sábado, 7 de marzo de 2020

REVOLUCIÓN (ENVÍO)



Gran noticia. REVOLUCIÓN ha ganado el Premio de la Crítica de Andalucía a la mejor Novela de 2019. Me alegro mucho. Hace justicia a la novela y a Marcel, el pequeño y amado erizo que la inspiró. Murió hace un año y a él está dedicada REVOLUCIÓN. Marcel apareció en mi vida por sorpresa, la cambió para siempre y me regaló, además, esta novela única. La vida es un milagro, no permitamos que nada la degrade ni destruya…
En homenaje a Marcel, al jurado que la ha premiado y a los lectores y lectoras cómplices de la novela reproduzco aquí las páginas finales de REVOLUCIÓN. 
[La ilustración es obra de Vicky Molina]


A mediodía, al blindar la puerta de acceso de la parcela con el cierre hermético, veo a un erizo puesto en pie, pataleando y dando cabezadas con el morro contra la tela metálica de la valla de protección.
Le abro la puerta al nervioso animal con rapidez y la cierro de inmediato, pulsando de nuevo la contraseña en el teclado del móvil, en cuanto lo veo entrar correteando en el recinto del jardín.
Lo sigo con la mirada en su veloz carrera por el césped sin cortar hacia la piscina rebosante de agua. Se inclina sobre el borde resbaladizo de esta con cautela y avidez, sediento tras una noche de cacerías sutiles en el bosque, y bebe el agua de la lluvia recién caída sin temor a envenenarse con los residuos de cloro.
Luego se aparta de la zona enlosada de la piscina y va a cobijarse en un rincón del jardín, más próximo a la casa, bajo las hojas exuberantes de la hortensia que está a punto de florecer.
Y allí se echa a dormir sin tardanza, transformado en una rolliza bola de pelos y púas a salvo de cualquier alimaña.
Es Aníbal.
Lo reconozco enseguida por los gestos inconfundibles y sé que él me ha reconocido también al cruzarse conmigo en el sendero del jardín.
La reencarnación de Aníbal.
Ha encontrado una nueva forma de vida, más allá o más acá de lo humano, en la que quizá consiga sentirse más feliz y realizado.
Aníbal no se suicidó, por supuesto, pero no le faltaron razones y ocasiones a lo largo de su corta vida para hacerlo.
Quien le haga daño a una criatura como esta es mucho más que un asesino.
Es un psicópata.
El niño erizo se camufla detrás de la gran maceta de la hortensia, adhiriéndose a una pared lateral del mismo color, y dejo de verlo desde el lugar donde estoy parado, como si le molestara mi insistencia en perseguirlo con la mirada o quisiera liberarme de cualquier obligación hacia él.
Cuando entro en casa, las lágrimas inundan mis ojos otra vez, pero ya nadie repara en ellas.
Buena señal.
Hemos superado la prueba juntos y estamos a salvo.
Después de interminables discusiones al teléfono, Ariana acuerda con la odiosa Lidia Durán la devolución de todas las tarjetas de la casa esta tarde en el aeropuerto de Millares.
En el avión de vuelta, con Ariana y Sofía y Pablo sentados junto a mí en la fila central de asientos, tomo una decisión irrevocable y redacto a mano un juramento que no pienso incumplir por nada del mundo.
Pediré el reingreso en la función pública.
Volveré al instituto.
Volveré a ser profesor.
Volveré a enseñar.
Hay que parar esto.
Luchar con todos los medios a mi alcance contra los bárbaros y los tecnócratas.
Afirmar el poder de la vida frente a los especuladores y los hombres de poder.
Con todas mis fuerzas.
La inteligencia. La cultura.
Hasta el fin de mis días.
Hay que detener el futuro.
En nombre de Aníbal.
Hay que cambiarlo.
He vuelto a casa.
No hay marcha atrás.
El mundo no camina hacia su destrucción sino hacia su renacimiento.
El huevo de Abraxas.
Revolución es un acto de escritura.
Adiós, Madre.

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