Los
sexos andan revolucionados y la realidad cada día más incontrolable. No se
puede parar el progreso de la sociedad posmoderna, embarcada en un proyecto de
superación de mitos y tabúes en el que la ciencia y la tecnología actúan como
motores de transgresión. En el mundo global del siglo XXI, el gran mercado
donde todo se compra y se vende, es imposible imponer el imperio de la ley o la
rancia moral sobre los deseos y los actos más humanos sin parecer una monja
mojigata o un cura retrógrado. Pasada la Semana de Pasión, ya podemos cotillear
sobre asuntos turbios sin que nadie nos perturbe.
Si la
ciudadana García Obregón se ha salido con la suya en su plan de resucitar al
hijo fallecido como niña sintética es por la misma razón que tantos Hamlets
adolescentes pueden exigir una reasignación quirúrgica de su sexo. Las
distinciones son hipócritas. Nos guste o no, es lo que tiene vivir la vida loca
del capitalismo consumista, con sus identidades múltiples y fluidas y sus
familias flexibles. La derecha y la izquierda más puritanas, opuestas al aborto
y la prostitución, pretenden poner freno al desafuero y acotar el campo de lo
posible con estrategias políticas inútiles.
En materia
de manipulación genética estamos aún en pañales, nunca mejor dicho. Ahora es el
vientre de alquiler, recurso con que hombres y mujeres obtienen de la ciencia
un servicio que contraviene a la naturaleza, siendo lo más natural, por otra
parte. Es así como el caso de la maternidad artificial de la ciudadana García
Obregón se transforma en cuento de ciencia ficción con ramalazos ancestrales.
En el futuro inmediato se impondrán técnicas de concepción y gestación de bebés
customizados, impresos en 3D al gusto de clientes con ansias de reproducirse. Y
más tarde, cuando las élites quieran, el doctor Frankenstein proveerá de clones
pluscuamperfectos para conocer el goce de la vida eterna y la inmortalidad
biológica con que la humanidad lleva soñando milenios.
Este es el mundo monstruoso que se perfila tras el escándalo de la veterana estrella del famoseo español que acaba de realizar, supuestamente, el milagro de que el semen de su hijo la haya hecho abuela sin copular con otra mujer. El negocio de la ciencia nació para hacer feliz a la especie humana y satisfacer sus deseos más primarios. Los más egoístas también, como los genes que multiplican el vacío de la vida al infinito. La madre dolorosa y el hijo muerto, una vez más, clonando su trágica historia por los siglos de los siglos. Amén.
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