Un laberinto procaz y culterano que reformula las mitologías populares con muy mala idea y descubre, detrás del Sueño Americano, el hedor mefítico de un mundo gótico y puritano con urgente necesidad de ventilación. Hija mutante de Pynchon y Foster Wallace, la novela parece obra de un matón intelectual con ganas de pelea (ideológica).
Jordi Costa
1) ¿Qué es "Providence"? ¿Cómo podría definirse una novela tan difícil de definir?
No voy a estropear ahora esa indefinición que le atribuyes como cualidad simplificándola. Italo Calvino habló de “hipernovelas” para describir la multiplicidad narrativa de obras como Si una noche de invierno un viajero y La vida instrucciones de uso, de Perec. Creo que PVD es una “hipernovela” en este sentido también, una máquina narrativa de procesar formas narrativas de muy distinta procedencia mediática. Una novela compuesta de múltiples niveles de realidad y ficción que no se sabe con exactitud si es la base de una película, o la película misma, o un videojuego basado en ésta, etc. Todo esto es algo que el lector debe descubrir por sí mismo. PVD es un juego virtual cuyas reglas sólo se aprenden jugando.
2) En tu novela se integran elementos de ciencia-ficción, de la cultura del vídeo-juego, de la pornografía, constantes guiños cinéfilos... ¿Cuál es el propósito detrás de tanta bastardía? ¿En qué medida hay un radical gesto de ruptura con una tradición española predominantemente realista/costumbrista?
En la escritura de la novela hay un deseo de incorporar una muestra significativa de la cultura contemporánea. La cultura de masas, que es la cultura de la globalización. Mi comprensión del papel del novelista en el siglo 21 no puede ser más crítica: responder desde un medio artístico tradicional a los desafíos de un mundo basado en la permanente novedad tecnológica y el exceso de imágenes e información. Si la respuesta es excesiva es por puro mimetismo. Sólo puedo concebir el realismo en nuestro tiempo de una forma expandida, absorbiendo innumerables elementos imaginarios. Hoy es imposible ser realista sin tener en cuenta la interferencia de ficciones tecnológicas en la vida diaria. Todo el problema del escritor contemporáneo radica en saber cuál es la versión de la realidad con la que se identifica. El problema es que en España hay mucho ensimismamiento narrativo como subproducto de un gran ensimismamiento cultural y político. A este fenómeno, que implica una cierta incapacidad para entender el mundo de hoy en sentido geopolítico, lo llamo “el círculo vicioso español”.
Por otra parte, la pornografía no es un género como otro cualquiera, puede ser una forma de explotación espectacular de la intimidad, o de publicitar esta a niveles masivos, pero desde luego es una forma de representación del cuerpo que ha acabado infiltrando, sin dejar de ser una gran industria, el modo de vida americano hasta grados impensables. Y no sólo este: piensa en cómo la libidinización del mercado es lo que hace tan atractiva a la sociedad de consumo para la mayoría. El problema es qué idea del cuerpo tienen los novelistas. El cuerpo es un actor fundamental de la escena contemporánea y me da la sensación de que una parte de la literatura se niega a darse por enterada de esto. De todos modos, mi concepción narrativa, dado su humor y sentido político, es, más bien, post-porno. Como diría mi admirada Beatriz Preciado vivimos sumidos, lo queramos o no, en “el imperativo fármaco-pornográfico”. Como no soy un moralista a la antigua, sino un observador implicado en la representación en curso, me limito a mostrarlo con ironía a través de mi personaje, el director Álex Franco, y a extraer de sus delirantes experiencias sexuales y psicotrópicas un cierto placer que busco compartir con el lector.
3) La novela incluye referencias al 11-S y tiene un tono muy apocalíptico. ¿Qué ha significado el 11-S para la literatura? ¿Estamos en el fin de los tiempos?
El 11-S supuso el descubrimiento de que la historia se escribía para y desde las pantallas de televisión. Con lo que es imposible entender nada de lo que viene después sin tomar nota de esta mutación radical en nuestra concepción del tiempo, la historia y la vida social (aún no hemos visto casi nada). Por eso en una de las secciones finales de PVD me he permitido la libertad de reconstruir un modelo a escala de lo que fueron los atentados, con variantes y añadidos, pero respetando la lógica, los mecanismos y las secuelas del acontecimiento que acabó de una vez por todas con la inocencia del espectador de telediarios. El Apocalipsis de la novela es paródico, en cierto modo, en la medida en que desde los comienzos del género el tono profético se mezclaba con visiones carnavalescas del mundo celestial y efectos especiales digitalizados. PVD es el Apocalipsis filmado en 3-D por Fellini…
4) Tu novela comparte personaje con otra de las novelas comentadas en este artículo, "El fondo del cielo" de Rodrigo Fresán. El personaje es Lovecraft. ¿Podrás hablar de tu particular relación de amor/odio con Lovecraft?
No tengo relación amor-odio. Los relatos de Lovecraft me fascinan y no encuentro mejor expresión del horror del universo y, al mismo tiempo, por sus mismos excesos cósmicos, mayor burla de los límites y miserias de la especie humana. Al revés de Houellebecq, leo a Lovecraft a través de Nietzsche y no de Schopenhauer, con lo que me imagino que en una futura civilización será leído como un profeta irreverente de la extinción de la cultura humanista. Este es el espíritu intempestivo con que lo introduzco en PVD. Otra cosa es que, además, explote en beneficio del placer narrativo sus tendencias racistas y misóginas hasta el punto de convertirlo, como avatar de la Providencia, en un asesino en serie de videojuego. Por otro lado, es el escritor que encarnaría el alma fundacional de América, esa utopía fanática cuyo desnudamiento es otro de los motivos dominantes de la novela…
5) "Providence" es, entre otras muchas cosas, un ajuste de cuentas con la cultura americana, con su paradójica condición de mundo deslumbrante levantado sobre los cimientos de lo gótico. Tu experiencia americana, ¿ha sido decisiva para elaborar esta feroz visión del Imperio?
Era inevitable que fuera así ya que uno está impregnado de los valores, iconos y mitos de la cultura americana desde la adolescencia, y cuando se instala a vivir allí, al poco tiempo todo eso se pone en marcha, como un bagaje inconsciente, y entra en conflicto con la realidad cotidiana, con el modo de vida y los valores reales que lo controlan todo. De esa fricción áspera surge la primera chispa de PVD. Ese contraste entre la fachada fascinante y seductora, que todo el mundo consume (Warhol sería el mejor emblema de todo esto), y el sótano de los horrores, los miedos y los monstruos (Lovecraft es el paradigma otra vez), que no todo el mundo percibe. Todo lo demás se deriva del puro placer del juego literario consistente en explorar ese escaparate de moda y tirarle algún ladrillo iconoclasta y en bajar al sótano de vez en cuando en busca de aberraciones…
6) Entre los iconos de la cultura popular que aparecen en tu novela también está Darth Vader, que da pie a una escena que parece digna de "V" de Thomas Pynchon. ¿Te consideras heredero del post-modernismo americano? ¿De qué nos sirven esas mitologías populares americanas a la hora de entender el siglo XXI?
Cómo no deberle algo al posmodernismo. Es la primera estética literaria que nos saca definitivamente de las casillas aristotélicas, por eso tantos la rechazan hoy, en estos tiempos de regreso ideológico a concepciones narrativas más conservadoras y domesticadas. Hasta su aparición, la narrativa era o bien fantástica, en el tradicional sentido de la expresión, o bien realista, en el más naturalista o psicológico. Con la irrupción de los posmodernistas, con Pynchon a la cabeza, la imaginación y la fantasía, los mitos seculares y las mitologías públicas o privadas, los estereotipos de los medios de masas y las tecnologías de los medios, la cultura popular y las imágenes del cine, la publicidad y la televisión, se infiltran en la ficción al mismo nivel de realidad que la llamada vida cotidiana. Esto es lo que más me ha interesado al escribir PVD con un sentimiento enciclopédico respecto de esta cultura de masas, como un artefacto narrativo donde cabe integrarlo todo, desde los videojuegos, los deportes masivos, You Tube, Tiburón o E. T., hasta iconos del mal como Vader, ese Bin Laden galáctico, pero proporcionando versiones insólitas y perversas de todo ello con el fin de contrariar las interpretaciones tradicionales.