El Antropoceno, como dice Steven Shaviro, supone
que los humanos hemos alterado la biosfera con nuestras acciones, pero
significa también que nos hemos expuesto en exceso a las fuerzas naturales que
responden a nuestra influencia de modos que no podemos anticipar ni controlar.
La covid se inscribe en estos parámetros estrictos por más que la discusión
sobre su génesis siga abierta. Por su parte, Arias Maldonado, uno de los
grandes expertos españoles en el Antropoceno, sostiene en este libro informado
e inteligente, como todos los suyos, la tesis de que esa adscripción es
problemática, precisamente, en razón del origen del virus y no tanto de sus secuelas.
Lo que nadie niega es que la covid ha vuelto del
revés el mundo tal y como lo conocíamos hasta su virulenta irrupción y nos
obliga a repensar, en este sentido, todo lo que dábamos por evidente sobre el
siglo XXI. He aquí una cuestión esencial a la que ha de enfrentarse quien
pretenda reflexionar sobre este asunto, como hace Arias Maldonado, con singular
convicción y capacidad persuasiva. Ya muy avanzado el ensayo, Arias proporciona
una de las mejores descripciones que he leído de la pandemia en estos términos:
“un episodio de letalidad moderada y alta espectacularidad, vivido con la
intensidad propia de la sociedad de la información y la implicación emocional
inherente a las redes digitales”.
Se formulan ahí, de manera sintética, las grandes líneas del análisis sobre la pandemia emprendido por Arias desde una pluralidad de enfoques (políticos, filosóficos, sociológicos, culturales, históricos, científicos, etc.), a partir de una bibliografía ingente, para llegar a la tesis sostenida desde el principio. La génesis del coronavirus es achacable a la modernización deficiente de China, al maltrato animal en sus mercados alimentarios y, por tanto, a las amenazas globales de una sociedad poscomunista tan inmersa en un progreso capitalista desaforado como incapaz de controlar los sectores atrasados de su economía y cultura.
Esta tesis dominante obliga a Arias Maldonado a
realizar un doble ejercicio intelectual para explicar que, a pesar de que la
covid haya sido producida durante el Antropoceno, no es una catástrofe ligada a
los rasgos de dicho período de la historia planetaria. Paradójicamente, la
pandemia estaría dentro y fuera del Antropoceno al mismo tiempo. Dentro por
razones sincrónicas y fuera por la diacronía desigual que la produce. Este
sería el punto más controvertido de su discurso: da por demostrado que el coronavirus
se origina como zoonosis que se traspasa al humano en entornos peligrosos de carencia
de higiene y promiscuidad animal, cuando hay cada vez más evidencias que
cuestionan esta interpretación. Esta discrepancia no impide, sin embargo, que
se puedan considerar los argumentos principales del ensayo no solo como
razonables y acertados, sino dignos de ser suscritos sin discusión.
La incertidumbre domina nuestra visión de la pandemia y la reiteración de las oleadas infecciosas nos obliga, además, a ser prudentes a la hora de enunciar verdades demasiado categóricas sobre un fenómeno expansivo que está desbordando todas las previsiones científicas. Es todavía pronto para saber, por ejemplo, si volveremos alguna vez al mundo que conocimos con anterioridad, o si la pandemia ha modificado radicalmente las condiciones de vida en el presente y el futuro, imponiendo un nuevo régimen de control sobre la población.
Desde esta provisionalidad del juicio, atina Arias
al postular la necesidad urgente de asumir el pesimismo ilustrado como vacuna
autocrítica contra las ilusiones ideológicas generadas por la pandemia, ya sea
la tentación regresiva de los detractores de la modernidad, el reciclado
revolucionario de los nostálgicos del comunismo o el sueño de poder de la élite
capitalista.
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