martes, 5 de noviembre de 2019

PARÁSITOS



[Publicado hoy en medios de Vocento]

            La otra noche me aburría y me fui de turismo por la República digital catalana. Me pareció un lugar encantador, idílico e inofensivo, y no entiendo por qué el gobierno español quiere eliminarlo como si fuera un atentado constitucional. Allí, hasta donde yo sé, no existen el terrorismo callejero, la quema de contenedores, el diluvio de piedras, las cargas policiales, los discursos incitando a la violencia. No veo qué daño pueda hacerle a nadie esta Cataluña de barretina y sardana. Fue un paseo instructivo y entretenido por un pequeño país de opereta decimonónica. No imaginaba que internet pudiera funcionar como solución técnica al amargo encono de ciertos conflictos y me llevé una grata sorpresa. Espero que Sánchez haga lo propio con el sanchismo si pierde las elecciones. Mudarlo a la red. La Ínsula Barataria sanchista serviría como sede digital para ir preparando, junto con sus infalibles asesores, el retorno del líder derrotado.
Esto del parasitismo se está volviendo un mal sistémico. En este mundo todo vive en condición parasitaria y hasta presume de ello. Sánchez parasita la Moncloa y el ideario de su partido del mismo modo que Torra y Puigdemont parasitan la identidad de Cataluña y no la dejan ni respirar. Otro tanto hacen Vox y el PP con la marca España, idea devaluada por el abuso retórico, el simbolismo endeble y la gestión corrupta. La momia recién desalojada de Cuelgamuros parasitó la vida española durante demasiado tiempo con sus valores fachas y quizá aún lo haga. Ahí donde menos se espera salta ahora el parásito franquista. En cada comunidad autónoma hallamos también formas de parasitismo institucional muy arraigadas entre la fauna ibérica. Pero lo peor es que incluso las campañas electorales se han vuelto parasitarias de la política. En las próximas elecciones, lo primero es decidir si votar, en esta ocasión, es darle o no la razón a los parásitos. Y, una vez resuelto el dilema, dilucidar qué partido es menos parásito o qué líder está más predispuesto al parasitismo del poder. No olvidemos que el parásito es enemigo de cualquier innovación y la democracia, en definitiva, es el sistema más útil para poner a los parásitos en su sitio.
Vuelvo ahora a mis paseos machadianos por los algoritmos de la Cataluña digital y pienso que debemos aprender la lección. Al final va a ser verdad que internet se creó para escapar de las leyes de este mundo. Con dinero virtual y repúblicas cibernéticas, la felicidad futura de los ciudadanos está garantizada. Aunque no tardarán en aparecer parásitos informáticos, tengamos el atrevimiento de fundar una nueva España digital, huyendo de los males de la España real. Una España libre de oligarquías y monarquías. Una República tecnológica donde nuestros sueños históricos y las promesas incumplidas de la Transición puedan realizarse sin trabas. Una España sin parásitos.

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