lunes, 23 de septiembre de 2024

CIBERPUNK QUEER

 

[Malka Older, La imitación de éxitos ya conocidos, Crononauta, trad.: Carla Bataller Struch y Malka Older, 2023, págs. 238]

        La ciencia ficción es el género leibniziano por excelencia, esto es, el que mejor corresponde a las dos categorías que la filosofía idealista del metafísico alemán estableció: el mundo real y los mundos posibles. La literatura, en general, como discurso y como estética, explora la interacción entre el mundo real y los mundos posibles, e incluso se atreve a interrogar qué es lo real y cuál es, en suma, la influencia gravitacional de los mundos posibles sobre el mundo real. La historia, la sociología, la geografía, la antropología y demás ciencias objetivas examinan las construcciones y el despliegue del mundo real. Solo la ciencia ficción se ocupa de manera sistemática de los mundos posibles y de los mundos imposibles (en esto consistirían, según la definición del teórico Darko Suvin, la novedad estética y el extrañamiento cognitivo de la literatura de ciencia ficción). Para ello, su instrumento principal es la imaginación y también la fantasía, o la amalgama de ambas que inspira, desde finales del siglo XX, las invenciones más radicales de la ficción.

Uno de los aspectos más estimulantes del presente cultural de la ciencia ficción es la multiplicación de los géneros y los motivos narrativos a partir de la combinación de las fórmulas y las etiquetas preexistentes. En esta cornucopia de producciones, novelas o relatos, que abarrotan el mercado editorial del género abundan las narrativas sobre temáticas o estilos tan diferenciados como el afrofuturismo, los contactos alienígenas, los viajes en el tiempo, la ficción climática, las historias pandémicas, las fábulas sobre discapacidades, las ucronías, utopías y distopías, las especulaciones sobre género, transgénero y criaturas poshumanas, las fantasías latinas, africanas o asiáticas, la ficción extraña, etc.

En este contexto, dentro del reciclaje del ciberpunk emprendido en este siglo, Malka Older (1977) acertó a redefinir la estética narrativa de William Gibson y Bruce Sterling atendiendo a las nuevas realidades y, sobre todo, a la implantación tecnológica en la realidad cotidiana de todo lo que, en los autores más destacados de aquella corriente, pasaba todavía por fantasiosa predicción. Para Older, experta en innovación social, el ciberpunk es una forma a la que, para renovarla o actualizarla, es necesario acoplarle, no solo lo que Gibson ha sido capaz de incorporar en las últimas décadas, sino una sensibilidad generacional para cuestiones candentes como el cambio climático o la situación crítica de la población mundial y la vida terrestre.

En la brillante trilogía comenzada con “Infomocracy” (2016) imagina una representación hiperrealista de la globalización digital y el capitalismo cibernético al mismo tiempo que crea un tecno-thriller con tintes kafkianos. El mundo descrito por Older se organiza en territorios acotados alrededor de una estructura burocrática llamada Información que controla en su totalidad la circulación de los datos y los ciudadanos. Sin embargo, el ingenioso hallazgo consiste en sugerir una alternativa utópica a esta pesadilla orwelliana de algoritmos y poder.

Este nuevo ciclo narrativo, en comparación, parece menor. La trama policial se focaliza en torno a dos mujeres jóvenes, una investigadora ecológica, Pleiti, narradora y coprotagonista, y Mossa, una investigadora policial, que fueron amantes en la Universidad y ahora están separadas. La originalidad es que dicha trama detectivesca se ambienta en una desapacible colonia de Júpiter, donde la humanidad vive refugiada desde hace siglos tras el éxodo posterior a la destrucción de la Tierra, y gira sobre dos cuestiones catastróficas. La impaciencia por regresar al planeta originario y la voluntad de poder masculina empeñada en precipitar ese retorno contra toda razón científica. Pleiti y Mossa buscan averiguar qué significa la desaparición de un académico en una plataforma de transporte y qué consecuencias tiene para el futuro. Al final, el amor es la expresión de una superioridad moral.

martes, 10 de septiembre de 2024

INMEDIATEZ


  [Publicado en medios de Vocento el martes 3 de septiembre] 

La inmediatez es el signo de la época, el mito banal de nuestro tiempo, el ritmo acelerado de la vida contemporánea. Lo que no es inmediato e instantáneo no atrae a las mayorías. Así lo explica Anna Kornbluh, profesora en Chicago y autora del libro académico de moda. Se titula Inmediatez, o el estilo del capitalismo demasiado tardío y es, según la autora, un ejercicio de marxismo vulgar aplicado al capitalismo vulgar del presente.

Kornbluh no se plantea, sin embargo, esta paradoja crítica. Cómo es posible que en un mundo donde todo circula tan deprisa, donde la distancia entre el deseo y su realización es mínima, el final del sistema no se precipite. En este capitalismo quizá demasiado avanzado todo se repite y perpetúa. Nada es nuevo y todo parece nuevo. En el mundo revolucionario de la penúltima novedad, la aceleración del consumo supera a la velocidad de la producción. Todo lo que quiero lo obtengo con solo pulsar la pantalla del móvil. Es el factor clave.

Nada de esto sería pensable sin el éxito masivo del móvil. El empoderamiento que causa es instantáneo y automático, como un subidón de fuerza que conecta la mente de inmediato con la matriz del sistema. Yo soy yo y mi móvil, el eslogan del sujeto contemporáneo. Rápido, rápido, la última actualización, el último dispositivo, la última app, sin tiempo para pensar. De eso se trata, en efecto, de eliminar la inteligencia del mundo fluido de las relaciones y las interacciones. El mundo ideal puesto al alcance de las yemas de los dedos, el contacto mágico de la pantalla y la piel, la alquimia digital del cristal, la grasa y el sudor.

El mono que llevamos dentro desde el origen, el mono que somos, ha encontrado el juguete perfecto para entretenerse sin fin. Lo hacemos todo con él, o creemos hacerlo, pero nada es más importante que tocarlo para extraerle el máximo beneficio. El medio es el mensaje, sí, pero el mensaje de este nuevo medio es conformista y transmite aprobación y aplauso. Cada vez que entramos en contacto con el mundo a través del móvil, disfrutando de la inmediatez del aparato, olvidamos el fundamento de nuestra felicidad y gratificación. La desgracia, el dolor y la miseria de otros.

Perdamos el miedo a la verdad. No vivimos en el mejor de los mundos posibles, como pretenden los optimistas, ni tampoco en el peor, como creen los pesimistas. El mayor temor de los pesimistas es que los optimistas tengan razón. El mayor temor de los optimistas es a estar equivocados. Quien no se consuela.