[Publicado en medios de Vocento el martes 13 de febrero de 2018]
El
carnaval existe para que el resto del año pensemos que la realidad no es un
carnaval. Que las máscaras y disfraces del mundo no son tales, me dice mi
acompañante con gesto serio, sino verdades indiscutibles. Hemos salido juntos a
ver qué se cuece en la calle durante el festejo popular. Mi amigo está
preocupado por mi ánimo. Mi problema es sencillo, le digo. Yo quisiera ver este
mundo desde la perspectiva de la otra ribera. Pienso que ha pillado la cita. Error.
No entiendo por qué te puede interesar ver el mundo con los ojos marrones de
Albert Rivera, me contesta. No me río con el chiste fácil y menos rodeado de
chirigotas que me hacen sentir un comparsa más en el desfile de la vida.
Me gusta
que este año el miércoles de ceniza coincida con el día de los enamorados. Creo
que el calendario, por una vez, aclara las cosas. El cuerpo al cuerpo y el
polvo al polvo. Mi amigo apenas sonríe. Cualquier
irreverencia religiosa la considera ofensiva. Te veo en sintonía con el regreso
de la censura inquisitorial, le digo. No sé de qué me hablas, replica. Le
cuento. Zapeando me encontré el otro día con un reportaje sensacionalista sobre
cerdos moribundos y mataderos esclavistas y, en otro canal, el escándalo de
un joven que suplantó la efigie del Cristo de la Amargura por la amargura de su
jeta de paria vitalicio y lo acusaron de grave profanación y plagio.
Es domingo
de carnaval y un teatrillo de títeres escenifica en un callejón las mentiras de
la actualidad. La mascarada política desfila por el exiguo escenario con una
retranca esperpéntica que nos seduce enseguida. Unos fantoches se arriman con avidez
a un exuberante jamón ibérico hasta que los cuernos de la UCO les caen encima
como una maldición gitana. Otros muñecos montan una pantomima circense para nombrar
presidente o se pelean como rufianes ante el juez por repartirse las culpas del
pastel podrido de las comisiones. Un monigote con pelucón negro sale entonces a
escena entre carcajadas. Se desprende del bozal y se presenta como “portavoza”
de un grupo revolucionario que triunfa en redes asociales y fracasa en las encuestas
oficiales. Anuncia la expropiación fulminante del “Valle de las Caídas” antes
de esconderse tras el telón en cuanto aparece la marioneta de la armadura naranja.
El caballero incorruptible arrastra encadenado a su montura a un vejestorio que
se ha vuelto indeseable para la grey. El barbudo está más amortizado, apostilla
mi amigo, que el ídolo catalán del flequillo atravesado.
Me cansa tanta
caricatura grotesca y le ruego a mi colega que nos marchemos. La crueldad
española es fea y antipática, decía Valle-Inclán. Menos mal que hoy se acaba el
carnaval y mañana volvemos a la cruda realidad de los telediarios.
3 comentarios:
cuales son los creditos de la imagen?? Gracias!
http://phantomlimbcompany.com/dearmme/
Me ha iluminado el dia. Una maravilla, gracias de nuevo
Publicar un comentario