[Publicado en medios de Vocento el martes 31 de julio]
Hace
un calor africano mientras escribo esto pensando en las bacterias que campan a
sus anchas acelerando los procesos bochornosos de la vida. El verano es un tiempo
idóneo para acordarse de ellas. La vida gira en círculos de complejidad
creciente, desde hace 3.800 millones de años, y los humanos somos la última
revolución de ese movimiento proliferante de la biología terrestre. Llevo una
semana intrigado con el discurso provida de Pablo Casado. Para mitigar mi
impaciencia, devoro el nuevo libro de Antonio Damasio: “El extraño orden de las
cosas”.
No me molesta
que la derecha sea derecha. Al contrario, detesto la indefinición ideológica y
el pensamiento desleído. Me inquieta más que la izquierda no entienda cuál es
hoy su papel y Sánchez no se atreva a cumplir sus promesas por miedo a poderes
maléficos que podrían truncar su ambición de perpetuarse en el gobierno. Es
bueno que la derecha se muestre como tal, católica, monárquica y nacionalista.
El producto Casado es todo eso y mucho más. Cuanto más leo a Damasio, menos
entiendo de qué habla el líder popular cuando habla de la vida con esa sonrisa
de curilla fariseo. Su edad no le impide suscribir ideas que ya estaban muertas
cuando nació. Casado quizá necesite cursar otro máster polémico para aprender
que la vida no se reduce a la narrativa vaticana de la pareja reproductora, el
feto sagrado y la familia nuclear. Y si no dispone de tiempo, que consulte al
rey emérito, un vividor experto, con su alegre cohorte de Corinnas y sus paraísos
fiscales o sexuales.
La vida
del instinto básico es la de nuestras entrañables amigas las bacterias, que
estuvieron aquí desde el principio y seguirán aquí cuando se haya extinguido
cualquier otra forma de vida. O los insectos, que inventaron sistemas de
organización social tan retorcidos como los nuestros y no se andan con tantos
remilgos en cuestiones sexuales. La vida es evolución y cambio, exuberancia
plástica y fuerza creativa, y no solo pasiones tristes, costumbres rancias y
morales anticuadas. La vida brotó promiscua y libre en una charca de sopa primordial.
Ahí surgieron las bacterias originarias. La existencia minúscula de esos
organismos es un fenómeno tan extraño que los descubridores del ADN creyeron
que su génesis era alienígena.
¿Qué es
la vida?, esta es la pregunta retórica que formulan los científicos inteligentes
como Damasio y los políticos conservadores como Casado pretenden contestar con valores
reaccionarios. La vida es sentimiento y pensamiento, conciencia y sensación, fluye
intensa por las células y nervios del cuerpo y conecta las neuronas del cerebro.
Conviene pensar con cuidado, por tanto, qué vida queremos tener. Si la vida va
a repetirse mil y una veces, como decía Nietzsche, más vale elegir bien. No le
hagan caso a Casado y lean a Damasio.
2 comentarios:
Soy una psicoanalista argentina residente en Frankfurt. Por primera vez ingreso a tu blog y me resultó muy interesante, me encantó tu humor y esa forma de pintar(nos). Un placer.
Muchas gracias a ti, siempre es un gusto tener lectores inteligentes...
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