jueves, 15 de marzo de 2012

LA LLAMADA DE LOVECRAFT


Retransmitiendo en directo desde Providence, desde la atalaya planetaria de Prospect Terrace, desde las antenas cósmicas de College Hill, desde el telescopio galáctico del observatorio Ladd…

Había contemplado todo el horror que el universo contiene, e incluso los cielos de la primavera y las flores del verano fueron después veneno para mí.
H. P. Lovecraft

El 15 de marzo se cumplen 75 años de la muerte de Lovecraft (1890-1937) y la mejor manera de celebrar no su muerte sino la inmortalidad de su literatura es sumergirse en la lectura de este relato magistral, una de las joyas del género, en esta flamante traducción de Javier Calvo (La llamada de Cthulhu, Alpha Decay, 2012).
La de Lovecraft es una visión del mundo materialista y, por tanto, con tendencia a integrar conceptos científicos avanzados en sus tramas narrativas. En muchos de sus relatos, como en este sobre el oscuro culto a una divinidad extraterrestre llamada Cthulhu, el triunfo del monstruo indescriptible, la alianza espantosa con el mal o el caos de la materia viva aquejada de impredecibles mutaciones, parecería anunciar el momento en que todo el horror se disipa y solo queda un porvenir indefinible y totalmente radiante más allá de lo humano. Como señala Calvo en el espléndido prólogo: “En el texto ya aparece plenamente la idea central de la obra de madurez de Lovecraft, ese materialismo radical donde Dios ha muerto y el hombre ocupa un lugar marginal o deleznable en el Cosmos, efímero y condenado a la extinción y a la depredación por parte de otras formas de materia más avanzada”.
De ese modo, las fantasmagorías inhumanas de Lovecraft parodian el lenguaje puritano y extremista de las iglesias protestantes y subvierten sin pretenderlo el objetivo trascendente de su discurso al constatar el fracaso de toda empresa humana enfrentada al mal que excede las exiguas categorías morales con que se ha interpretado tradicionalmente el cosmos. No obstante, los terrores que Lovecraft escenifica superan ampliamente los límites de la resistencia racional ante lo desconocido y esto permitiría conectar al mitógrafo del horror de Providence con la mitología alternativa de Nietzsche o con la filosofía materialista y depravada de Sade.
En este sentido, las aprensiones sexuales y raciales de Lovecraft forman parte inevitable del mundo de fantasmas inconscientes al que se enfrentó con los únicos instrumentos con que contaba este norteamericano desgarbado y enfermizo, de imaginación calenturienta y pánico cerval a la realidad de la vida: el lenguaje heredado de sus ancestros, al que imprimió el registro inimitable de un estilo terminal, y las fábulas primordiales de una teogonía malvada solo apta para descreídos.

1 comentario:

periferia uber alles dijo...

Y Javier Calvo reescribiendo a Lovecraft en "Nyarlathotep". Parece que los "astros" indican la necesidad de volver sobre HP. El verano pasado tuve mi aperitivo con "Providence". Creo que debo empezar a desempolvar los libros de HP o empezar a pedirlos a los amigos.