domingo, 26 de junio de 2011

BAUDRILLARD ES UN BODRIO, DIJO EL POLICÍA


No muchos espectadores repararon en su momento en que The Matrix, la película que puso a los Wachowski a la vanguardia de Hollywood para luego defenestrarlos al vertedero de la supervivencia presupuestaria, rinde homenaje irónico a Jean Baudrillard, inspirador parcial del ideario de los Wachowski: al comienzo de la cinta, Neo, el mesiánico protagonista, oculta la droga que vende entre las tapas de un libro fundamental, la primera edición americana de Simulacros y simulación, uno de los más influyentes tratados del sociólogo francés [nunca traducido al español en su integridad]. Con esta alusión, los Wachowski avanzaban la idea que este libro de François Cusset (French Theory: Foucault, Derrida, Deleuze & Cia. y las mutaciones de la vida intelectual en Estados Unidos, publicado por Melusina en 2006) defiende con más insistencia: la teoría francesa sirvió a los inconformistas norteamericanos de los setenta y ochenta, una vez que los viajes contraculturales habían llegado a su fin, para infiltrarse en los departamentos universitarios, subvertir los discursos oficiales sobre el género, el sexo, la cultura, la política, el lenguaje o la identidad y desmontar las visiones convencionales de la realidad propagadas por los ideólogos neoconservadores.
Así que, a partir de esos años cruciales, tanto el discurso crítico como la cultura popular serían inseminados por el pensamiento heterodoxo de Lacan y Barthes, Baudrillard y Lyotard, Deleuze y Guattari, Foucault y Derrida, etc. Como secuela benéfica de esta invasión francesa del territorio mental americano no sólo germinaron nuevas disciplinas (los “estudios culturales”, las teorías de género, la deconstrucción, etc.), sino también émulos brillantes como Fredric Jameson, Gayatri Spivak, Stanley Fish, Judith Butler o Geoffrey Hartman, entre otros, que revitalizaron este arte nuevo de concebir el discurso y lo incorporaron a sus propios proyectos y agendas. Como secuela perniciosa, en cambio, cabría señalar la tendencia de muchos universitarios norteamericanos a disfrazar su mediocridad intelectual con harapos y jirones de teoría francesa, provocando un efecto cómico involuntario, similar al de Jack Lemon y Tony Curtis travestidos en la maravillosa Con faldas y a lo loco.
Un acierto más de este libro imprescindible es la inclusión de un álbum fotográfico donde se muestran las relaciones que algunos de estos autores mantuvieron con una América que parecía colmar todas sus expectativas. Ver a Deleuze sentado en la arena de una solitaria playa californiana en 1975, cavilando con toda seguridad sobre la inocencia del devenir, o a un arrogante y atildado Foucault transitando en 1973 por el Central Park neoyorquino en medio de una muchedumbre de jóvenes admiradores, o a un glamouroso Baudrillard [ver foto] interviniendo desde el escenario de un casino de Las Vegas, vestido con una reluciente chaqueta de estrella de rock, durante un simposio dedicado al “Azar” en 1996, da una idea bastante fiable no sólo de la idiosincrasia de cada uno de ellos, sino también de sus diferencias inconciliables.
Por otra parte, sus más enconados adversarios han sido siempre los neoconservadores o neoclásicos de todos los pelajes, nacionalidades y partidos. Precisamente, este encarnizamiento ideológico contra la recepción americana de estos autores alcanzó su momento álgido, como señala Cusset, con el llamado “affaire Sokal”: la grotesca historia de cómo los físicos Alain Sokal (americano) y Jean Bricmont (belga) consiguieron engañar al comité editorial de la revista Social Text, una de las más avanzadas de la academia americana, y publicaron ahí en 1996 un texto trufado de fórmulas científicas (falsas) y abstrusa jerga postmoderna (paródica). Poco después, sus autores denunciaban la impostura públicamente y desencadenaban una de las polémicas intelectuales que más ha dañado la reputación de la teoría (y no sólo la francesa) en el mundo. En Europa y, especialmente, en Francia, la cotización intelectual del pensamiento postestructuralista ha disminuido considerablemente desde entonces en pro de tendencias cuya incapacidad para trascender fronteras o renovar el discurso es más que notoria [con la admirable excepción de Zizek, Badiou, Agamben, Stiegler u Onfray, que mantienen aún intactas, con todas sus discrepancias y diferendos, la dignidad y la idiosincrasia del pensamiento no oficial]. En cierto modo, los excesos de la teoría se han vuelto contra la teoría en sí y han dejado algo desarmados a quienes siguen creyendo en su fuerza de oposición al filisteísmo científico, el conformismo político, el conservadurismo estético y el humanismo momificado.
En Estados Unidos, en cambio, la revalidación presidencial de Bush en 2004 radicalizó las posturas y atemperó el descrédito al menos hasta el triunfo de Obama en 2008. Pues “esta invención americana de la teoría francesa”, como la denomina Cusset, respondía en su momento a la necesidad de reavivar la disidencia y, por tanto, habrá de servir todavía durante mucho tiempo a todos los que desconfían por instinto de los lugares comunes, las consignas del poder o el sentido común como instrumentos de análisis y pensamiento en un entorno cultural cada vez más desengañado y colonizado por la lógica de los medios y el cinismo del mercado.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho la entrada.

Venía de leer los comentarios de algunos naturalistas sobre asuntos ontológicos y epistemológicos:

http://www.terceracultura.net/tc/?p=2937

No me refiero a Mario Bunge, sino a los comentaristas.

¿No crees que algunos se cierran demasiado?

Un saludo.

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

Gracias por el comentario. No, no me interesan mucho esas opiniones. En general, el cierre categorial al que te refieres, muy propio del clima intelectual imperante por aquí, define a la perfección el paradigma contrario al defendido en esta entrada. Pero, más allá de esto, me interesa remarcar sobre todo cómo el pensamiento de estos y otros autores fructificó y se expandió gracias a su fricción crítica con la literatura. En el caso de Barthes es obvio (de Brecht y Bataille a Robbe-Grillet, Sarduy y Sollers). Pero también Lacan (Poe, sobre todo), Baudrillard (con Dick, Borges y Ballard), Foucault, Lyotard y Deleuze (con Klossowski, los tres, y con Sade, Borges y Bataille, por razones obvias, Foucault, y con Masoch, sólo Deleuze), Derrida (con el Sollers telqueliano y Mallarmé), Zizek (con Chesterton y Kafka y, en parte, Dick y otros autores de género), Agamben con Melville y Kafka, así mismo Deleuze, que también flirteó con Borges y Robbe-Grillet…

…Y en el caso de Lacan no me quiero olvidar de Joyce, tan decisivo. Y Klossowski, como Sollers, ejercía además ambas funciones, teórico y novelista, sin contar su faceta de artista...

He ahí un bucle productivo entre teoría y literatura que muchos amigos de ésta (o de una versión neutra e inofensiva de ésta) y enemigos de aquélla no sabrían reconocer ni quitándose las anteojeras...

Un saludo.

Anónimo dijo...

Excelente y sugerente texto, Juan Francisco.

De "El conservadurismo estético y el humanismo momificado", como bien llamas, el que más preocupa es el de la pseudo-izquierda estética española, dormida desde 1968, en una siesta que ni siquiera le pertenece, que se atribuye la paternidad de cualquier revuelta, niega el anti-modernismo de Baudrillard y otros, y hasta su existencia, que querría borrarlos de las fotos, y que borra, a la manera estalinista, la palabra posmodernidad de cualquier texto o discurso, a la vez que propone, aplicar todos los avances sociales post-estructuralistas, ignorando las contradicciones con su discurso.
Ya hemos llegado a otra época, maravillosamente sin nombre, y el conservadurismo estético momificado está cada vez más cerca del romanticismo que del siglo XXI.
En cuánto uno razona o desea por sí mismo, aparece el censor, y señala los pensadores prohibidos.
La derecha hace lo de siempre, desactivar lo disconforme, promover lo más light y venderlo bien caro. Cobrando.

Lo dicho, estupenda entrada.

Un abrazo.

odradek dijo...

¿Y qué te parece la reivindicación de la modernidad -de la ilustración, del "siglo de las luces" y del racionalismo- del argentino Sebreli frente al pensamiento irracionalista de Nietzsche y de Schopenhauer que a través de Heidegger desembocó en esta brillante (pero según él vacua y sobre todo reaccionaria) plétora de pensadores franceses a los que citas en tu artículo?

Un saludo

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

La modernidad, la verdadera, vendrá después de la post-modernidad, no antes, paradoja que supo entender Lyotard mejor que nadie. Ese que enuncias es el viejo debate de los habermasianos, demasiado ciegos para ver la crítica a la falsa modernidad (o a la falacia del simulacro de modernidad imperante) formulada en el pensamiento postmoderno. Ese debate está desfasado, ya tuvo lugar para bien y para mal y mostró bien a las claras sus insuficiencias, aporías y bucles (¿reaccionarios Lyotard o Deleuze? Venga ya, no puede darse crédito intelectual a quien dice semejante sandez...). La ilustración, en el sentido amplio del término, es irrenunciable, pero no es lo que tenemos en su más alta expresión, ni lo que hemos tenido más que en su grado más bajo (administración y control, racionalidad tecnológica e irracionalidad del consumo a ultranza, como lo entendía Adorno, un precursor cada vez más vigente a pesar de todo). Ser post-moderno es la manera más intempestiva de no ser anti-moderno, de afirmar la modernidad sin ignorar sus límites y aberraciones, de entenderla críticamente como proyecto irrealizado y quizá irrealizable en estas circunstancias. Insisto, no hay un no va más en el pensamiento y, por tanto, los post-modernos, como sus más lúcidos representantes sabían, son peldaños provisionales en la escalera infinita que conduce a... (permíteme que no pronuncie el nombre por discreción intelectual)...

Espero haberte contestado al menos en parte...

Gracias por tu comentario.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Buena entrada al libro: una lectura muy certera y directa al grano. A mi personalmente el libro me dejo algo desencantado al ofrecer un relato cerrado de un proceso, en mi opinion, no concluido. Ciertamente, la teoria ha sido muy cuestionada recientemente en los centros universitarios mas prestigiosos de Estados Unidos. Curiosamente la critica al exceso teorico emerge de estos centros, en paralelo a la extension del "enfoque teorico" por las unversidades publicas y estatales, planteando un problema dificil de resolver. Como distinguir al graduado de Penn del graduado de Oregon cuando ambos ofrecen lecturas criticas basadas en los mismos autores teoricos. Ergo el estudiante de Penn, se desmarca criticando los excesos teoricos y ofreciendo solidas lecturas de archivo basadas en el poder economico de su universidad.
En este sentido el enfoque teorico tiene algo muy democratico, cualquier persona en cualquier lugar y espacio puede ofrecer una lectura critica de un texto. El enfoque teorico permite a estudiantes graduados de universidades publicas dialogar en igualdad de condiciones con aquellos que disfrutan, gracias al poder economico de sus universidades, del dinero para ir a Spain y desarrollar proyectos de investigacion, y visitas a archivos.
Asimismo la teoria ofrece otro dato saludable para nosotros espanolitos de pie, tan preocupados a veces por "defender nuestra derecho a leer nuestra propia historia literaria sin influencias externas y dentro de nuestro propio contexto". Por suerte este no es tu caso como se demuestra en tus trabajos criticos y tus novelas, pero reconozcamos que es un habito bastante extendido en nuestro panorama critico-literario. Muchos investigadores espanoles en EStados unidos, yo el primero, a veces damos la sensacion de ser un poco como el personaje de Gollum en "The lord of the rings: nos aferramos a nuestros productos culturales como si fueran "our precioussssss" Nos cuesta aceptar lecturas "descontextualizadas" (adjetivo recurrente) de nuestros productos literarios, filosoficos, cinematograficos y culturales: lecturas que no reproduzcan el contexto o la lineas de continuidad historico-cultural garantizadas por nuestro bendito estado-nacion, sus sacramentales instituciones y sus pios marcos politico-juridicos.
Con esto olvidamos que todo producto cultural como es un libro esta hecho para ser usado independientemente de su contexto: circular entre la gente, servir de posavasos o de objeto decorativo, o simplemente como excusa para pasar una tarde amena de lectura.
. Creo que en el fondo, y yo el primero, nos preocupa que "nuestros productos culturales" dejen de ser reflejos de nuestras "intransmisibles" historias nacionales. En este sentido, la teoria tiene la saludable virtud de recordarnos que "todo es texto": nada particular, esencial, significativo ni determinante existe en un artefacto cultural, excepto aquello que deseamos poner, ver, visualizar, comprender, extender, o reproducir en su lectura: retroactivamente en nuestro proceso de construccion argumentativa, creamos el relato, la ficcion, que une el objeto artistico con sus comunidades politicas, sociales, historicas, o culturales imaginadas. Por consiguiente, desde la teoria todo proceso cultural se abre al dialogo con cualquier persona independientemente de su nacionalidad.
Por este motivo creo que el exceso teorico es una buena cura contra el cinismo, la reproduccion de lugares comunes, el snobismo mal disimulado y todo tipo de complejos nacionales.

Antonio

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

Antonio, me alegra tenerte de nuevo por aquí. Estupenda reflexión, que comparto plenamente. La completo con esta de Houellebecq, que dice mucho y refuta las razones de la fobia a la teoría de tantos escritores: "No hay que vacilar en ser teórico; hay que atacar en todos los frentes. La sobredosis de teoría produce un extraño dinamismo". Ahí queda eso, para que luego malinterpreten Las partículas elementales o La posibilidad de una isla, como si fuera posible llegar ahí sin pasar por la teoría, aunque sea para sodomizarla. Mejor si es para sodomizarla, el exceso como respuesta al exceso, ¿no crees, Antonio?...

Abrazos transatlánticos,
JF

Anónimo dijo...

Gracias por tu amable respuesta. No si sodomizarla seria la accion que buscaria. Sodomizar presupone que el otro es un cuerpo organico, completo, con boca, ano, y organos perfectamente integradosl, y capacidad de sentir dolor, placer, y quizas de interpelarnos. Cuando pienso en teoria, siempre se ve viene a la menta una imagen de la infancia: no se si te acordaras de esos jueguetes de madera con colores primarios que vendian en las tiendas para que los nenes nos pusieramos a construir cosas, no me acuerdo del nombre, solamente de los colores y formas (triangulos, rectangulos, puentes, cilindros) Creo que cuando mis padres me lo compraron no leyeron bien el tema de la edad: no tenia ni idea de lo que se suponia que tenia que hacer con eso, asi que mientras mis frustrados padres trataban de hacerme construir cosas: muros, casas, cercas. Yo me dedicaba a organizarlos por colores, formas o a destruir lo que habian creado. Eso y el pintar con colores la coleccion de libros clasicos que mi madre pidio al circulo de lectores son de los pcoos recuerdos que conservo de mi primera infancia. En general asi es como veo el tema de la teorica: un monton de piezas con formas colores y filiaciones diferentes. Un exceso de conceptos, analisis, juicios, discursos distribuidas en un espacio visible (nuestro plano vital) y donde uno no sabe muy bien que hacer con ellos: unos hacen puentes, construyen casas, y otros tratamos simplemente de intensificar el regimen sensasorial de todo lo que nos afecta, toca o seduce, como un libro de nombre Providence y que no consigo despegarme de el. PARA la teoria es eso, algo que sirve para hacer ciertas experiencias mas intensas. Que la teoria es un camino para describir nuestra realidad, claro que si, pero tb es una via para deshacerla y crear nuevos mitos, nuevas fabulas, nuevos desencuentros entre realidad y percepciones que permitan alterar el cuadro de nuestras vidas {por lo menos la contada por los estudios de mercado) y hacer los colores mas vivos, las voces mas profundas, la lecturas mas cercanas, las amistades mas duraderas.

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

Al recomendar la sodomización, me refería a esa práctica intelectual que Deleuze practicó, según contaba, con Kant, Spinoza, Hume y con algún otro que se dejó hacer por ingenuidad, y que alegremente denominaba "hacerle un hijo por detrás" al pensamiento de los filósofos canónicos. Zizek se vengó con creces sodomizándolo sin piedad en Órganos sin cuerpo, haciéndole por detrás un hijo más hegeliano y monstruoso de lo que el bueno de Deleuze habría podido aceptar. De todos modos, tu poética definición del juego combinatorio de la(s) teoría(s) habría complacido mucho a Deleuze, y quizá a Nietzsche, por toda la carga de inocencia, devenir y juego que la sostiene. La teoría, en efecto, es una caja de herramientas y, como tal, elegimos en cada momento la que más nos conviene, según la situación o la necesidad, en la vida y en el arte. En Providence, gracias por recordarlo, hice un empleo sui generis de esa caja de herramientas, tan constructivo como deconstructivo, con la teoría como materia prima maleable del deseo narrativo.

Me sumo con gran placer a tu idea lúdica y orgiástica del vínculo con la teoría, que otros prefieren entender, ellos sabrán por qué, como monacato carcelario, monogamia mística, o, aún peor, celibato onanista...

Nada que ver con la (promiscua) verdad del asunto.

Un abrazo,
JF

Anónimo dijo...

Me gusta esa paradoja de hacer nenes por detras", como metafora de una verdad promiscua. La unica forma saludable de practicar las relaciones interhumanas dirian algunos.
Zizek no es el unico que ha querido hacerse un hijo en el cadaver conceptual dejado por deleuze. Es curioso pero no creo que exista una cadaver mas promiscuo hoy en dia, mas activo o mas demandado por diferentes disciplinas afectadas por la ansiedad de los tiempos: de "reproducirse" o desaparecer. La practica de lanecrofilia como forma de conseguir la supervivencia academica.
Su idea de biopoder (que difiere ligeramente de la creada por Foucault para las sociedades disciplinadas) ha servido para insuflar nueva vida a una serie de disciplinas de poder enfrentadas a su propio final historico con el advenimiento de la globalizacion: geopolitica, historica, marxismo, sociologia, psicoanalisis, geografia, estetica. El orden de seguras jerarquias creado durante la etapa moderna del estado nacion se viene abajo y con ello los bordes que separaban la practica de la politica, de la guerra; los procesos de estetizacion de la vida de la practica estetica como forma de vida; la cronica de eventos, de la narracion propiamente historica; el mundo desarrollado del subdesarrollado; el espacio social como la expresion del poder soberano del pueblo, de la esfera politica donde este poder se administra biopoliticamente; la renovacion de la literatura nacional como destino de toda intervencion literaria, de la mera practica de literaria sin otro proposito que afectar a sus espacios de circulacion inmediatos; el marco politico juridico que sustenta la idea de pueblo soberano, de las practicas neoliberales que nos afectan a todos como poblacion mundial sometida a identicos procesos y practicas de poder. La crisis del estado del bienestar se realiza en la universalizacion del copago sanitario, el aumento de las tasas educativas, la precariedad laboral y la privatizacion de sistema de pensiones: salud, educacion, retiro y vivienda ya nos son derechos de un pueblo soberano, sino objetos de consumo de una poblacion responsable.

Creo que Deleuze no es el filosofo de estos tiempo sino uno de los dispositivos narrativos que garantiza la eterna reproduccion de lo mismo: el mantener que disciplinas tan modernas y atadas al estado soberano como la sociologia, la historia, el psicoanalisis y el marxismo (de la segunda mital del XX) puedan continuar ejerciendo su funcion critica de deteccion, identificacion y contextualizacion de eventos y procesos (seas subversivos o no) que determinan la evolucion y sentido de nuestras vidas nacionales contemporaneas"Quizas sea un poco apocalitico decir esto pero pienso que buena parte de la intervencion critica actual se limita a producir relatos (nacionales dedicados a describir como afectan la maligna globalizacion a nuestras vidas nacionales): narraciones que manifiestan o desean transmitirnos la continuidad existente entre la etapa moderna y la actual. Esta continuidad es fundamentalmente politico juridica o puramente legal: el sujeto presupuesto de estas disciplinas es el sujeto del poder soberano del estado sustentado en la idea de "voluntad popular". Obviamente el objeto de su estudio es "todavia un espacio nacional soberano"
Como se observa en tus trabajo, parte de la literatura actual parece seguir una ruta diferente y se resiste a entrar en esta eterna repeticion de lo mismo: huir de los contexto, de los lugares comunes, de las politicas de identidades, de la faciles cronicas urbanas contemporaneas que se nos sirven como plato precocinado a traves de los canales de comunicacion habituales.

En este sentido creo que la literatura, y muy especialmente la tuya, ofrece la posibilidad hacer hablar todo aquello que nos mueve, motiva y afecta a nuestras formas de vida contemporaneas, fuera de todos estos marcos de sentido prestablecidos y dentro de los propios mecanismos que organizan, distribuyen y gestionan nuestras vidas.