lunes, 23 de enero de 2023

EL TODO


 [Publicado en medios de Vocento el martes 10 de enero] 

          La luz nace de la oscuridad. Diez de cada once españoles no cree en el relato del “Génesis”. Les parece más veraz la versión de la ciencia sobre el origen de la vida y el universo que la de la Biblia. Nada que objetar. Décadas de documentales científicos en televisión han hecho bien su trabajo. En la inteligencia colectiva han influido más las teorías de Darwin y Hawking que los dogmas de Ratzinger, lo que representa un avance considerable.

Las luces navideñas, por lo visto, relevan a las luces de la razón solo por unos días. Durante ese tiempo limitado, la gente suspende su conocimiento racional y se entrega a celebrar el oscurantismo de los mitos, los ritos y las creencias sobrenaturales. Es un lujo cultural que se permiten los ciudadanos de las sociedades más evolucionadas para evitar que la ciencia y la tecnología se apropien aún más de sus vidas.

La sabiduría es la verdadera ebriedad, dice el filósofo taoísta, y no se puede negar que la historia, con sus desastres y masacres, es un combate interminable en nombre del saber y el conocimiento contra las fuerzas oscuras que pretenden imponer su dominio sobre la vida humana. Hasta ahora, el equilibrio era inestable. Veremos qué pasa en el futuro. La revolución cuántica está en marcha. Computadores de potencia infinita se perfilan ya como tecnología definitiva para romper el ciclo histórico. El programa final, la ecuación total que resolverá los problemas de la humanidad y de su entorno.

Cuando estos computadores respondan a todas nuestras preguntas ya no nos darán miedo las respuestas. Habremos creado una forma de inteligencia suprema que no necesitaremos llamar Dios. Seremos más modestos y más sabios y no perderemos el tiempo tratando de comprender en vano los misterios del cosmos. Los gobiernos no servirán para regir el mundo y los conflictos del pasado nos parecerán tonterías infantiles. Fases de crecimiento de la única especie terrestre capaz de superarse y alterar su diseño genético. Es la divergencia esencial con las otras especies animales. No nos limita la genética. La cultura, la ciencia y la tecnología nos prometen un destino diferente.

Cuando desperté, la guerra de Ucrania estaba todavía ahí. Y otros virus acechaban a Europa desde el este y el oeste. A mi sueño cibernético de sabiduría universal le quedan aún, por desgracia, muchas Navidades que pasar. No obstante, llegará el día, según los parámetros de esta informática cuántica, en que sea imposible distinguir la realidad de la fantasía.

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