[Publicado en medios
de Vocento el martes 14 de enero]
Hace
tanto tiempo que los signos de lo real desaparecieron del mapa del mundo que ya
ni los echamos de menos. Miramos alrededor con nostalgia sin saber por qué. Todos
simulamos un papel que no nos corresponde. Hacemos creer a los demás tertulianos
que entendemos lo que pasa y podemos opinar sobre lo divino y lo humano y solo es
una impostura. Escuchamos análisis políticos hechos siempre por los mismos
periodistas y politólogos y no nos extraña que todos repitan las mismas ideas y
argumentos. No es inteligente decir o escribir algo que se salga del guion
prescrito. Escuchar una voz singular en un coro de imitadores es un fenómeno tan
chocante como el de la Liga española de fútbol acudiendo con toda la caballería
machista al rescate de las mujeres saudíes.
Manipular
los signos de la realidad es importante para producir efectos duraderos sobre
esta. Los buenos estrategas lo saben. Vemos a Trump golpear a los iraníes en pleno
año electoral para ganar votos y revalidar mandato y nos creemos que la
respuesta del imán iracundo es menos cinematográfica. Y los dos adversarios se
dan por satisfechos, sabiendo que no irán a más. Como Sánchez e Iglesias, cuyo
pacto imposible, superada la pantalla de la investidura, revelará desgarrones a
medida que la nueva legislatura avance hacia el bloqueo efectivo. No sé de qué
se queja la derecha. Más fácil no lo puede tener. Aterrorizar a la clientela al
grito de “se rompe España” es un mantra recalcitrante que dará frutos podridos
en el futuro, sin duda. Pero de Guerra Civil nada. Este es solo el simulacro de
amenaza bajo el que algunos han elegido vivir por conveniencia partidista. Llevamos
jugando al juego de la desmemoria histórica todo el siglo y hasta hemos
olvidado qué clima real propició la contienda cainita.
Es muy peligroso
jugar a las señas de identidad como bandera. Cuando lo hace un periférico, la
cosa funciona. La ideología radical y el pequeño territorio fortalecen tu
discurso. Pero en cuanto hablas de España pasas por facha. Así, la izquierda balbucea
al defender el nacionalismo constitucional mientras la derecha babea
patriotismo tóxico. Y es que la política activa es la rama espectacular de la
sociología. Una de dos, o cambiamos el sistema electoral para fomentar
mayorías, o esta fragmentación excesiva hará imposible gobernar el país. 2020 promete
convertirlo todo en problema. Un problema matemático, eso también. De cuentas y
no solo de cuentos. Sin embargo, podemos estar contentos. Nada más comenzar el
año hemos comprendido por fin, gracias al extraño caso del exentrenador del
Málaga, qué significa la intimidad en los tiempos del porno. No es poco. La
intimidad, como responde una alumna milenial con picardía, es ese momento surrealista
cuando todos los dispositivos electrónicos, incluidos vibradores inteligentes, están
apagados, desconectados o fuera de cobertura.
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