Ya está aquí mi nuevo libro de ensayos:
YIN Y YANG. El poder de Eros en las literaturas de Oriente y Occidente.
Extracto del Prefacio:
El Yin y el Yang, las dos potencias carismáticas del Eros oriental, funcionan en este libro de dos modos complementarios. Por un lado, como metáforas adecuadas a realidades sexuales que sería mucho más espinoso nombrar con categorías occidentales. Y por otro, como encarnación literal de fuerzas libidinales que es productivo conocer en todo su despliegue de posibilidades y recursos. Por ello, este libro se plantea como una empresa ambiciosa que pretende abordar una temática tan antigua como la cultura y tan compleja como la sucesión de períodos históricos y culturas en el contexto de un mundo que no cesa de mutar, como sabían los taoístas chinos, al tiempo que conserva los fundamentos que le impiden disgregarse en motas de polvo y arena.
Es importante comprender que las concepciones antiguas y las obras que responden a ellas con fidelidad artística, desde la cultura occidental o desde la oriental, son abordadas aquí con una mirada contemporánea que quiere eludir esos dos errores intelectuales antagónicos, el anacronismo moderno del juicio y la defensa a ultranza de lo viejo, en materias tan refinadas y esenciales como el sexo y el erotismo. La mirada que afronta el examen de las obras se alimenta de teorías contemporáneas, de ahí su actualidad y pertinencia, pero no violenta sus relaciones forzando exégesis ajenas a sus planteamientos. Mi método de estudio prefiere establecer un contraste recíproco entre los presupuestos de nuestro tiempo, tan cargados a veces de ideología espuria como de verdades necesarias, y las ideas que emanan de las obras nacidas en otras culturas o épocas históricas. Mutuo enriquecimiento e iluminación, es la vía que prefiero y que conduce todas las reflexiones para alcanzar la lucidez sexual que, en definitiva, la literatura aspira a causar en la mente del lector.
El Eros adopta máscaras venéreas a lo largo de la historia con
el fin de encubrir su poderío y vigor y también hacerse aún más atractivo para
sus súbditos. El Eros es una fuerza tan colosal que ni todas las morales,
prohibiciones y policías del mundo pueden frenarla. Lo más que se puede hacer
es refinar y controlar su acción, moderar su culto, trabarlo con artificios
legales y técnicas milagrosas y rendirle pleitesía con inteligencia y cautela.
En esto, la literatura ha sido la forma de presentación y representación
preferida, acaso solo igualada por la pintura. De ahí que sea posible a través
de la literatura mundial conocer y comprender las diversas interpretaciones del
deseo sexual que cada cultura, elaborando respuestas locales a una problemática
universal, ha producido como repertorio de estimulación y aderezo de la vida de
las parejas, así como garantía de la atracción y el atractivo entre los sexos,
más allá de la necesidad de conservar la especie mediante la procreación. El
erotismo como juego, como diversión, como estímulo vital, es en la literatura
y, en concreto, en la narrativa, donde mejor se ha plasmado. La literatura ha
sido la encargada durante siglos de contarlo todo sobre la vida erótica, se ha
constituido en el discurso de esa parte de la realidad que no era registrada
por ningún otro discurso público, se ha construido así mismo como la lengua de
lo escabroso y lo perverso, lo prohibido y lo nefando, lo infame y clandestino,
lo no dicho y lo por todos sabido, aunque callado también por todos. Sin la
literatura no sabríamos cómo ha sido el diálogo entre los sexos y sus múltiples
variaciones culturales y sociales.
El erotismo no es solo la fuerza que comunica los cuerpos y los
hace vibrar y arder de deseo y placer, es también una forma de expresión
verbal, una manera de transformar la energía sexual en palabras ardientes y
discursos contagiosos, un modo de trascender las imposiciones morales de la
carnalidad y transformarlas en voz libre y en belleza admirable, en seducción
estética y goce libidinal. En el recorrido que incorpora este libro, han jugado
un papel fundamental las adquisiciones intelectuales del siglo XX: ya sean las
de Georges Bataille, que entendía el erotismo como afirmación de la vida hasta
en la muerte y experiencia interior de ese enfrentamiento existencial, y
Octavio Paz, que lo veía como conjugación y conjunción de los signos del
cuerpo, hasta Michel Foucault, que entendía la historia de la sexualidad
occidental como voluntad de conocimiento y control de deseos más que como
búsqueda de placeres, y Camille Paglia, que atribuía al erotismo, desde la
Grecia clásica hasta la cultura popular coetánea, el conflicto dialéctico entre
las máscaras tragicómicas de lo masculino y lo femenino, lo político y lo
natural, lo apolíneo y lo dionisíaco, lo racional y lo instintivo. De todos
ellos, por razones inexplicables, solo Octavio Paz supo prestar atención
inteligente al Eros oriental, una de las grandes manifestaciones culturales
sobre las fuerzas del sexo y sus acoplamientos, rituales y técnicas.
Yin y yang, pues...
[Más información en la web de la Editorial Comares]
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