lunes, 21 de diciembre de 2009

PROVIDENCE FEEDBACK



Después de un mes, Providence prosigue, en compañía de un número creciente de muy buenos lectores, su batalla particular contra la conjura de los necios.


En espera de la pronta publicación del artículo que sobre ella ha escrito Juan Goytisolo para Babelia (“Literatura en el ciberespacio”), me permito revisar algunas expresiones recientes de este respaldo crítico que trasciende fronteras y demuestra la condición cosmopolita de la novela.


1. No es casual que la primera crítica de Providence se escribiera en francés y se publicara en un blog francés. Tampoco que la escribiera François Monti, el más inteligente y versado cómplice transpirenaico que puede tener cualquier escritor no gregario de la Península, en parte gracias a su documentado conocimiento de la literatura internacional. No puedo reproducirla entera (puede leerse aquí), pero no me resisto a copiar el párrafo final: Les grands postmodernes avaient parlé d’épuisement et cherché dans les entrailles des mythes et des classiques de quoi renouveler la littérature. Quarante ans plus tard, beaucoup d’eau a coulé sous les ponts et, sans abandonner ses tactiques, il s’agit sans doute de les radicaliser. Pas dans la complexité de l’écriture ni même de la structure, mais bien dans l’exploitation illimitée de toutes les ressources culturelles ou technologiques à sa disposition, la réappropriation de toute œuvre jugée nécessaire à montrer les entrailles de ce qui n’est déjà plus un cadavre humain, de ce qui est devenu le reste hyper technicisé et consumériste de notre civilisation. Il reste sans doute à définir cette pratique, mais c’est sans aucun doute une œuvre créative où l’essentiel réside dans ce qui est fait du matériau emprunté, de son syncrétisme avec la vision propre et personnelle de l’auteur. Elle est certainement mutante, certainement excessive, certainement monstrueuse, certainement délirante mais elle correspond au délire d’un monde excessif, monstrueux et mutant. C’est à cette aventure que nous convie Juan Francisco Ferré et si Providence rencontrera certainement des adversaires aussi bien chez le lecteur de romans traditionnels que chez celui plus porté sur l’expérimentation, ce ne sera que le signe que le scalpel de l’auteur a touché le nerf qu’il fallait. En ce soir de novembre 2009, je me contenterai de dire que ça faisait longtemps que je n’avais pas lu un livre ayant cette ampleur. Et je m’excuserai enfin d’avoir fait si long sans atteindre le cœur du roman. A vous de le découvrir.


2. El mexicano René López Villamar, en el blog Teoría del caos, hace balance de su visita a la Feria del Libro de Guadalajara en términos muy favorables para la novela: El problema de pasar una semana a la Feria Internacional del Libro a Guadalajara son dos: incluso sin dinero se regresa con demasiados libros (23) y el mundo sigue su curso mientras uno se la pasa en una burbuja de conferencias, chismes, libros y editoriales. Diría también que cócteles, pero como no bebo, esos me los brinqué. El caso es que después de pasar revista a todos los libros que traje de Guadalajara, reduje a cinco la lista de posibles lecturas inmediatas, y luego a dos: Providence de Juan Francisco Ferré y El sueño no es un refugio sino un arma de Geney Beltrán Felix. El segundo es un librillo de ensayos críticos que hasta el momento voy picoteando con gusto. Providence, por su parte, es una enorme novela en toda la extensión de la palabra. Como lector, siento un extraño hormigueo en el estómago en cada página que pasa. Son muy contados los libros que me han causado esa sensación en los últimos cinco años: House of Leaves, 2666, Austerlitz... Así que sin muchas ganas de quemar el libro ante sus posibles lectores, sospecho que estoy leyendo una obra maestra, uno de esos libros condenados a formar parte de la historia de la literatura. Lo que si es seguro es que si tienen los cerca de 400 pesos que cuesta la novela (descuento incluido) no tienen nada mejor que hacer que ir a comprarla y leerla. Nada. En serio. Vayan a comprarla.


3. El crítico peruano Julio Ortega, en su blog de El Boomerang, selecciona Providence entre sus cinco obras de ficción preferidas de 2009 con estas palabras: Juan Francisco Ferré: Providence, Anagrama. Tiempo sin silencio, el nuestro, nos dice Ferré, está hecho como un nuevo retablo de las maravillas. Con humor y vitalidad, se sobreimpone a sus interlocutores norteamericanos, no sin desenfado gozoso en un español, por fin, universal.


4. En el diario chileno La Nación, Fernanda Donoso dice de Providence cosas como éstas: Providence es un libro efervescente, que patea, que molesta, que atrapa y tiene el contenedor de una risa escandalosamente inteligente. Es lo contrario de vivir dentro de un lugar común... Pues el libro de Juan Francisco Ferré es de ésos que califican como una interrogación global y hasta como un consuelo frente a la vida paralela, demasiado real que transcurre afuera de los libros. Novela larga e intoxicada en la que caben muchas novelas...

5. Desde las páginas de Babelia, J. E. Ayala-Dip, un crítico reacio por razones inexplicables a otras propuestas mías, se rinde ante la ambición de la novela y la ensalza en estos términos: Ahora leo Providence, finalista (¿y por qué no ganadora junto con la de Gutiérrez Aragón?) del Premio Herralde y tengo la sensación de haber leído una novela mayor, independientemente de que se comparta o no su soporte ideológico, una moral o no-ideología en sentido nietzscheano. No creo que se satisfaga la curiosidad de los lectores intentando resumir una trama tan milimétricamente fragmentada, con el espíritu que alienta toda una corriente narrativa actual, entre los cuales no es ajeno Fernández Mallo o los análisis literario-mediáticos de un Eloy Fernández Porta. Puede adelantarse que ésta es la historia de un cineasta español llamado Álex Franco. Es autor de una película que obtuvo alguna que otra crítica benevolente en Cannes, pero no la de un crítico de EL PAÍS. Ahora está en Providence, la ciudad en la que nació el maestro del terror H. P. Lovecraft. Antes ató un fáustico acuerdo con una mujer en Marraquech. En Estados Unidos se disparan todas las tramas posibles e imposibles con tal de que Álex Franco termine sus días como va a terminar. Esto lo sabremos en un genial diálogo entre dos mujeres en un ascensor, una secuencia que es imposible concebirla si no se tiene el talento narrativo que demuestra tener Ferré. Providence es una novela poliédrica. Voces directas e indirectas plasman la locura y la tenebrosidad de un mundo (pos-11-S) irrespirable, paranoico e irrealmente real. Juan Francisco Ferré ha diseñado un artefacto que desmitifica la nueva racionalidad virtual. Con una lengua literaria ágil: a la vez maliciosa, y llena de esa helada ironía que desplegaba el gran Nabokov. Novela de la totalidad en torno a una alienación de nuevo cuño, infinitamente más letal que la que pudo imaginar el mismísimo Marx. Providence tiene ese aire de posmodernidad lúcida que hallamos en V y El arco iris de la gravedad, de Thomas Pynchon. El nihilismo constructivo que ofrece la novela con mayúscula.

(Es un error, sin embargo, que Ayala-Dip se empeñe en ver La fiesta del asno como una obra "fallida", con tal de no rectificar un juicio anterior, y no sepa ver por qué una novela como ésa, a su manera carnavalesca, ya anticipaba, como otras obras anteriores que ignora, los elogiados logros de Providence. Se ve que el tema etarra obnubila algunas conciencias hasta grados impensables. No obstante, el marco conceptual y la referencia a Pynchon bastan para disculparle.)


6. René López Villamar vuelve a hablar de Providence en su blog, pero esta vez le consagra un ensayo impresionante del que extraigo estas líneas finales: Providence puede leerse también como una propuesta de refundación de la ética y estética en el arte, «una respuesta contundente a lo que se puede esperar de una novela escrita a comienzos del siglo XXI», como remata la contraportada. Es también una novela política, una condena brutal a la América post 9-11 (otra figura del panteón de estos nuevos mitos), el monstruo hegemónico que por un lado goza un asombroso despliegue tecnológico y por otro un anquilosamiento moral, pero es también una crítica mordaz al adormecimiento de Europa y su relación con los Estados Unidos. No hay que olvidar que el protagonista es un español en una tierra extranjera, que no resiste su encanto y que toma parte importante en su caída. Pero es sobre todo una novela humana, demasiado humana. Excesiva e imposible, pero siempre auténtica, Providence no apela sólo al intelecto, sino también a la ética y a la reacción visceral del lector. No se trata de zapping, un reciclaje o de una «estética facebook». No es un simple acto de malabarismo estilístico ni de equilibrismo poético. Es un proyecto narrativo que va más allá de la deconstrucción, para poner de relieve el estado de la humanidad al arranque del nuevo milenio. En su nivel más profundo, Providence no es una novela posmoderna, un azaroso guión cinematográfico o un videojuego maldito. En el fondo, es la historia del ser humano, aquí y ahora, que se enfrenta a eventos que lo rebasan en escala y ante los que no puede hacer nada, ofuscados por un avance tecnológico que no comprende ni le permite actuar en consecuencia.


7. Por último, Pablo Muñoz (aka Alvy Singer) me envía este agudo comentario que ha remitido a la revista Hermano Cerdo para destacar a Providence entre las mejores obras de ficción del año saliente: Creo que con Providence, Juan Francisco Ferré ha escrito su mejor novela, una gran comedia dickensiana que es al fin contemporánea y en la que el espíritu crítico del novelista inglés se traslada a un escenario hollywoodiense, un Otto e Mezzo ballardiano o mejor dicho, buñuelesco. Nietzscheano, chispeante conocedor de todas las tradiciones que van de Rabelais a Palahniuk pasando por la vanguardia de Coover, estamos ante un novelista en pleno dominio de todos sus poderes. Una fiesta con asnos.


Y, por último, me entero por Germán Sierra de que uno de los mayores aciertos de la novela consiste en haber convertido una ciudad concreta (Providence) en un "hiperlugar" (ver aquí la explicación de Sierra a este concepto). En la página 374 de la novela, discutiendo Robocop 2, se adelantan algunos argumentos que sólo cristalizarán más adelante cuando Providence se metamorfosee en Bagdad, o en una ciudad hiperviolenta que simula ser Bagdad...



To be continued.

16 comentarios:

Unknown dijo...

Juan Francisco, la lectura de la novela me causó tal impresión que finalmente tuve que escribir una larga reseña de Providence en el blog como una suerte de exorcismo. De otra manera hubiera tenido pesadillas lovecraftianas en los meses por venir.

Me da mucho gusto leer sobre la buena recepción de la novela en todas partes. Si una novela merece esas notas es Providence.

El detective amaestrado dijo...

A mi me la recomendó un buen amigo, escritor y lector, Javier Cánaves...no sé si eso vale también...

Germán dijo...
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detectivesalvaje dijo...

hola juan, soy max schoening de Brown University. vivo en bogotá, y ayer encontré tu libro en una libreria de mi barrio. Providence me parece genial, seguramente lo voy a leer. cual es tu email?
saludos,
Max
mschoening1@gmail.com

Anónimo dijo...

Hola Juan Francisco,

Te añado lo que he escrito para Hermano Cerdo a propósito de Providence:

Una novela compleja y muy inteligentemente construída, a la altura de los grandes clásicos posmodernos, y que dialoga con las principales tendencias narrativas de los últimos decenios. Escudriña la la cultura norteamericana contemporánea "desde dentro y desde fuera", por lo que merece ser considerada tanto una de las grandes novelas españolas recientes como una de las mejores novelas norteamericanas del año.

Un abrazo,
Germán Sierra

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

Gracias, René, por tu excelente aproximación a la novela.

Y gracias a los detectives salvajes y a los amaestrados (perfecta recomendación, Javier, amigo de este blog; Max mi email está en mi perfil).

Gracias, Germán, me encanta el bucle final, muy en tu línea.

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

Por su parte, Javier Moreno compone un listado perequiano con lo mejor del año, también para Hermano Cerdo, y me dedica este "recuerdo" empapado en el mejor bourbon:

"Me acuerdo de Providence, de Juan Francisco Ferré, y de tener la impresión de que Juan Francisco le ha hecho algo a la literatura española, algo que todos estábamos deseando, que ha conseguido una especie de plusmarca nacional difícil de batir; y de que si yo fuera la literatura española invitaría a Juan Francisco a una copa de Bourbon y luego ya se vería".

Mil gracias, Javier, por tus palabras. Me tomaré un bourbon a tu salud y a la salud de la literatura española...

Clément Cadou dijo...

Hola, tengo pensado pedir "Providence" a los reyes magos de Occidente, así que no puedo emitir un juicio. Me llama, en todo caso, la atención su referencia tooliana a la "batalla particular contra la conjura de los necios" que su libro ha emprendido (o parece haber emprendido). Interesante el cruce de opiniones de la entrada anterior. Sólo añadir que nada menos que Diderot inventó su alter postmo en "El sobrino de Rameau" en el XVIII. Un saludo, suerte con su libro.

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

La referencia a Diderot y al inefable sobrino de Rameau es muy pertinente. He ahí uno de los precursores del Flaubert iconoclasta e inconformista del otro post. Si los reyes magos de Occidente te traen Providence como regalo, es toda una señal que no puedo sino celebrar. Gracias por tu interés.

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

Iván Thays, el escritor peruano que comparte conmigo el honor de haber sido finalista del Herralde en años consecutivos, dedica un post a la, según su opinión, entusiástica reseña de Ayala Dip en Babelia. Puede consultarse aquí: http://notasmoleskine.blogspot.com/2009/12/providence-resenada.html

No obstante, amigo Iván, querría dejar una cosa clara: no ataco a Ayala Dip en este post. Acuso el latigazo que vuelve a propinarle al "asno", pobre animal, sin otro motivo quizá que reafirmarse en una posición anterior. Creo que es un buen crítico, con todo, y que el atinado marco teórico con que evalúa la novela y las referencias a Pynchon y a Nabokov me bastan, como digo, para estarle razonablemente agradecido. Ahora bien, ¿es posible que el crítico condene y celebre la misma estética y los mismos planteamientos literarios, mutatis mutandis, en dos obras distintas sólo porque una trataría un tema político nacional espinoso y delicado y la otra un tema global? Ésa es la cuestión que me planteo al criticar al crítico sin acritud...

En cualquier caso, Iván, muchas gracias por la atención.

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

Me llena de alegría ver que un estupendo lector y escritor (y traductor) como Javier Calvo incluye Providence en su lista de libros del año.
http://elblogdejaviercalvo.blogspot.com/2009/12/12-libros-de-2009.html

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

Y Manuel Vilas recomienda Providence en su estimulante chat de hoy con los lectores de El País.

http://www.elpais.com/edigitales/entrevista.html?encuentro=6088&k=Manuel_Vilas

keffet dijo...

Saludos, Juan Francisco.
Acabo de terminar el primer nivel de Providence.
Aunque leí algunas reseñas antes de empezar con ella, reconozco que no la compré por las flores que le echaban, ni tampoco por haberle gustado a Herralde. Lo hice porque Lovecraft está en la portada... y porque me fio mucho de mi intuición y olía ese aire especial que tienen las novelas con mayúsculas, esas en las que uno echa los restos.
Sé que estoy sólo en la antesala, pero me encanta tu ironía y la promesa que empapa estas primeras páginas de que nos aguarda algo grande, algo que no vamos a olvidar nunca...
Seguimos.
Jesús García Blanca.

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

Mil gracias, Jesús, por tus palabras. Espero que los dos niveles restantes no disminuyan tu aprecio por el lado inconformista del libro. Haces bien en no fiarte de la opinión corriente, ni siquiera en mi caso. Los críticos siempre mienten, cuando alaban y cuando denuestan. El lenguaje está envenenado, las palabras podridas, el diálogo corrompido, ¿cómo escapar del bucle?...

Adolfo Poncela dijo...

Estimado J.F. Ferré:

Usted se ha definido en este post como un "escritor no gregario de la Península", y lo ha hecho también en anteriores ocasiones.

Tengo una duda, y le ruego que me crea cuando le digo que mi duda es sincera, y que no son ganas de polemizar ni de acusar.

Me gustaría saber a qué se refiere con esa expresión, y por qué la abandera. Quiero decir: una enorme parte de los críticos y autores que han hablado bien de su libro, y que nombra en este post -Juan Goytisolo, Manuel Vilas, Javier Calvo, Javier Moreno, etc, etc- son amigos personales suyos. Y es sabido que muchos de los miembros de la generación nocilla, o afterpop, o mutante, han resultado muy beneficiados precisamente por eso: por ser gregarios (eso -como estrategia de fuerza común y de márketing-, al menos, ha acelerado su publicación en editoriales como Alfaguara, Anagrama, Mondadori; el propio Vicente Luis Mora, que pronto publicará en Seix Barral, lo expone así en su blog, y no es el único). No estoy criticando esta opción, y supongo que no son los únicos en hacerlo, aunque sí los que lo han hecho de una forma más visible, declarada y organizada (en otros casos, no pasan de ser grupos de tres o cuatro escritores que guardan una relación de amistad). Las cadenas de favores, y el gregarismo ha existido desde que el hombre es hombre.

Pero entonces, me pregunto, ¿por qué esa insistente afirmación de ser un "escritor no gregario de la Península"? Entiendo que si usted lo dice es porque lo piensa con sinceridad, tiene que haber un significado más o menos auténtico detrás de este convencimiento. No sé si es sólo falta de perspectiva; no lo creo, dicen de usted que destaca por su inteligencia, y tiene que ser tan consciente de lo que acabo de resumir como lo somos todos los demás. ¿Es parte de la estrategia, del plan global, de la imagen que quieren proyectar? ¿O hay una verdad más profunda que se me escapa?

No sé, honestamente, creo que alguien aquí no tiene suficiente perspectiva. Quizá sea yo.

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

La frase que citas, Adolfo, si te fijas, no se refiere sólo a mí, ni siquiera especialmente a mí, es un elogio del crítico Monti, que suele prestar atención a escritores que no siguen los moldes más trillados de escritura narrativa. Creía que al emplear gregario con sentido estético se entendería que me refiero no a las redes sociales o familiares que rodean al escritor, ni a las influencias de que se vale para abrirle paso a su obra, sino a su modo de entender la literatura y practicarla. Gregario es, pues, sinónimo, de convencional. Todos los escritores que citas tampoco son gregarios, desde luego, y muchos otros que no citas. Y, con todos mis respetos, lo que ha hecho que un grupo de autores como el llamado Nocilla-Mutante-Afterpop publique en importantes editoriales no es su gregarismo, precisamente, sino su singularidad (siendo lector asiduo del blog de Mora debías saberlo mejor que yo) en un panorama dominado en exceso por la medianía y lo manido (aunque se venda como novedad último modelo). Aprovecho para señalarte que gregarismo como tal lo practican los grandes grupos difundiendo modelos literarios de una mediocridad esterilizante que los lectores gregarios consumen en masa, no autores que se han limitado a darle la espalda a los paradigmas mayoritarios y crear en soledad unas obras que han tardado en ser reconocidas al menos por su novedad y diferencia...

Creo que mi perspectiva ha quedado aclarada. Gracias por obligarme a darte una explicación que podría servir para entender mejor algunas cosas que están pasando...

Un saludo cordial.