[Como todos los años desde sus inicios, por
estas fechas el blog se transforma en foro de discusión cinéfila entre mis
gustos disidentes, expuestos en primer lugar, y, justo después, los de un
puñado de amigos (reconocidos film buffs o avezados exploradores de la cosa fílmica) con opiniones a menudo
divergentes: Manuel Arias Maldonado,
José Ángel Barrueco, Noel Ceballos, David Leo García, Txema Martín, Vicente
Molina Foix, François Monti, José Ramón Ortiz, Pepo Pérez (en riguroso
orden alfabético).]
JUAN FRANCISCO FERRÉ
El tiempo
de la iconomía, también, sí, por qué
no. Cine y metacine en 2018. Es decir, el año mismo en que, tras leer un fascinante ensayo de
Peter Szendy (Le supermarché du visible.
Essai d´iconomie, Les Éditions de Minuit; 2017), encuentro la palabra
perfecta (una palabra maleta, o portmanteau
word) para expresar la relación que existe desde siempre entre el cine y el
dinero, la producción y la existencia de las imágenes y la economía financiera
que las hace posibles o imposibles (“el
dinero es el reverso de todas las imágenes que el cine muestra y monta al
anverso”, como escribiera Deleuze). En el año en que se ha recuperado, al
fin, la fastuosa ruina fílmica de Orson Welles (The Other Side of The Wind) era importante recordar esto, por si
algún idealista, abonado a Netflix o todavía no, como es mi caso, no entendía del
todo la luminosa idea de Deleuze sobre la que funda Szendy su discurso teórico:
“con el cine, el mundo pasa a ser su
propia imagen, no es que una imagen se convierta en mundo…el universo como cine
en sí, como metacine”.
La
excentricidad y el riesgo, la aventura de crear y la ambición y audacia artísticas,
hoy por hoy, son los únicos valores estéticos que me excitan de verdad. Lo
demás se lo dejo a los monaguillos y los sacristanes de la cultura.
Sin más
rodeos, esta es mi (falsa) docena dorada (en orden de preferencia) con algunas explicaciones
quizá innecesarias:
- Burning
(Lee Chang-dong)
Narrativa
elíptica y enigmática para poner en imágenes una potentísima alegoría nacional (e
internacional) de una indescifrable ambigüedad intelectual y afectiva: alegoría
social, sexual, política y cultural. Nuevos modos de ser (nuevos sujetos o
nuevas formas de individuación) como respuesta a un contexto global que afecta,
sobre todo, a los jóvenes de ambos sexos (el triángulo protagonista). Además,
es una adaptación literaria que ironiza sobre la trivialidad posmoderna del
texto original (un relato anodino de Haruki Murakami) y lo confronta al
esplendor morboso y alto voltaje estético de otra literatura menos complaciente
con su tiempo (William Faulkner), modelo de escritura para el protagonista
(encarnación del sujeto antiguo) y, por descontado, para su magnífico director.
El trágico final abre la película a todas las interrogantes que el espectador
nunca podrá responder(se) sin poner en juego sus ideas sobre lo que ha visto. Magistral.
- La
casa de Jack (Lars Von Trier)
Una
alegoría total, sobre el arte y la vida, el mundo de los vivos y el mundo de
los muertos, encarnada en un asesino en serie que es un artista maníaco
representativo del final de los tiempos. Von Trier escenifica su venganza con
la misma frialdad estética con que su criminal comete una tras otra sus
atrocidades. Nihilismo extremo en estado de ebullición creativa. Von Trier hace
cine contra todo y contra todos. El final visionario en el infierno es lo más
lejos que ha llegado el ojo cinematográfico en mucho tiempo. Estamos todos
condenados…
- Under the Silver Lake (David Robert Mitchell)
Fascinante
fábula sobre la vida y la cultura contemporáneas. Una charada postlynchiana
donde el desamor, la perplejidad erótica, la vinculación edípica y el
desarraigo sexual guían al protagonista, con ingenio felliniano, de situación
en situación, de etapa en etapa, hasta la revelación final y el desengaño de la
madurez. La alta cultura está muerta y enterrada desde hace mucho tiempo, ya lo
sabemos, pero la cultura popular (o de masas) es un trampantojo: una farsa
adolescente, un engañabobos comercial, un simulacro publicitario para rellenar
el vacío, fomentar el negocio y preservar el poder de los ricos que seducen a
las chicas con sus promesas de fama y felicidad y sumen a los chicos en la
idiotez onanista y la consoladora ideología conspiranoica. Pero la vida sigue, por
fortuna, con todas sus ambigüedades, amenazas, malentendidos y errores, con sus
mitologías ridículas y sus pequeñas magias inútiles, como dice Borges del amor.
Andrew Garfield da el tipo atolondrado, obsesivo y a la deriva en un mundo de
imágenes e imposturas que se ha vuelto incomprensible para una mirada
convencional: un niñato neurótico y pajillero errando por una ciudad irreal
como Los Ángeles en busca de un sentido de las cosas que ya no existe más que
como falso misterio y repetición huera (la logomaquia del loro de la vecina
destetada) o es un fraude cultural (la impresionante secuencia con el viejo Compositor,
o la de la modelo estilizada llorando desconsolada en su solitaria mansión mientras
el dron la espía despiadado, estarán pronto en todas las antologías del cine
del siglo). Esta gran película hay que defenderla hasta de sus fans (me
incluyo), no digamos de la ceguera de sus tristes detractores, que no se
molestan en entender la obviedad de los mensajes cifrados en la superficie
(deslumbrante) de sus imágenes, como muestra la gloriosa fantasía de Riley
Keough, otra esfinge sin secretos, nadando en la piscina como una réplica de
Marilyn Monroe en sus trágicas postrimerías…
- El
hilo invisible (Paul Thomas Anderson)
La
perfección encarnada en una película de apariencia inconsútil. El arte de la alta
costura es una metáfora de la construcción (impecable) de la película. Sus
limitaciones (notorias) están al servicio de su grandeza, pero hay hilos sueltos,
flecos y costuras visibles que embellecen el tejido y la textura del traje
narrativo. Contiene, además, la historia de amor más tóxica y arrebatadora que
se ha visto en pantalla desde los melodramas románticos de Hitchcock (Sospecha, Rebeca, Vértigo).
- Mektoub,
mi amor: canto uno (Abdellatif Kechiche)
La vida
descrita al nivel de la piel y los sentidos: sensualidad desaforada y carpe diem, fricción corpórea y placer
carnal, cuerpos expansivos en acción y reacción permanente, exhibicionismo gozoso
de la rotundidad y opulencia de las formas femeninas, celebración del ardor, la
sensualidad y la vida física en plenitud, empirismo erótico, promiscuidad
playera, instinto básico, hedonismo vulgar. Extravíos veraniegos del corazón,
la entrepierna y la cabeza. Libertinaje (hetero)sexual y naturalismo francés de
primera calidad, sin cursilerías ni aditivos sentimentales…
- Les garçons sauvages (Bertrand Mandico)
La
película transgénero de la década. Un
cóctel explosivo de fabulación e imaginación visual que combina la estética queer y el lirismo metafórico de Cocteau
y Genet con delirantes dosis de sensibilidad lynchiana, rivettiana y ruiziana.
Una parábola transexual donde los personajes son actrices travestidas que se
desnudan a fin de despojarse de la identidad criminal y la patología masculina
por las que sus personajes fueron condenados a la exclusión y el aislamiento en
una misteriosa isla poblada de extrañas criaturas, deseos perversos y
sortilegios inconscientes. Plano a plano esta película no admite fáciles comparaciones.
El cine insólito de Mandico es la irrupción más sugestiva y original desde las
primeras películas de Guy Maddin en los años noventa y Raúl Ruiz en los ochenta.
- First
Reformed (Paul Schrader)
Por
fin, el gran Schrader encuentra cómo dar sentido ético y estético al estilo
trascendental que tan bien supo analizar en el cine de sus maestros Bresson,
Ozu y Dreyer y lo convirtió en uno de grandes talentos del Nuevo Hollywood (como
confirman sus guiones para Taxi Driver, Fascinación, El Yakuza y Toro
salvaje y sus películas Hardcore, American Gigoló, Cat People, Mishima, Patty
Hearst, Aflicción y, ya a comienzos de este siglo, Auto Focus). El
estilo trascendental expresa aquí, a través de un cine que se atreve a asumir
el debate moral y la gravedad de la existencia sin paliativos, no una visión
religiosa, conformista, sino una verdad irreverente e intempestiva, de
indudable filiación nietzscheana: condenar los males de este mundo no implica
defender la ilusión del otro mundo, criticar la corrupción de lo mundano no
conduce a abrazar la falacia de lo ultramundano. Siendo así, el estilo lacónico
de Schrader logra imponer, en la elección kierkegaardiana del reverendo protagonista, la
inmanencia del amor sobre la trascendencia del odio, el nihilismo y la
destrucción. Una obra contundente y demoledora, de una rabiosa actualidad…
- Aniquilación
(Alex Garland)
Una
parábola inquietante sobre el Antropoceno y sus secuelas para la vida terrestre:
ese período histórico en que la naturaleza ha sido humanizada por su contacto
promiscuo con los productos y subproductos de la vida humana, pero también en
que la humanidad se expone como nunca a las fuerzas biológicas y geológicas que
ha liberado su acción incontrolada. Garland lleva al límite de sus
posibilidades visuales las premisas científicas y fantásticas de la novela
original de Jeff VanderMeer. Una oda a la monstruosa belleza de la vida recreada en
imágenes de una belleza escalofriante y convulsa. La danza ingrávida, al final,
entre el cuerpo de la protagonista y la réplica antropomórfica es un prodigio
de puesta en escena.
- Creepy (Kurosawa
Kiyoshi)
Terror
asiático en estado de trance hipnótico. Todo el sadomasoquismo carnal y la
crueldad y tortura psíquica de las relaciones sociales, sexuales y familiares
transformados en un cuento perturbador de miedos primarios, poderío ancestral y
atavismos inconscientes de la especie. El mejor y más siniestro Kurosawa de la
década.
- High
Life (Claire Denis)
Una perversa
fábula sobre el sexo y la procreación proyectada en el vacío del espacio
interestelar. Denis evoca imágenes y motivos de Solaris, Alien o Interestelar para imponer su visión clínica
y cruel de las relaciones humanas más allá de la matriz terrestre y entre las
estrellas del firmamento. Los altos vuelos de la película no siempre se
traducen en altos conceptos. Así, el acoplamiento orgiástico de Binoche con la
máquina hiperorgásmica recuerda a Barbarella
y se encuentra ya en las antologías del género más degenerado…
- Zama
(Lucrecia Martel)
Difícil
adaptación literaria que se resuelve en un relato cinematográfico premioso y a
veces tedioso que alcanza en su tramo final una suprema belleza visual. Martel
vuelve a demostrar su gran talento venciendo todas las dificultades del
proyecto. Las secuencias del cautiverio indígena son, como las visiones del
infierno de Von Trier, muestras de una imaginación fílmica muy poderosa.
- Amante
por un día (Philippe Garrel)
Esta pequeña
película merece estar en esta lista (y verse sin prejuicios) solo por escuchar
los orgasmos musicales de Louise Chevillote, una prima donna del asunto, y asistir a su entrega total como
actriz amateur al acto físico del
amor (una celebración del placer femenino que las feministas deberían
reivindicar como propio). El austero cine de Garrel ha ganado mucho al entrar
en combustión con la inteligencia libertina del gran Jean-Claude Carrière, guionista
de Buñuel y de muchos otros directores creativos, el Lorenzo da Ponte del cine
europeo…
- Roma
(Alfonso Cuarón)
Neorrealismo
high-tech y prestigio Netflix
conjugados en un producto concebido para espectadores necesitados (dicho con todo el respeto) de cierta redención
moral. No se le pueden negar sus méritos cinematográficos: virtuosismo de la
cámara y el montaje, esmerada fotografía en blanco y negro, eficaz dirección de
actores, sutileza del escenario, etc. La tecnología digital más sofisticada se pone
al servicio de una suntuosa puesta en escena fundada en la culpa: de raza, de
sexo, de clase. Un potente dispositivo visual de lavado de conciencia y
blanqueo ideológico. Desde la primera secuencia, el fregado lustral, con el
agua sucia vertida actuando como pantalla reflectora, Cuarón deja claro que si
en su anterior película (Gravity)
habló del cielo, ahora se dispone a hablar del suelo. Pie a tierra (¿México?), con los
ojos puestos en el cielo (¿Hollywood?). Y viceversa. Con todo, a su retrato mexicano de las
relaciones entre la burguesía progre de la época y las criadas indígenas le
falta malicia buñueliana y le sobra, ay, buenismo socialdemócrata (o simplemente
cristiano).
*Pruebas
irrefutables de que Hollywood aún tiene cosas interesantes que contar, aunque
sea a su manera aparatosa y espectacular: Ready
Player One, Misión imposible: Fallout, La forma del agua, Gorrión rojo, Mundo
jurásico: el reino caído.
*Valiosas
recuperaciones de años anteriores: Detroit,
Kaili Blues, El tercer asesinato, En
realidad, nunca estuviste aquí, Antes de desaparecer, En la playa sola de noche,
Lo tuyo y tú, El día después. La visión de estas tres últimas me ha
reconciliado con Hong Sang-soo después del fastidio y la indiferencia que me
producían sus películas de los últimos años. Y En la playa sola de noche, en particular, me parece una de las
grandes películas de su filmografía y una de las mejores que he visto este año,
aunque sea a destiempo.
*La
revisión de la filmografía fundamental de Lee Chang-dong (Peppermint Candy, Oasis,
Secret Sunshine, Poetry) me permite considerarlo, después de Burning, uno de los más grandes
directores de nuestro tiempo.
*Teleseries
del año: Coincoin et les z´inhumains,
del genial Bruno Dumont, una alegoría devastadora sobre la Francia de Macron y
Le Pen, es tan buena o mejor que muchas de las películas de mi lista, pero la
coloco aquí para encabezar mis preferencias seriéfilas
(el medio es el mensaje, no puedo obviar su procedencia televisiva) y demostrar
que las series europeas son a menudo más creativas que las americanas, tan del
gusto convencional o mayoritario. Y después, en orden de preferencia, las
nuevas series o miniseries más estimulantes: Heridas abiertas (Sharp Objects), Maniac, Homecoming, American Crime
Story: El asesinato de Gianni Versace, Kidding, Colony, The Haunting of Hill
House, Castle Rock, El alienista,
Carbono alterado. Y
algunas de las antiguas: Billions 3, The
Affair 4, Homeland 7, Westworld 2…
MANUEL ARIAS MALDONADO
Aquí
van, en orden alfabético y sin prelación alguna, mis doce películas del año,
una por mes; no sin dejar constar que ya incluí Zama, que habría merecido estar
aquí, en mi lista de 2018.
BLACKkKLANSMAN.
Spike Lee at his best: una película trepidante, capaz de combinar distintos
tonos en el marco de un thriller policíaco que va de la comedia al drama y hace
un uso eficaz de las imágenes documentales y de la abstracción visual para
abordar un tema desgraciadamente contemporáneo -el racismo- de una manera
nueva.
CLIMAX.
Arriesgada pero fascinante pieza de terror, Climax supera toda clase de
dificultades dramáticas y el evidente riesgo del malditismo para constituirse
en un artefacto estético de primera categoría, con claros guiños a Argento en
el empleo del color y unos números de baile verdaderamente notables. Es una
lástima que la fábula quede empequeñecida mediante el recurso a los
psicotrópicos como motor de la trama; la alusión a la violencia primigenia del
ser humano habría dado aún más altura al film.
COLD
WAR. Prodigio de síntesis, Cold War es capaz de encapsular en menos de hora y
media unos treinta años de historia política comunista a través del romance
entre una impetuosa joven y su profesor de música: un auténtico amor fou que
los lleva de Polonia a Francia y de regreso a Polonia, sugiriendo que los
obstáculos que el capitalismo pone al amor humano no son nada comparados con
los creados por el comunismo soviético.
EL HILO
INVISIBLE. Paul Thomas Anderson ha vuelto a crear una película exquisita y
turbadora, en este caso dedicada a la figura de un genio de la alta costura a
la vez misántropo y depredador de sus efímeras musas. Su sentido visual es otra
vez superlativo, la música de Johny Greenwood parece emanar de la propia cinta
y Daniel Day-Lewis brilla a gran altura encarnando a un personaje problemático
que sugiere que la creación artística es incompatible con la vida ordinaria.
EL OTRO
LADO DEL VIENTO. Finalmente, el proyecto inacabado de Orson Welles ha visto la
luz gracias al dinero de Netflix y el abnegado trabajo de un conjunto de
colaboradores liderado por Peter Bogdanovich. Aunque la película es solo una
posible versión de la concebida por Welles, quien dejó montados solamente 40
minutos, el resultado está por momentos a la altura de su desordenado genio y
constituye una impagable adición a su filmografía pese a las imperfecciones -a
veces embarazosas- del producto.
EN
TRÁNSITO. Aunque ha pasado desapercibida por la cartelera, En tránsito confirma
a Christian Petzold como un talento emergente del cine europeo. Por momentos
hermética, casi kafkiana en su voluntad de parábola atemporal y al mismo tiempo
rabiosamente contemporánea en su abordaje de los desplazamientos humanos por un
mundo lleno de fronteras, la película deja huella en el espectador pese a sus
riesgos o quizá gracias a ellos.
ISLA DE
PERROS. Hermosísima filigrana basada en la técnica de animación del stop-motion
y valiente acercamiento a la cultura japonesa en tiempos de denuncia de la
llamada «apropiación cultural», Isla de perros despliega el habitual sentido de
su creador para el detalle y el humor, en este caso al servicio de una fábula
animalista que es también una meditación sobre la exclusión política y el
señalamiento del diferente como chivo expiatorio.
LAZZARO
FELIZ. Extraordinaria película de la joven italo-alemana Alice Rohrwacher,
Lazzaro feliz actualiza la veta más simbolista del neorrealismo italiano sin
dejarse enredar por su potencial farragosidad, combinando virtuosamente lo
social y lo trascendente, lo abstracto y lo corpóreo, en su relato de la
esclavitud padecida por unos trabajadores rurales en una zona perdida del
centro de Italia a manos de una aristócrata que juega con sus percepciones -un
caso real que Rohrwacher emplea para proponer una amarga tesis entre
rousseauniana y platónica sobre la felicidad en la ignorancia, además de para
poner un espejo delante de una Italia decadente.
ROMA.
Aunque lastrada por la corrección política que subyace a su argumento, Roma es
ante todo una lección cinematográfica de su director, que, irónicamente, ha
echado mano del formato panorámico de los 65 mm. para realizar una película
destinada vía Netflix a las pequeñas pantallas que hoy portamos con nosotros.
Llena de portentosos planos-secuencias y difíciles escenas colectivas, la
película de Cuarón recupera un cierto sentido del melodrama que a veces
recuerda al injustamente olvidado Arturo Ripstein.
SIN
AMOR. Abrumadora metáfora sobre la Rusia contemporánea, esta oscura cinta de
Andrey Zvyagintsev pone delante del espectador una realidad social dominada por
el egoísmo individual y la desaparición del Estado: la desaparición de un niño
al comienzo de la cinta, mecanismo dramático empleado por Antonioni en La
aventura y últimamente recuperado por Farghadi en A propósito de Ely, pone en
marcha una angustiosa búsqueda que revela la deprimente condición del homo
post-sovieticus en la Rusia de Putin.
UN
ASUNTO DE FAMILIA. Absorbente indagación en los márgenes de la sociedad
japonesa, este pausado drama de Hirokazu Kore-Eda encierra una prodigiosa
vuelta de tuerca en su tercio final, cuando el sentido de todo lo que hemos
visto resulta alterado tras la ruptura de la singular comunidad familiar cuya
existencia se nos ha venido relatando.
WESTERN.
Consagración de la directora alemana Valeska Griesbach, Western convierte una
premisa bien improbable -las peripecias de un equipo alemán de trabajadores en
la campiña búlgara- en una incisiva reflexión sobre la masculinidad, la
nacionalidad y el europeísmo que se sirve del western, entendido como género de
frontera, para llegar a donde quiere llegar.
JOSÉ ÁNGEL BARRUECO
Tras
darle muchas vueltas, aquí van mis listas de películas, series y documentales.
Mis
películas de 2018:
1-Columbus
(Kogonada)
2-The
Disaster Artist (James Franco)
3-Tres
anuncios en las afueras (Martin McDonagh)
4-Call Me by Your Name (Luca Guadagnino)
5-El
hilo invisible (Paul Thomas Anderson)
6-Yo,
Tonya (Craig Gillespie)
7-The Post. Los archivos del Pentágono (Steven
Spielberg)
8-Ready Player One (Steven Spielberg)
9-Isla
de Perros (Wes Anderson)
10-Hereditary (Ari Aster)
11-Misión Imposible: Fallout (Christopher McQuarrie)
12-Mandy (Panos Cosmatos)
13-BlacKkKlansman (Spike Lee)
14-Searching (Aneesh Chaganty)
15-Viudas (Steve McQueen)
16-Lucky (John Carroll Lynch)
17-First Reformed (Paul Schrader)
18-Clímax (Gaspar Nöe)
19-La
balada de Buster Scruggs (Hermanos Coen)
20-Roma
(Alfonso Cuarón)
Mis
series de 2018:
1-El
terror
2-Sharp
Objects
3-Kidding
4-Fuga
en Dannemora
5-Altered
Carbon
Mis
documentales de 2018:
1-Film
Worker. A la sombra de Kubrick
2-Historia
de la ciencia ficción
3-Pioneros
de la ciencia ficción
4-André
el Gigante
5-Elvis.
The Searching
NOEL CEBALLOS
Mejores
películas estrenadas en España durante 2018 (en riguroso orden alfabético):
- Annihilation,
de Alex Garland.
- The
Ballad of Buster Scruggs, de Joel e Ethan Coen.
- Un beau
soleil intérieur, de Claire Denis.
- Call
Me By Your Name, de Luca Guadagnino.
- Isle
of Dogs, de Wes Anderson.
- Lazzaro felice, de Alice Rohrwacher.
- Mandy, de
Panos Cosmatos.
- Mission:
Impossible - Fallout, de Christopher McQuarrie.
- Phantom
Thread, de Paul Thomas Anderson.
- Quién te cantará, de Carlos Vermut.
- Roma, de Alfonso Cuarón.
- Shrek Retold, de varios autores.
- Spider-Man:
Into the Spider-Verse, de Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman.
- Under
the Silver Lake, de David Robert Mitchell.
- Zama, de Lucrecia Martel.
Mención
especial al tesoro recuperado que es The Other Side of the Wind, de Orson
Welles.
Y otra
mención especial a una joya televisiva: la segunda temporada de Atlanta, creada
por Donald Glover.
DAVID
LEO GARCÍA
1. BURNING
(L. Chang-Dong)
Milagrosa
película sostenida sobre lo invisible, donde los conflictos arden con más
intensidad desde el fuera de campo. Inútil resaltar uno solo de sus componentes
(realización precisa, actuaciones veraces, guion con múltiples capas de
lectura), porque es la suma de los factores la que la conduce a la perfección.
2. THE
GREEN FOG (G. Maddin) + DRAGONFLY EYES (X. Bing)
Dos
reformulaciones del “metraje encontrado”, a cada cual más marciana; desde un
remake de Vertigo fabricado con fragmentos de otras películas (ironizando sobre
la reproductibilidad de la emoción) hasta una sátira de la hipervigilancia
china asistida por vídeos de cámaras de seguridad.
3. DIE TOMORROW (N. Thamrongrattanarit)
Ensayo
sobre la muerte de originalísima premisa: el autor rueda los últimos (anodinos,
fascinantes) momentos de víctimas mortales de accidentes, dando una vuelta a la
mística de la contemplación.
4. LAZZARO FELICE (A. Rohrwacher)
Preciosa
fábula de costumbrismo alucinado a la que sus múltiples referencias no impiden
alzar el vuelo. Gozo para la visión, para la sensibilidad y para la
inteligencia.
5. LE LION
EST MORT CE SOIR (N. Suwa) + LUCKY (J. C. Lynch)
Dos
fantasías vitalistas rodadas sobre los acantilados de la muerte, que además
cumplen como reflexiones metacinematográficas mediante el juego con las
filmografías de sus protagonistas (respectivamente, J.-P. Léaud y H. D.
Stanton).
6. THE
HOUSE THAT JACK BUILT (L. von Trier)
El
autor más reconocible de nuestro tiempo nos ofrece una corrosiva comedia negra
de asesinatos en la que carga contra todos y todos, incluido él mismo y, en
última instancia, contra la propia película.
7. THE STRANGE ONES (Ch. Radcliff, L.
Wolkstein) + QUIERO LO ETERNO (M. Á. Blanca)
La
revelación del indie americano y la película española más poderosa del año se
confabulan para presentarnos estos retratos de enfants terribles perdidos en su
psique y en el abismo digital, de una perversidad insólita.
8. THE
FLORIDA PROJECT (S. Baker)
Un
viñeteado kitsch y tierno sobre la supervivencia lumpen deja paso, ironía
mediante, a una aleación imposible entre Pather Panchali y un anuncio de Toys
“R” Us.
9. SEASON OF THE DEVIL (L. Diaz) + COCOTE
(N. C. de los Santos Arias)
Lo
político, lo religioso y lo mitológico se juntan para bailar (tinikling o
merengue) y cuestionar la herencia colonial española.
10. LA TELENOVELA ERRANTE (R. Ruiz, V.
Sarmiento)
Raúl
Ruiz sigue ganando batallas póstumamente gracias a su compañera Valeria
Sarmiento, que completa este fresco sobre la sociedad chilena valiéndose de los
clichés del culebrón.
TXEMA MARTÍN
1. El
hilo invisible (Paul Thomas Anderson)
Lección
de lenguaje y de buen gusto, unos efectos de sonido apabullantes y una historia
que retrata a un maestro de la moda obsesivo, amigo de relaciones tóxicas y con
una hermana tremenda. La película más emocionante y redonda de Thomas Anderson
que supone la despedida de la interpretación de Daniel Day-Lewis en estado de
gracia.
2. Roma
(Alfonso Cuarón)
Este prodigioso
álbum de recuerdos de Cuarón no solo supone una verdadera hazaña artística,
sino también el punto de inflexión de cine producido y estrenado en plataformas
digitales. Una película inolvidable que encierra una bellísima historia de amor
y de respeto.
3.
Clímax (Gaspar Noé)
Tras
una escandalosa introducción de baile urbano, Noé no somete luego a una
situación claustrofóbica mediante plano secuencia y puro trance.
4. Call me by your name (Luca Guadagnino)
La
película más hermosa que se ha rodado en mucho tiempo. Ahora cabe preguntarse
cómo habría quedado si lo hubiera dirigido James Yvory y si realmente necesita
una segunda parte. En cualquier caso, un filme inolvidable.
5. The
Rider (Chloé Zhao)
Un
western moderno sobre la identidad en el mortal mundo de los rodeos en los que
los jóvenes se juegan la vida y donde cabe el lirismo, la belleza y la
desolación.
6.
First Man (Damien Chazelle)
Retrato
sobre la conquista del espacio desde un punto de vista eminentemente personal.
Los planos subjetivos y detalles ilustran un drama que explica que la guerra
espacial tuvo víctimas como cualquier contienda bélica.
7.
Quién te cantará (Carlos Vermut)
Es una
alegría que en nuestro país se hagan películas como estas y exista un director
como Vermut. Aquí utiliza elementos de la cultura pop y del fenómeno fan para
contar una historia de violencia doméstica dura y retorcida.
8.
Entre dos aguas (Isaki Lacuesta)
Uno se
pregunta cómo se puede hacer tan buen cine con tanta realidad, sin actores
profesionales y retratando toda la desesperanza que cabe en un trozo de tierra.
O cómo puede funcionar tan bien una secuela cuya primera parte casi nadie ha
visto.
9.
Hereditary (Ari Aster)
Con
todos mis respetos a Mandy o a A Quiet Place, esta ha sido a mi juicio la gran
película de terror de este año, con estilo propio y originalidad pero mostrando
fidelidad al género. Se ha llegado a comparar con obras mayores como El
Exorcista pero esta tiene una protagonista más rara. Dicen que los
cortometrajes de Ari Aster también son la bomba.
10. El
Reino (Rodrigo Sorogoyen)
La
corrupción española tiene en esta película su gran retrato cinematográfico
rodado casi de forma simultánea a los hechos que relata. Hay secuencias de 10 minutos
y la escena en la que se despacha a gusto Luis Zahera frente a un atónito
Antonio de la Torre, ambos sublimes, es una de las mejores secuencias que he
visto este año.
Reivindicaciones:
American Animals (Bart Layton)
The Guilty (Gustav Möller)
A prayer before dawn (Jean-Stéphane Sauvaire)
The house that Jack built (Lars Von Trier)
Permanent Green Light (Dennis Cooper, Zac Farley)
The Strange Ones (Christopher Radcliff, Lauren
Wolkstein)
SERIES
Patrick Melrose
The Looming Tower
El día
de mañana
A Very
English Scandal
American
Crime Story: El asesinato de Gianni Versace
Fuga en
Dannemora
VICENTE MOLINA FOIX
1. Roma. Alfonso Cuarón. El pequeño dolor
humano contado con audacia técnica, honda simplicidad dramática y constante
invención cómica.
2. Cold War. Pawel Pawlikowski. La guerra
fría europea en coros y danzas, chanson francesa y jazz americano. El musical
del año.
3. El Reverendo (‘First Reformed’). Paul
Schrader. El fanatismo convertido en el bello arte de un fundamentalismo
formal.
4. Lázaro feliz. Alicia Rohrwacher. La
nueva fabulista de la gran tradición italiana del cine cristiano.
5. Casi 40. David Trueba. Alacridad
sentimental de inspiración francesa en el marco incomparable de una España
monumental que no se divisa.
6. Caras y lugares. Agnès Varda y JR. O de
cómo ampliar en imágenes fijas lo transitorio: la vida humana, la vista, la
memoria.
7. Burning. Lee Chang-Dong. Extraordinaria
adaptación prolongada de un bello cuento de Murakami. Grandes actores.
8. El hilo invisible. Paul Th. Anderson.
Alta costura fílmica para una historia de artistas y modelos protagonizada por
trajes.
9. Petra. Jaime Rosales. Otro ejercicio de
escamoteo del paisaje bello para realzar las figuras de una familia en
descomposición.
10. La novia del desierto. Cecilia Atán y
Valeria Pivato. Minimalismo delicado, road movie de carreteras secundarias,
inolvidables rostros y cuerpos sin glamour.
(En un
año de buenas películas, me falta por ver al enviar esta lista ‘Entre dos
aguas’ de Lacuesta/Campo y quedan fuera por número ‘En tránsito’ de Christian
Petzold y ‘Sin amor’ de Andrey Zvyagintsev)
FRANÇOIS MONTI
¿Cómo
no enamorarte de un año que empieza con The Phantom Thread y acaba con Under
the Silver Lake? De la de Paul Thomas Anderson, ya se ha dicho mucho. De la de
David Robert Mitchell, me temo que no se dirá bastante. Es una versión light y
tinseltowniana (es decir, digestible para un público más amplio) de esa
literatura de alta voltaje en la cual cultura pop rima con conspiración. El
delirio Under the Silver Lake es imprescindible para los fanáticos de Pynchon,
DFW o del amigo Ferré y, quién sabe, puede llevar a lectores más timoratos a
entender el atractivo de estos autores (como podéis ver, arranco el año en modo
optimista).
Con
estos dos filmes, ya podríamos dar por bueno nuestro año cinematográfico. Pero
la fiesta no acaba aquí. La última de Kore-Eda ratifica (en justicia, no hacía
falta) su posición en la cúspide del cine ‘concienciado’. Prueba, de manera
definitiva, que no es necesario poner en escena a un padre vendiendo a su niño
para hacer cine social. En un estilo radicalmente diferente, el Burning de Lee
Chang-dong también sacudió los códigos del miserabilismo de gran pantalla. Más
de un director rumano debería tomar nota.
Otra
gran sorpresa nos viene de Francia, con Les garçons sauvages, un película muy
de hoy, con mujeres en papeles masculinos, pero también absolutamente sui
generis. Algo de Cocteau, algo de Burroughs, algo de kitsch y algo de magick.
Y, sobre todo, Vimala Pons.
Luego
vienen unas cuantas películas que no tienen nada más en común que dejarnos, por
lo menos, algunas escenas de puro cine. Me refiero a Lucky, The Death of Stalin
y, sobre todo, The House that Jack Built, con su final infernal que me trajo
recuerdos, salvando las enormes distancias, del Faust de Sokurov.
También
me gustó mucho American Animals, este extrañísimo y inestable docu-ficción.
Quizás no sea candidata a top 10 para nadie más que para mí, pero me lo pasé de
miedo viendo los recuerdos contradictorios de los protagonistas de esta
aventura estrambótica hacer mella en la estructura narrativa del director.
Cierro
mi lista, más o menos desordenada, con Zama de Lucrecia Martel. Visualmente,
una obra maestra. No la vi en buenas condiciones y su relativo hermetismo me
indica que tendré que volver a verla.
Fuera
ya del top 10, dejamos la simpática Isle of Dogs de Wes Anderson y dos pelis
terroríficas que tienen su cosa sin llegar a convencer: Hereditary y Mandy.
Sin orden particular:
Paul Thomas Anderson - Phantom Thread
David Robert Mitchell - Under the Silver Lake
Hirokazu Koreeda - Shoplifters
Bertrand Mandico - Les garçons sauvages
Lee Chang-dong - Burning
Lars Von Trier - The House That Jack Built
John Carroll Lynch - Lucky
Armando Iannucci - The Death of Stalin
Bart
Layton - American Animals
Lucrecia
Martel – Zama
JOSÉ RAMÓN ORTIZ
Ahora
que anoto mis películas y series favoritas, caigo en cuenta de que fui muy poco
al cine este año y que en Netflix solo veo Friends... pero aquí están, en orden
alfabético.
A Quiet
Place (John Krasinski; Platinum Dunes). No he visto un
thriller tan bien hecho en años. De hecho, lo pongo en la categoría de
Hitchcock.
Angels
Wear White (Vivian Qu; 22 Hours Films). Una forma muy
impresionante de ver el abuso sexual. Actuaciones magníficas de gente muy joven
y una edición que de verdad molesta, artísticamente, al espectador. Una joya
que, creo, pasó sin pena ni gloria y de la que no se dijo nada.
BlacKkKlansman (Spike Lee; 40 Acres and a Mule). Una anécdota
ridícula y con mucho buen humor que no deja de ser densa al fijarse en uno de
los problemas más graves de USA. Sirve mucho como comentario político de la
actualidad, pero sobre todo es un desenfreno de buenas actuaciones y un guion
macizo y muy inteligente.
Blockers (Kay
Cannon; Point Grey Pictures). La mejor comedia del imaginario High-School
americano que he visto desde American Pie.
Crazy Rich Asians (Jon M Chu; Color Force). Me
gustó por extravagante y su fórmula que actualiza la forma más básica de la
comedia gringa
Daredevil, 3ra
temporada (Drew Goddard ; Netflix). Mientras las películas del llamado Universo
cinematográfico de Marvel cada vez son más ridículas y malas; en Netflix han
expandido ese imaginario de forma más madura e inteligente. No solo la tercera
de Daredevil, también la segunda de Jessica Jones y algunos
empisodios de Luke Cage, han replanteado el superheroísmo desde una postura más
lógica. Prefiero Daredevil por su compromiso moral con el buen-hacer y las
coreografías.
The Haunting of Hill House (Mike Flanagan, Netflix). Empecé
a ver este seriado esperando una gran historia de terror, y resultó ser un
drama familiar muy denso y perfectamente estructurado. Creo que fue la mejor
serie que vi en el año, sobre todo por la calidad actoral y una narrativa que
iba de Stephen King a García Márquez sin tropiezos.
Isle of Dogs (Wes Anderson; American Empirical Pictures). Siempre
he considerado a Anderson un genio de la estética, aunque lo suyo sean siempre
historias muy planas. Sin embargo, la Isla de los perros resultó un guion
complejo y con una estética bellísima. Tiene una cualidad ética muy
distinguible en el conjunto de sus producciones,
Mente
revólver (Alejandro Ramírez; Ei2 Media). Mi película mexicana
favorita del año. Un estudio casi mudo y muy interesante sobre la violencia
nacional actual, desde una anécdota imaginada del magnicida Mario Aburto
Martínez, tal vez como el iniciador de la realidad contemporánea. Destaca mucho
el sonido de la cinta y sus mecánicos leitmotiv.
Phantom Thread (Paul Thomas Anderson; Focus Features). Pienso
que debe ser el mejor director de nuestra época y que, con esta clase de
historias, tan centradas en personajes extravagantes, estudia la condición de
nuestra humanidad. Daniel Day-Lewis es el mejor actor que ha habido jamás.
Roma (Alfonso
Cuarón; Netflix). Desconozco cómo ha sido recibida fuera de México, pero aquí
me gusta sobre todo por su revitalización del melodrama que nos formó
cinematográficamente en este país. La edición, la fotografía y el sonido son
impecables; tiene dos escenas chocantes que sobran y molestan.
Spiderman: Into the Spider-Verse (Bob Persichetti, Peter Ramsey; Columbia). Seguramente
la mejor película de superhéroes hecha jamás. Por supuesto se debe a que es una
animación (como si las películas de superhéroes no lo fueran), lo que le da
mucha libertad de imaginar. Me encantó el soundtrack.
Terminal (Vaughn
Stein, Beagle Pug Films). Un elogio muy posmoderno del cine noir, lo
caricaturiza al grado de hacer un homenaje a genios como Fritz Lang.
You Were Never Really Here (Lynne Ramsay; Why Not Productions). Quizá
la que más me gustó en 2018, una forma muy inteligente de contar la misma
historia (de acción) de siempre, y los dramas habituales. Joaquin Phoenix es el
mejor actor del mundo.
Zama (Lucrecia
Martel; Bananeira Filmes). Un producto extraño, sin duda, porque está basado en
esa novela que nadie lee de Antonio di Benedetto. Es una gran producción, un
guion muy bien escrito y una súper actuación de Giménez Cacho.
*** Como postdata dejo dos shows que me encantaron en Netflix, además de la resurrección de Queer Eye; sobre todo porque estoy todo el tiempo en la cocina (he descubierto que prefiero los sartenes a los libros). Uno es Nailed It!, una oda a la mediocridad, los perdedores y el valor de la dificultad; el otro, que es un gran programa con mucha inteligencia que logra combinar el terror recreativo, los muppets (teleñecos les llaman en España), y el feeling rockabilly con pasteles es The Curious Creations of Christine McConell.
PEPO
PÉREZ
1.COLD WAR, dir. Paweł Pawlikowski
1. ROMA, dir. Alfonso Cuarón.
Dos películas extraordinarias, muy diferentes entre
sí pero con un mismo nivel de excelencia. Ambas surgen de la memoria familiar,
y se nota. Pawlikowski se inspira en la historia de amor de sus padres para
fabular sobre el desarraigo del emigrante político de la Europa del Este
durante la era del telón de acero; Cuarón reconstruye su infancia en la colonia
Roma de Ciudad de México durante el El Halconazo de 1971 para contar la vida de
su tata, la criada indígena de su familia, a quien está dedicada la película.
La cinta de Cuarón bebe del neorrealismo italiano, de Visconti y del Fellini
más tardío, pero el director mexicano hace suya esa tradición porque lo que
cuenta es, hay que insistir, profundamente personal. He notado que hay algunos
espectadores que se creen más listos que Cuarón y pretenden reprochar al filme
una “crítica sociológica”; en realidad dicha crítica está implícita para quien sepa
verla, porque Cuarón no explica, muestra. Pero está “todo” ahí. Su tono es
lento y sereno, en una película de metraje generoso y majestuoso formato
panorámico donde todo su oficio, que a estas alturas es mucho, se pone al
servicio de un gran amor. Por contraste, el estilo formal de Pawlikowski en
COLD WAR, más allá del blanco y negro común, es casi el contrario: secuencias
breves, diálogos lacónicos y elipsis abismales, un poco en la tradición de la
nouvelle vague, para una cinta que no llega a la hora y media de duración. Lo
personal es político, sobre todo cuando es verdaderamente personal. Hay otro
rasgo común a ambos filmes: todo está realizado con un extraordinario cuidado
(iba a decir “amor” de nuevo), ya sean los números musicales de COLD WAR o las
escenas corales costumbristas de ROMA.
1.
THE
FLORIDA PROJECT, dir. Sean Baker. Es
de 2017 pero en España se estrenó a primeros de 2018. El reverso naturalista
del cuento de hadas, realizado por el director de ‘Tangerine’ con un tono nada
condescendiente para lo que aquí se retrata: la vida miserable de una
prostituta y su niña de seis años que viven literalmente en los márgenes de
Disneylandia. Muy lejos del “pobres pobres” tan querido por ciertos directores
francamente pesados, The Florida Project está llena de vida. Tanto como las
niñas protagonistas.
2.
EL HILO
INVISIBLE (‘Phantom Thread’), dir. Paul Thomas Anderson. Me sigue sorprendiendo la capacidad de Anderson para
acometer proyectos tan diferentes entre sí, unidos solo por la seriedad, el
rigor y el gusto artístico por no transitar caminos trillados. Belleza
incómoda, nada complaciente, con escenas memorables una tras otra, con la “de
la madre en el dormitorio” a la cabeza.
3.
LAZZARO
FELIZ, dir. Alice Rohrwacher. Una parábola moral “setentera” que, en realidad,
es atemporal gracias a una confusión deliberada de los tiempos en los que se
ambienta la historia. Una película sorprendente, en permanente (des)equilibrio
y siempre al borde de un ridículo que nunca llega gracias al buen hacer
artístico de la directora. Su Cándido particular es uno memorable, que ha
digerido muy bien a Fellini, Pasolini y Olmi para hacer algo que resulta
personal y relevante en 2018.
4.
UN
ASUNTO DE FAMILIA (‘Manbiki kazoku’), dir. Hirokazu Kore-eda. Cinta llena de
vida y complejidad con un giro magistral al final del segundo acto que pone en
cuestión prejuicios del espectador y convenciones sociales sobre la familia.
Kore-eda se toma su tiempo para rodar con serenidad y no caer en subrayados
bastos. Su retrato sentimental es igual de sutil.
5.
MANDY,
dir. Panos Cosmatos. Un fantástico verdaderamente especial. Ya solo por la
atmósfera y el tono deliberadamente “naíf” merece la pena. Memorable.
6.
SPIDER-MAN:
UN NUEVO UNIVERSO (‘Spider-Man: Into the Spider-verse), dirs. Bob Persichetti y
Peter Ramsey. Un festín de
animación de última generación; un tour de force estético “animado” por un
permanente sentido del humor, para grandes y pequeños (a partir de 7 años,
recomienda la distribuidora). Por cierto que Marvel Studios (SPIDER-MAN: UN
NUEVO UNIVERSO es de producción Sony con otros asociados) tiene dos pepinazos
estrenados en 2018: ANT-MAN AND THE WASP (dir. Peyton Reed) y esa catedral
llamada AVENGERS: INFINITY WAR (dir. Anthony y Joe Russo). Las tres son de lo
mejor de todo el lote de adaptaciones Marvel a la gran pantalla.
7.
FIRST MAN, dir. Damien Chazelle. O cómo
transformar el biopic de un astronauta y sus hazañas en algo íntimo y personal.
8.
BORDER, dir. Ali Abbasi. Una “suecada”
sorprendente. Fantástico serio construido a partir de una cotidianidad creíble;
una fábula sobre la normatividad social y la diferencia sin recados evidentes.
9.
CALL ME
BY YOUR NAME, dir. Luca
Guadagnino. No me entusiasmó tanto como a otros, pero es una película digna de
verse y de recordarse. Se estrenó en 2018 en España, así que entra en lista.
10.
UN
LUGAR TRANQUILO (‘A Quiet Place’), dir. John Krasinski. Un fantástico
electrizante, “pequeño” pero digno, que aporta a su tradición.
11.
THE
SISTERS BROTHERS, dir. Jacques Audiard. Entre el drama y la comedia picaresca, este
western merece la pena por la interpretación de los actores y por algunos giros
imaginativos sobre tropos bien conocidos del género. Dirige con entusiasmo el
responsable de ‘Un profeta’ (2009).
12.
INFILTRADO
EN EL KKKLAN (‘BlacKkKlansman’), dir. Spike Lee. Lee nunca ha hecho una
película redonda, pero esta tiene bastante gracia y un efecto “performático”
muy estimable: entre risas y chascarrillos, consigue poner al espectador tanto
en el rol de los supremacistas racistas como en el de los afroamericanos.
Cierto que hay algo de maniqueísmo, habitual en Lee, pero el tono humorístico
permite salvarlo.
13.
IN
FABRIC, dir. Peter Strickland. Fantastique
excéntrico, bien conocedor de su tradición, repleto de humor sádico y, sobre
todo, amor por el género. También le falta tijera: el chiste sería más gracioso
si fuera más breve. Dicho esto, bien.
14.
GALVESTON,
dir. Mélanie Laurent. Un noir de última generación que adapta novela de Nic
Pizzolatto, dirigido con convicción por la también actriz Mélanie Laurent.
Aunque no termine de redondear la jugada ni de concretar, mantener en cine un
final como el que tiene esta película es realmente de valientes.
15.
SICARIO.
DAY OF THE SOLDADO, dir. Stefano
Sollima. No es tan buena como la primera que dirigió Denis Villeneuve, pero entretiene,
tiene sus momentos impactantes y, sobre todo, un espíritu de “complejidad” muy
de agradecer que entronca de nuevo con el primer SICARIO.
*
Un
par de notas finales:
—THE HOUSE THAT JACK BUILT, dir. Lars von Trier. No entra en lista porque su estreno
comercial en España llega el 15 de enero de 2019, pero la vi en el Fancine’
2018 de Málaga. Excesivo regodeo sádico, en la línea habitual de Trier; también
le falta tijera. Creo que en la versión comercial que llegará a salas hay
cortes, con los que seguramente la película ganará. Aunque le sobre algo de
sadismo “gratuito” (nunca lo es cuando, como yo, pagas una entrada para verla),
ver tantas imágenes salidas de la mente en “estados alterados” de un Trier ya
francamente loco (no es una metáfora ni un chiste) merece la pena como
experiencia. Su confesión “autobiográfica” en boca del psicópata que encarna
Matt Dillon pone el vello de punta. Tanto como la catábasis final, espectáculo
insólito que, en efecto, solo se puede ver en una de Trier.
—BURNING, dir. Lee Chang-Dong. La típica película que “sabes que es buena” pero se
ha pasado verla. Yo en concreto no llegué a tiempo al cine antes de que me la
quitaran, pero me fío de Manolo Arias (Maldonado), que me la ha recomendado : )
TV
series 2018
1.
WILD
WILD COUNTRY (Maclan y Champan Way). Un documental impresionante sobre hechos que parecen
ficticios, aquí aún más por cómo están relatados. O cómo la mudanza de una
secta de origen hindú a lo más profundo de EE UU se convierte en una suerte de
“maqueta” metafórica sobre cómo se construyen las comunidades y sus aparatos de
Estado.
2.
ATLANTA
(Donald Glover; temporada 2). Inclasificable retrato de la vida afroamericana
contemporánea, entre la comedia grotesca, el drama sentimental e incluso el
terror. Cada episodio, un tono diferente, un tema diferente: nunca sabes lo que
te espera.
3.
KILLING
EVE (Phoebe Waller-Bridge; temporada 1). Humorística, chocante y poco previsible. En una
palabra, o dos: muy divertida.
4.
THE
TERROR (David Kajganich). Mejor en su segunda mitad, cuando se despliegan más
temas y subtemas en un abanico cada vez más rico. Conrad meets Lovecraft y ‘The Thing’ de Carpenter. Los actores,
impresionantes.
5.
HOMECOMING
(Eli Horowitz y Micah Bloomberg). Una
Julia Roberts suprema encabeza el reparto de una de las sorpresas más
agradables de la TV de 2018. La serie se apoya en la alternancia de dos tiempos
narrativos, pasado y presente, un recurso que normalmente detesto pero que aquí
tiene todo el sentido del mundo. De hecho, buena parte de los significados,
temáticos y dramáticos, derivan de esa alternancia temporal.
6.
BETTER
CALL SAUL (Vince Gilligan y Peter Gould, temporada 4). Esta precuela de ‘Breaking Bad’ está a la altura de
su predecesora e incluso la supera a veces en originalidad. Del drama de
abogados a la comedia picaresca pasando por el thriller de gángsters-narcos,
todo eso y mucho más.
7.
BARRY
(Bill Hader y Alec Berg, temporada 1). Tragicomedia de situación que saca buen provecho
dramático del choque entre dos mundos, uno fantástico (el del asesino a sueldo
protagonista) y otro naturalista (una escuela de actores californiana). Con
personajes tan graciosos como el director de actores y la oficial de policía
que investiga los crímenes.
8.
THE
LOOMING TOWER (Lawrence Wright, Dan Futterman y Alex Gibney, miniserie). Excelente docudrama sobre “todos los hombres del
presidente” que estuvieron “casi” a punto de evitar los atentados del 11-S.
9.
COUNTERPART
(Justin Marks, temporada 1). Curiosa serie de ciencia ficción que acude a la
novela y el cine de espionaje de la Guerra Fría para jugar con dilemas
existenciales en torno a la identidad, personal y colectiva.
10.
SUCCESSION
(Jesse Armstrong, temporada 1). Demasiado convencional a veces, tiene no
obstante momentos muy logrados, tanto por la inspiración “shakesperiana” como
por el humor sarcástico.
4 comentarios:
The Cinematic Mode of Production: Towards a Political Economy of the Postmodern, Jonathan Beller
Ya es un hábito esperar mi lista fílmica preferida de las que circulan por la red. Cabecitas locas que se juegan la retina y apuestan por las esquivas condiciones del mañana fílmico ofreciendo de nuevo -y gratuitamente- tardes gratas frente al televisor. Torrent funcionando a full, para escanciar el 2018...
Gracias, Juanfrancisco, por mantener este blog tan sugerente. Abrazos globosféricos y feliz y próspero '19.
Se agradecen las listas. Apuntar que extraña ver 'The rider' en sólo una de ellas. Qué le vamos a hacer.
Gracias por la lista. Aun no puedo terminar de leerla pero... con la casa de jack y under the silver lake el 2018 fue redimido. Tomare nota de otros films que no he visto.
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