martes, 3 de noviembre de 2020

TODOS CONFINADOS

[Publicado hoy en medios de Vocento]

Cómo les gusta confinarnos. Cuánto disfrutan. Qué vergüenza. Y las razones no son, no pueden ser, solo sanitarias. Que nadie me llame negacionista. Los verdaderos negacionistas son quienes niegan el poder del pensamiento libre para dilucidar si la reacción es congruente o exagerada. Medidas inexplicables en una situación que es la que es por irresponsabilidad de los mismos que solo saben castigar a la gente para hacerle pagar por su incompetencia. Hay quien piensa, encima, que esta política represiva de la mascarilla, el toque de queda y el confinamiento es progresista. Hasta ahí llega el autoengaño ideológico. La claudicación de la inteligencia es total. Si salimos de esta, muchos deberían pedir perdón por el sectarismo de su actitud.

Qué ganas de que pasen las elecciones americanas. Son trascendentales. Esta vez nos jugamos la vida en ellas. Resulta paradójico. Si gana Biden, opción no descartable, el paisaje apocalíptico se aclarará como el escenario nocturno al amanecer. Si vence Trump, hecho nada improbable, si Trump persiste en el puesto por la fuerza de los votos, todo irá a peor en el mundo. Constato y no tomo partido. La reelección de Trump es la incógnita de la pandemia. Los chinos la despejan con paciencia confuciana. Y sus aliados occidentales con ciencia confusa. La maldición bíblica del coronavirus es una nueva clase de guerra que no se parece a las guerras del pasado. El miedo y la ineficacia han consumado el desastre. No hay que ser un bocazas paranoico ni un negacionista ciego, Einstein nos libre de incurrir en tales errores de cálculo, para comprender lo que sucede a la vista de todos. El sistema está aprovechando la oportunidad para reconfigurarse y revolucionar sus estructuras.

El supuesto comité de expertos sirve de tapadera científica para declarar el estado de alarma policial. Y este apenas disimula el deseo abusivo de controlar a una población hastiada. No hay otra explicación, aunque la nieguen los medios a sueldo del poder. Acabarán pagándolo caro cuando esto avance a la siguiente fase. El divorcio emocional entre el sentir popular y la propaganda de medios y partidos condujo a la victoria de Trump en 2016. Peligrosa lección. Los políticos que olvidan el pasado inmediato están condenando al pueblo a recordárselo de mala manera. Ya tengo ganas de que pasen las elecciones americanas, a ver si así superamos la pesadilla orwelliana y nos podemos quitar las mascarillas y trasnochar sin trabas. El futuro será inmune o no será humano. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Le recuerdo a usted que Trump, siendo un bocachancla, ha demostrado con sus hechos que es un verdadero pacifista. Trump ha sido el unico presidente que en los ultimos 80 años no ha declarado una guerra ni ha bombardeado ningun pais. En cambio, ese impostor llamado Obama masacró a cientos de miles de personas con bombardeos indiscriminados. Por eso las élites mundiales le dieron al genocida de Obama el Nobel de la Paz.