y litter es basura, desperdicio en inglés, mientras rature, de nuevo en francés, es tachadura, y lit es lecho, esa cama donde me acuesto a hacer literatura: solamente en español la literatura no significa otra cosa. Y concluir: Literatura es todo lo que se lea como tal (Exorcismos).
Londres. Referirse a O, excitante colección de ensayos pop, en relación con esta urbe (hoy pasada) de moda. O citar su insinuante título francés: Orbis oscillantis. O hablar de las incitantes muchachas del Swinging London (la movida movida de los sesenta). O de sus cuerpos divinos. O del orbe oscilante de sus senos. O de los devaneos literarios de GCI. O de Wonderwall y Blow Up. O de Jane Birkin, desnuda en ambas. O…
Marx. Evocar la influencia incomparable de estos hermanos cómicos en su ideario. Hacer un recuento fiel de todas sus Marxismas (Exorcismos).
Miriam (Gómez). Mujer. Musa. Móvil. Médium. Lamentar una vez más que, excepto en el delicioso Delito por bailar el cha-cha-chá, GCI no haya contado la génesis de su relación duradera.
Mujeres. El orbe narrativo de GCI rota alrededor del efímero femenino como de un magnetizador erógeno. Ningún otro escritor ha penetrado con tanta indiscreción en la mente y el cuerpo de las mujeres. Temer que muchos lo encuentren censurable. Obsceno. Prosaico. Habría que remontarse hasta el siglo XIV, con el Arcipreste de Hita, como declaró alguna vez, para hallar un paradigma comparable.
Nabokov. Padre severo de la nínfula por excelencia, con el que GCI, a pesar de sus ínfulas aristocráticas, aprendió a deletrear las reglas supremas de la literatura moderna.
Novelas. Prefería escribir libros inclasificables donde se pudiera imaginar cómo se vería la luz de una vela cuando está apagada (TTT).
Offenbach. Gato mítico al que dedicó una necrológica digna de Ovidio.
Oulipo. Apuntar que GCI construyó en solitario su propio taller de literatura potencial en español.
Parodias. En GCI podían surgir tanto del odio al par como del amor al parodiado. Aclarar que en sus libros la literatura y la vida se parodian mutuamente.
Paronomasias. Eran su diabólica debilidad. Por crearlas se mostraba dispuesto literalmente a todo: burlarse de un amigo, de una amada e incluso de una mamada (La Habana).
Petronio. Autor del Satiricón. Uno de sus libros favoritos. Soslayar sus efectos afrodisíacos. Anotar que TTT es, entre otras cosas, un Satiricón romanceado. Una sátira menipea: humor ingente, erotismo turgente, ingenio insurgente.
Pop. Emparentar esta estética con el gusto moderno por la moda y la vulgaridad en todas sus manifestaciones: En la segunda mitad del siglo XX la elevación de la producción pop a la categoría de arte (y lo que es más, de cultura) es no sólo una reivindicación de la vulgaridad sino un acuerdo con mis gustos (La Habana).
Revolución. Proponer que la auténtica revolución cubana la hizo GCI en la prosa irreverente de sus libros y artículos. Era, por idiosincrasia, un revolucionario del lenguaje y la cultura y, por tanto, un adversario de cualquier Reichvolución (Exorcismos).
Scott Fitzgerald. Prefería alternar, de todas todas, con su colega beodo “Scotch Fizzgerald”.
Sexo. Siempre el mismo. El propio, caprichoso y ocurrente, dando savia vital a sus ficciones. Y luego el femenino: recurrente objeto de sus correrías eróticas. Mencionar cómo en La Habana para un infante difunto el narrador penetra de cuerpo entero en la vagina de una mujer y acaba remontando el curso errático de la vida y contando su nacimiento biológico como renacimiento literario.
Silencio. Proclamar que el silencio de GCI es la estrategia subversiva de un escritor expatriado que maneja las palabras originarias de la tribu como un malabarista y el astuto sigilo de un agente secreto de la inteligencia.
Sterne. Otro de sus maestros de cabecera. Lamentar que GCI no pudiera esquivar la muerte con tanto desenfado como su admirado Tristram Shandy.
TTT. El título falsea la realidad ex profeso. Reducir a tres el número de “tigres” es otra operación de alquimia verbal. Silvestre, Arsenio, Bustrófedon, Códac y Eribó conforman un quinteto instrumental pletórico. Y no siempre suenan tristes, por lo menos mientras hay mujeres delante. O detrás. O a un lado. Donde sea pero cerca de ellos.
Z. “La voz detrás de la voz”: ¿Quién escribe?... Pero la última duda es también la primera -¿de qué voz original es el lenguaje el eco? (Exorcismos).
Publicado por
JUAN FRANCISCO FERRÉ
en
1:35
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario