Después de un mes, Providence prosigue, en compañía de un número creciente de muy buenos lectores, su batalla particular contra la conjura de los necios.
En espera de la pronta publicación del artículo que sobre ella ha escrito Juan Goytisolo para Babelia (“Literatura en el ciberespacio”), me permito revisar algunas expresiones recientes de este respaldo crítico que trasciende fronteras y demuestra la condición cosmopolita de la novela.
1. No es casual que la primera crítica de Providence se escribiera en francés y se publicara en un blog francés. Tampoco que la escribiera François Monti, el más inteligente y versado cómplice transpirenaico que puede tener cualquier escritor no gregario de la Península, en parte gracias a su documentado conocimiento de la literatura internacional. No puedo reproducirla entera (puede leerse aquí), pero no me resisto a copiar el párrafo final: Les grands postmodernes avaient parlé d’épuisement et cherché dans les entrailles des mythes et des classiques de quoi renouveler la littérature. Quarante ans plus tard, beaucoup d’eau a coulé sous les ponts et, sans abandonner ses tactiques, il s’agit sans doute de les radicaliser. Pas dans la complexité de l’écriture ni même de la structure, mais bien dans l’exploitation illimitée de toutes les ressources culturelles ou technologiques à sa disposition, la réappropriation de toute œuvre jugée nécessaire à montrer les entrailles de ce qui n’est déjà plus un cadavre humain, de ce qui est devenu le reste hyper technicisé et consumériste de notre civilisation. Il reste sans doute à définir cette pratique, mais c’est sans aucun doute une œuvre créative où l’essentiel réside dans ce qui est fait du matériau emprunté, de son syncrétisme avec la vision propre et personnelle de l’auteur. Elle est certainement mutante, certainement excessive, certainement monstrueuse, certainement délirante mais elle correspond au délire d’un monde excessif, monstrueux et mutant. C’est à cette aventure que nous convie Juan Francisco Ferré et si Providence rencontrera certainement des adversaires aussi bien chez le lecteur de romans traditionnels que chez celui plus porté sur l’expérimentation, ce ne sera que le signe que le scalpel de l’auteur a touché le nerf qu’il fallait. En ce soir de novembre 2009, je me contenterai de dire que ça faisait longtemps que je n’avais pas lu un livre ayant cette ampleur. Et je m’excuserai enfin d’avoir fait si long sans atteindre le cœur du roman. A vous de le découvrir.
2. El mexicano René López Villamar, en el blog Teoría del caos, hace balance de su visita a la Feria del Libro de Guadalajara en términos muy favorables para la novela: El problema de pasar una semana a la Feria Internacional del Libro a Guadalajara son dos: incluso sin dinero se regresa con demasiados libros (23) y el mundo sigue su curso mientras uno se la pasa en una burbuja de conferencias, chismes, libros y editoriales. Diría también que cócteles, pero como no bebo, esos me los brinqué. El caso es que después de pasar revista a todos los libros que traje de Guadalajara, reduje a cinco la lista de posibles lecturas inmediatas, y luego a dos: Providence de Juan Francisco Ferré y El sueño no es un refugio sino un arma de Geney Beltrán Felix. El segundo es un librillo de ensayos críticos que hasta el momento voy picoteando con gusto. Providence, por su parte, es una enorme novela en toda la extensión de la palabra. Como lector, siento un extraño hormigueo en el estómago en cada página que pasa. Son muy contados los libros que me han causado esa sensación en los últimos cinco años: House of Leaves, 2666, Austerlitz... Así que sin muchas ganas de quemar el libro ante sus posibles lectores, sospecho que estoy leyendo una obra maestra, uno de esos libros condenados a formar parte de la historia de la literatura. Lo que si es seguro es que si tienen los cerca de 400 pesos que cuesta la novela (descuento incluido) no tienen nada mejor que hacer que ir a comprarla y leerla. Nada. En serio. Vayan a comprarla.
3. El crítico peruano Julio Ortega, en su blog de El Boomerang, selecciona Providence entre sus cinco obras de ficción preferidas de 2009 con estas palabras: Juan Francisco Ferré: Providence, Anagrama. Tiempo sin silencio, el nuestro, nos dice Ferré, está hecho como un nuevo retablo de las maravillas. Con humor y vitalidad, se sobreimpone a sus interlocutores norteamericanos, no sin desenfado gozoso en un español, por fin, universal.
4. En el diario chileno La Nación, Fernanda Donoso dice de Providence cosas como éstas: Providence es un libro efervescente, que patea, que molesta, que atrapa y tiene el contenedor de una risa escandalosamente inteligente. Es lo contrario de vivir dentro de un lugar común... Pues el libro de Juan Francisco Ferré es de ésos que califican como una interrogación global y hasta como un consuelo frente a la vida paralela, demasiado real que transcurre afuera de los libros. Novela larga e intoxicada en la que caben muchas novelas...
5. Desde las páginas de Babelia, J. E. Ayala-Dip, un crítico reacio por razones inexplicables a otras propuestas mías, se rinde ante la ambición de la novela y la ensalza en estos términos: Ahora leo Providence, finalista (¿y por qué no ganadora junto con la de Gutiérrez Aragón?) del Premio Herralde y tengo la sensación de haber leído una novela mayor, independientemente de que se comparta o no su soporte ideológico, una moral o no-ideología en sentido nietzscheano. No creo que se satisfaga la curiosidad de los lectores intentando resumir una trama tan milimétricamente fragmentada, con el espíritu que alienta toda una corriente narrativa actual, entre los cuales no es ajeno Fernández Mallo o los análisis literario-mediáticos de un Eloy Fernández Porta. Puede adelantarse que ésta es la historia de un cineasta español llamado Álex Franco. Es autor de una película que obtuvo alguna que otra crítica benevolente en Cannes, pero no la de un crítico de EL PAÍS. Ahora está en Providence, la ciudad en la que nació el maestro del terror H. P. Lovecraft. Antes ató un fáustico acuerdo con una mujer en Marraquech. En Estados Unidos se disparan todas las tramas posibles e imposibles con tal de que Álex Franco termine sus días como va a terminar. Esto lo sabremos en un genial diálogo entre dos mujeres en un ascensor, una secuencia que es imposible concebirla si no se tiene el talento narrativo que demuestra tener Ferré. Providence es una novela poliédrica. Voces directas e indirectas plasman la locura y la tenebrosidad de un mundo (pos-11-S) irrespirable, paranoico e irrealmente real. Juan Francisco Ferré ha diseñado un artefacto que desmitifica la nueva racionalidad virtual. Con una lengua literaria ágil: a la vez maliciosa, y llena de esa helada ironía que desplegaba el gran Nabokov. Novela de la totalidad en torno a una alienación de nuevo cuño, infinitamente más letal que la que pudo imaginar el mismísimo Marx. Providence tiene ese aire de posmodernidad lúcida que hallamos en V y El arco iris de la gravedad, de Thomas Pynchon. El nihilismo constructivo que ofrece la novela con mayúscula.
(Es un error, sin embargo, que Ayala-Dip se empeñe en ver La fiesta del asno como una obra "fallida", con tal de no rectificar un juicio anterior, y no sepa ver por qué una novela como ésa, a su manera carnavalesca, ya anticipaba, como otras obras anteriores que ignora, los elogiados logros de Providence. Se ve que el tema etarra obnubila algunas conciencias hasta grados impensables. No obstante, el marco conceptual y la referencia a Pynchon bastan para disculparle.)
6. René López Villamar vuelve a hablar de Providence en su blog, pero esta vez le consagra un ensayo impresionante del que extraigo estas líneas finales: Providence puede leerse también como una propuesta de refundación de la ética y estética en el arte, «una respuesta contundente a lo que se puede esperar de una novela escrita a comienzos del siglo XXI», como remata la contraportada. Es también una novela política, una condena brutal a la América post 9-11 (otra figura del panteón de estos nuevos mitos), el monstruo hegemónico que por un lado goza un asombroso despliegue tecnológico y por otro un anquilosamiento moral, pero es también una crítica mordaz al adormecimiento de Europa y su relación con los Estados Unidos. No hay que olvidar que el protagonista es un español en una tierra extranjera, que no resiste su encanto y que toma parte importante en su caída. Pero es sobre todo una novela humana, demasiado humana. Excesiva e imposible, pero siempre auténtica, Providence no apela sólo al intelecto, sino también a la ética y a la reacción visceral del lector. No se trata de zapping, un reciclaje o de una «estética facebook». No es un simple acto de malabarismo estilístico ni de equilibrismo poético. Es un proyecto narrativo que va más allá de la deconstrucción, para poner de relieve el estado de la humanidad al arranque del nuevo milenio. En su nivel más profundo, Providence no es una novela posmoderna, un azaroso guión cinematográfico o un videojuego maldito. En el fondo, es la historia del ser humano, aquí y ahora, que se enfrenta a eventos que lo rebasan en escala y ante los que no puede hacer nada, ofuscados por un avance tecnológico que no comprende ni le permite actuar en consecuencia.
7. Por último, Pablo Muñoz (aka Alvy Singer) me envía este agudo comentario que ha remitido a la revista Hermano Cerdo para destacar a Providence entre las mejores obras de ficción del año saliente: Creo que con Providence, Juan Francisco Ferré ha escrito su mejor novela, una gran comedia dickensiana que es al fin contemporánea y en la que el espíritu crítico del novelista inglés se traslada a un escenario hollywoodiense, un Otto e Mezzo ballardiano o mejor dicho, buñuelesco. Nietzscheano, chispeante conocedor de todas las tradiciones que van de Rabelais a Palahniuk pasando por la vanguardia de Coover, estamos ante un novelista en pleno dominio de todos sus poderes. Una fiesta con asnos.
Y, por último, me entero por Germán Sierra de que uno de los mayores aciertos de la novela consiste en haber convertido una ciudad concreta (Providence) en un "hiperlugar" (ver aquí la explicación de Sierra a este concepto). En la página 374 de la novela, discutiendo Robocop 2, se adelantan algunos argumentos que sólo cristalizarán más adelante cuando Providence se metamorfosee en Bagdad, o en una ciudad hiperviolenta que simula ser Bagdad...
To be continued.