martes, 6 de abril de 2021

EL TOQUE ŽIŽEK


 [Slavoj Žižek, Como un ladrón en pleno día (El Poder en la Era de la Poshumanidad), Anagrama, trad.: Damià Alou, 2021, págs. 287] 

Después de más de veinte años de lectura continuada de Žižek, y ante la publicación de este nuevo libro, es hora quizá de hacer balance. La reincidencia significa que Žižek es un pensador fundamental de nuestro tiempo. En el doble sentido de la expresión: alguien que dedica su inteligencia analítica a comentar con agudeza los entresijos y paradojas del presente y que alcanza, por esto mismo, un privilegiado modo de visión sobre el estado crítico de las cosas. En sus diversos escritos siempre encontraremos la apelación a Hegel o Lacan como maestros de la descodificación de las mentalidades y tendencias humanas más arraigadas, así como el repertorio fílmico y literario para completar el examen riguroso con excursiones por el imaginario popular o elitista.

Por si no fuera bastante con incentivar el debate colectivo con ideas originales, Žižek se constituye en modelo intelectual para cualquiera que no se arredre ante la complejidad del mundo contemporáneo: un mundo que describe sin tapujos como determinado en todas sus dimensiones por la implantación global del capitalismo tecno-financiero y la emergencia local de espejismos ideológicos y religiosos, más o menos fanatizados, que pretenden ocultar la cruda realidad a sus seguidores. El conflicto entre promiscuidad capitalista y fundamentalismo creyente es, por ello, una de las nocivas falacias contra las que Žižek suele embestir con violencia retórica.

En esta encrucijada poshumana de la historia, este nuevo libro de título metafórico y postulados teóricos de altos vuelos vuelve a combinar múltiples registros que oscilan entre la filosofía clásica, el periodismo, la politología heterodoxa, el psicoanálisis, la teoría revolucionaria y la exégesis cinéfila antiacadémica (“Blade Runner 2049”, “La La Land”, “Black Panther”) en una prodigiosa amalgama definitivamente sellada por el toque Žižek. En este contexto, no es de extrañar que el cineasta berlinés Ernst Lubitsch, que ya había inspirado un libro anterior (Problemas en el paraíso), regrese a lo grande para completar el perfil de la figura artística que este ensayo pretende poner en pie como contrapunto a las figuras políticas del revolucionario, el comisario, el dictador o el filósofo. En una de sus audaces propuestas, Žižek se atreve a proclamar que el toque Lubitsch es lo que podría salvar a la izquierda en unas circunstancias tan adversas como las actuales.

Desde la introducción, Žižek plantea la necesidad de reconfigurar la práctica de pensamiento dominante y transfigurarla en esa extraña e insidiosa actividad que encarna el mal, entendiendo por tal, como él mismo aclara, “la alteración del modo de vida establecido”. Una teoría y una praxis, por tanto, que se propongan revolucionar de arriba abajo, desde los más poderosos a los parias, los principios, los valores y las costumbres de vida, así como los hábitos de pensamiento, de unas sociedades divididas entre el opio del populismo de derechas, el nihilismo hedonista del consumo y la corrección política de la izquierda.

Restituir la peligrosidad al pensamiento, motivo esencial de esta intervención de Žižek, es un modo de liberar a los ciudadanos de las sociedades multiculturales del presente de su condición de anestesiados por los medios mayoritarios, las adicciones narcóticas y los discursos cómplices del bienestar socialdemócrata o el malestar neoliberal. El problema insuperable es que el propio sistema capitalista emplea la “revolución” de sus estructuras, tecnologías, mercancías y relaciones como instrumento para mantener desorientada a la población, desposeída de un conocimiento adecuado del mundo donde vive.

Este espléndido ensayo, publicado originalmente en 2018, ganaría interés si Žižek le hubiera añadido un epílogo escrito después de estallar la pandemia. Muchas de sus reflexiones adquirirían matices insospechados.

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