lunes, 29 de enero de 2018

AUTOBIOGRAFÍA IMAGINARIA


[Machado de Assis, Memorias póstumas de Brás Cubas, trad.: Elena Losada, Sexto Piso, 2017, págs. 405]

       Es un fenómeno extraño y maravilloso que la creatividad de un autor obtenga el reconocimiento de escritores posteriores de muy diversas tradiciones y nacionalidades. Así ha sucedido con el brasileño Joaquim Machado de Assis, celebrado por escritores tan afines como Cabrera Infante, Carlos Fuentes, John Barth, Salman Rushdie o Susan Sontag, de quien tomo prestado el concepto de “autobiografía imaginaria” para definir el género al que pertenece esta obra maestra de la inteligencia novelesca, por no hablar del joven defensor de la noción de literatura mundial, Adam Thirlwell, fan total de este libro y de su autor.
La primera gesta que encierra la escritura de este libro formidable tiene que ver con la huida de un contexto provinciano como el periférico Brasil del siglo diecinueve. La segunda gesta, relacionada con la anterior, es cómo escapar de las determinaciones culturales de su tiempo y saber enlazar con la veta más innovadora y refrescante que provenía del siglo dieciocho francés e inglés. Si uno de los modelos indiscutibles para escribir esta novela memorable es el “Tristram Shandy” de Laurence Sterne, otros dos podrían ser los “plagios” creativos de este modelo realizados en siglos sucesivos por Diderot (“Jacques el fatalista”) y Xavier de Maistre (“Viaje alrededor de mi cuarto”). Este es el milagro de la literatura: cuanto más genuina parece, más enraizada en un país y una época concreta, más abraza la tradición internacional que la extrae de las limitaciones de su cultura de origen y conecta con ese escenario transnacional donde la verdadera literatura demuestra su esencia cosmopolita. (Esta dimensión, por cierto, es la que funda la “República mundial de las Letras”, como la denomina Pascale Casanova.)
Machado de Assis era mulato, traductor e impresor antes de convertirse, gracias a la genialidad de sus novelas y relatos, en uno de los grandes patriarcas de la literatura brasileña. Es una de las figuras más originales de la literatura americana de su tiempo y, a pesar de eso, fue poco conocido durante mucho tiempo fuera de Brasil. En esta novela risueña, Machado de Assis escribe la autobiografía de un personaje ridículo, un burgués sin carisma aquejado de hipocondría crónica, sumergiendo en un baño de ironía corrosiva las dos marcas que componen la idiosincrasia burguesa decimonónica: el romanticismo patológico de las pasiones y sentimientos y el realismo pragmático de la clase social, la política y el dinero. Brás Cubas, como anuncia desde el principio, es un difunto autor, es decir, alguien que afronta la tarea de narrar las peripecias de su vida desde el más allá. Esta declaración inicial establece las nuevas reglas de un juego literario de una libertad insólita cuya primera consecuencia es el humor absoluto que preside el relato.
La condición póstuma de estas memorias, narradas desde el sepulcro, por así decir, bromeando con las “Memorias de ultratumba” de Chateaubriand, le permite al autor abrir las compuertas de la ficción para reírse a carcajadas del principio de realidad. Como Brás Cubas reconoce, la muerte es el estado ideal para despojar a la vida de todos sus oropeles hipócritas, falacias morales y ornamentos engañosos. Pero en lugar de utilizar esa perspectiva filosófica para construir una narración estoica y moralizante, Machado de Assis, liberado de cualquier sujeción realista, genera un modelo carnavalesco de aproximación a la vida singular de un hombre (“una errata pensante”) de insuperable comicidad y sinceridad. Nada más alejado de la pesadez decimonónica entonces en boga y hoy mitificada por cierta crítica que estas “Memorias póstumas”, donde la adiposa silueta de la novela realista adelgaza hasta hacerse (pos)moderna.
La literatura, para Machado de Assis, no existe para confirmar los valores convencionales sino para recordarnos que la vida, con todas sus complicaciones, vicisitudes y equívocos, es un juego muy serio. Tan serio que acaba antes de que lo hayamos entendido.

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