martes, 22 de octubre de 2019

JOKER



[Publicado hoy en medios de Vocento]

Todos somos el Joker. Todos somos payasos desgraciados. El Joker es nuestro otro yo. Lo que seríamos si no fuésemos lo que somos. De ahí la fuerza empática de su discurso. La adhesión obtusa que suscita en los espectadores. A su lado, Batman es un farsante. El Joker es el perfil oscuro de la identidad. El paria universal. El hombre del subsuelo. Un comediante nato que vive instalado en la tragedia. Un cómico sin empleo, hogar, familia, amor o propiedades. Todos somos el Joker y nos empeñamos en negarlo, creyéndonos superhéroes. No queremos reconocer su cara deforme cuando nos miramos en el espejo con miedo a escuchar las siniestras carcajadas de fondo. La risa enlatada que desnuda las imposturas que nos sostienen a diario. Las falsedades con que el mundo se mantiene en vilo como una pelota de ping-pong sobre un chorro de agua. Lo hemos reconocido enseguida. En cuanto ha empezado a reírse hemos sabido que era él. No podía ser otro. Nuestro doble grotesco. Nuestra pesadilla esquizofrénica.
El Joker es también un insurgente genuino. La película contiene un mensaje político enviado por un psicópata desde el manicomio. Es una fantasía diseñada para consumo de todos los que sueñan con rebelarse contra lo que los aplasta. La iniquidad del orden establecido, la norma asfixiante, la vida opresiva. El Joker encarna esa nostalgia revolucionaria. El deseo colectivo de que las cosas cambien. Como es imposible, solo queda la risa loca, la comicidad, el humor. La amarga necesidad de hacer reír al otro. El Joker es el alma negra del comediante sin escenario donde representar un papel digno de sus aspiraciones. La carcajada cómplice que sale de la pantalla es la del demente que se burla de nuestras esperanzas e ilusiones. Esa risa patológica revela la verdad de nuestro fracaso.
El Joker ha inventado la risa que podemos aplicar a cualquier situación desagradable para escapar de ella. Es la risa ambigua de nuestro tiempo. Es la risa vergonzosa de los que no pueden hacer más de lo que hacen para sobrevivir a la desgracia. Es la risa del que se burla de ti desde el fondo de tus entrañas. Es una risa terrorífica. Y es también un arma visceral para amedrentar a los que quieren pisotearnos. Mucho cuidado. El Joker ha patentado un modo masoquista de subversión muy peligroso y eficaz. Esa risa descarnada se alimenta de las vejaciones y ultrajes recibidos. Es la risa de los desposeídos y los excluidos. Es la carcajada del bufón escarnecido. La risa sarcástica del desollado vivo. Cada vez que escuches esa risa todopoderosa piensa que se acabó la impunidad en el abuso y la humillación. Se acabó eso de aguantar y tragar. Triste consuelo. A partir de ahora, piénsatelo dos veces antes de maltratar a alguien. Estás avisado. Te lo dice el Joker.

1 comentario:

JLO dijo...

Es una gran pelicula que propone estos puntos de vista para pensar. No es poco eh...