La
luz nace de la oscuridad. Diez de cada once españoles no cree en el relato del “Génesis”.
Les parece más veraz la versión de la ciencia sobre el origen de la vida y el
universo que la de la Biblia. Nada que objetar. Décadas de documentales científicos
en televisión han hecho bien su trabajo. En la inteligencia colectiva han
influido más las teorías de Darwin y Hawking que los dogmas de Ratzinger, lo
que representa un avance considerable.
Las luces
navideñas, por lo visto, relevan a las luces de la razón solo por unos días.
Durante ese tiempo limitado, la gente suspende su conocimiento racional y se
entrega a celebrar el oscurantismo de los mitos, los ritos y las creencias
sobrenaturales. Es un lujo cultural que se permiten los ciudadanos de las
sociedades más evolucionadas para evitar que la ciencia y la tecnología se
apropien aún más de sus vidas.
La
sabiduría es la verdadera ebriedad, dice el filósofo taoísta, y no se puede
negar que la historia, con sus desastres y masacres, es un combate interminable
en nombre del saber y el conocimiento contra las fuerzas oscuras que pretenden
imponer su dominio sobre la vida humana. Hasta ahora, el equilibrio era inestable.
Veremos qué pasa en el futuro. La revolución cuántica está en marcha. Computadores
de potencia infinita se perfilan ya como tecnología definitiva para romper el
ciclo histórico. El programa final, la ecuación total que resolverá los
problemas de la humanidad y de su entorno.
Cuando
estos computadores respondan a todas nuestras preguntas ya no nos darán miedo las
respuestas. Habremos creado una forma de inteligencia suprema que no
necesitaremos llamar Dios. Seremos más modestos y más sabios y no perderemos el
tiempo tratando de comprender en vano los misterios del cosmos. Los gobiernos no
servirán para regir el mundo y los conflictos del pasado nos parecerán tonterías
infantiles. Fases de crecimiento de la única especie terrestre capaz de
superarse y alterar su diseño genético. Es la divergencia esencial con las
otras especies animales. No nos limita la genética. La cultura, la ciencia y la
tecnología nos prometen un destino diferente.
Cuando
desperté, la guerra de Ucrania estaba todavía ahí. Y otros virus acechaban a
Europa desde el este y el oeste. A mi sueño cibernético de sabiduría universal le
quedan aún, por desgracia, muchas Navidades que pasar. No obstante, llegará el
día, según los parámetros de esta informática cuántica, en que sea imposible
distinguir la realidad de la fantasía.
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