miércoles, 21 de marzo de 2018

OBSCENO ANTROPOCENO: LA ERA DEMASIADO HUMANA


[Manuel Arias Maldonado, Antropoceno. La política en la era humana, Taurus, 2018, págs. 254]


The Anthropocene means that “we” (human beings) have irreversibly altered the entire biosphere; but it also means that, in doing so, we have exposed ourselves, more fully and more nakedly than ever before, to the geological and biological forces that respond to us in ways that we cannot anticipate or control.

-Steven Shaviro-

           
No hace falta esperar hasta el final del libro ni al apocalipsis, augurado tantas veces por las voces más catastrofistas de la actualidad, para entender el verdadero sentido y la importancia del Antropoceno. No es solo una cuestión científica o ideológica o filosófica. Es un asunto pragmático. El concepto de Antropoceno, la convicción de que hemos entrado desde mediados del siglo XX en una era donde la acción humana ha alcanzado una repercusión desmesurada sobre la vida planetaria, es el modo más útil de volvernos no solo conscientes de nuestro papel en el mundo natural, sino responsables en primer grado de lo que le ocurra a este.
            Este es un libro pionero en español sobre temas que en otras latitudes culturales ya han generado una amplísima bibliografía, de la que Arias Maldonado, con su habitual sutileza, da cumplida cuenta en las notas finales. El Antropoceno, como se explica en los capítulos iniciales, es un término formulado por primera vez por el químico Paul Crutzen en 2000 y que aún no ha conquistado el consenso de la comunidad científica e intelectual. De hecho, el criterio utilizado para fechar la llamada “era humana” es su impacto radiactivo sobre la geología del planeta. La geología, en definitiva, es la ciencia terrestre primordial, como sabía Darwin, que antes de descubrir la evolución biológica pensó en hacerse geólogo.
        En este sentido, uno de los conceptos más reveladores de esta inteligente monografía es el de “tiempo profundo”. Esa cronología pétrea del planeta es la que se ha desplegado en paralelo, bajo el suelo que pisamos, al acelerado desarrollo del mundo humano. Eso significa también el Antropoceno: la convergencia del tiempo geológico, el más profundo y arcaico, con el tiempo histórico, el más superficial y reciente. La influencia en el medio natural de la tecnología o la técnica, como prefería llamarla el filósofo Heidegger, considerando pernicioso que ambos mundos entraran en contacto, es la razón que ha propiciado el surgimiento de una nueva era en la historia planetaria. Y así cabe entender la paradójica definición del Antropoceno: primero, como era de dominio humano sobre un planeta que no se deja controlar en sus procesos fundamentales y responde de manera imprevisible, como sugiera la cita en epígrafe de Shaviro; y, segundo, como instrumento para fomentar debates políticos y decisiones gubernamentales a fin de mitigar el daño que ese dominio causa al mundo animal y vegetal y, por descontado, a la especie humana.
En suma, el informado análisis de Arias Maldonado permite entender al lector menos radical que la voluntad de poder del capitalismo y la tecnociencia alcanza su límite efectivo al afrontar las peligrosas secuelas de su acción programática sobre el ecosistema y la sociedad, plenamente imbricados en el mundo “posnatural” del Tecnoceno o el Capitaloceno, denominaciones menos humanistas del nuevo período. Sin olvidar la ironía marxiana de que el capitalismo es más devastador con las almas de sus consumidores que con la naturaleza. No es necesario, sin embargo, suscribir las tesis más negativas sobre ese poder para comprender los beneficios que para los humanos tiene a estas alturas de su intrascendente historial ser capaces de asumir esta conclusión pesimista. Por primera vez en la evolución, una especie animal que ha superado numerosas catástrofes, pese a su tendencia autodestructiva, se enfrenta al futuro con la posibilidad de decidir por sí misma entre supervivencia y extinción. Depende de muchos factores, no todos políticos o económicos, que se adopten las medidas eficaces para evitar lo peor. Y todo ello si la Tierra no se impacienta y nos extermina de un coletazo descomunal como ha hecho antes con millones de especies.

Post-Scriptum: No obstante, analizando la situación conforme a los postulados de otros analistas perspicaces, no estaríamos viviendo en el Antropoceno, concepto demasiado mediatizado por la versión humana del problema y el peso aplastante de la geología, sino en el Capitaloceno, ya mencionado más arriba, que es como denomina Jason Moore al período de dominación del capitalismo tecnológico que se extiende desde la primera revolución industrial hasta nuestros días, o el Cthulhuceno de la gran Donna Haraway: esa era turbulenta caracterizada por la expansión de una monstruosidad (metafórica o no) sin límites. La discusión nominalista (e ideológica) queda abierta, una vez más, a las inteligencias más despiertas e informadas…

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