miércoles, 26 de marzo de 2025

PANDÉMICA Y CONTABLE


  [Publicado en medios de Vocento el martes 18 de marzo] 

La vida es una extraña enfermedad que no se cura ni con la muerte, como creía Lovecraft. Cinco años después del confinamiento por la covid aún seguimos dándole vueltas a los muertos olvidados y a los vivos inolvidables, es decir, los cínicos al mando de la situación. Sean de derechas o de izquierdas, o del centro político, los gobernantes fallaron estrepitosamente, demostraron que no valen para gestionar, no tienen capacidad, solo afán de poder, y la pifiaron.

No se puede negar, sin embargo, que hemos aprendido mucha filosofía desde entonces. Hemos comprendido el poder del horror que alberga un ser insignificante como un virus, una criatura diminuta que revela nuestro papel prescindible en el mundo. Y hemos aprendido a medir el escaso valor de nuestra vida en el precio exorbitante de las vacunas y las mascarillas salvadoras y los incontables beneficios de las empresas farmacéuticas.

Hoy también sabemos cosas que preferiríamos ignorar. Suponemos que la pandemia procedía de un laboratorio chino financiado con capital internacional. Pensamos que el origen artificial del virus fue encubierto como un secreto vergonzoso con el fin de ocultar la complicidad de las corporaciones interesadas en el experimento científico. Sabemos, además, que nuestros poderes trataron de engañarnos sobre la peligrosidad del virus en un primer momento y que sus portavoces mediáticos tildaron de aguafiestas a quienes trataban de alertar sobre la amenaza real que se nos venía encima.

Y, sobre todo, sabemos una cosa que nos impulsa a vivir en este estado de ansiedad y sobreexcitación constantes. Una sola cosa hemos aprendido de verdad y es a la que más miedo le tenemos. Auténtico terror. Si ocurriera otra vez, si volviera a aparecer en el horizonte de nuestra desgracia una pandemia, los que mandan, los que nos representan, los líderes autistas que toman decisiones rodeados de cientos de asesores y de supuestas comisiones de expertos, esos mismos, sí, cometerían errores similares, una vez más, mentirían con el mismo descaro, nos encerrarían impunemente para salvarse ellos y su dudosa reputación.

Ha vuelto a pasar con la dana valenciana. Condenen o no a los irresponsables que no tomaron las medidas adecuadas para evitar la catástrofe, antes y después, nadie hace nada, ni en el gobierno central ni en el autonómico, nada de nada, para que no se repita la riada mortal cuando caiga el diluvio de nuevo desde un cielo que ha dejado de juzgarnos porque ya le damos igual. Somos incorregibles. 

miércoles, 12 de marzo de 2025

MÁS ALLÁ DE LO DIVINO Y LO HUMANO: CINE Y LITERATURA DE 2025

[David Lynch, Nosferatu, Bram Stoker, Drácula, Carmilla, La infiltrada, La fiesta del asno, Don DeLillo, Mao II, los Óscar, La sustancia, Emilia Pérez, Anora, The Brutalist, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Trump, Robert Bloch, Juliette, Sade, Jack el Destripador, Bret Easton Ellis, David Foster Wallace y sus posibles imitadores, arquitectura y cine en el siglo XX, Olga Tokarczuk, Los libros de Jacob, el mesianismo andrógino de Jacob Frank, la Shejiná y la Virgen María, el gnosticismo y la ciencia ficción, Philip K. Dick, el visionario pop, y la Exégesis, los circuitos de energía entre la alta cultura y la baja cultura, Coppola y Apocalypse Now, Wittgenstein y los límites del lenguaje del arte, Hermann Broch, creación literaria y conocimiento, Pynchon, la contracultura y los libros de bolsillo, Pasolini, las gaviotas, el cielo y las nubes, etc.]

miércoles, 5 de marzo de 2025

IMPERIO


  [Publicado ayer en medios de Vocento] 

      Apenas cinco semanas han bastado para que todo el mundo sepa a qué juega Trump en su segundo mandato presidencial. Lo que nadie sabe es qué quedará en pie cuando pasen los cuatro años de este huracán de arrogancia y malos modos del inquilino de la Casa Blanca, la fachada farisea de América. Si hay alguien que encarne hoy la voluntad de poder de un imperio, no es el genocida Putin, un actor secundario, sino el brutal Trump, que ha resucitado a su cómplice ruso para que la esperanza de una revolución neoconservadora en Occidente no se desvanezca.

El extraño caso de Trump es el de un doctor Jekyll que llevara acoplado a Mr. Hyde, el hombre y el monstruo superpuestos en la misma imagen. Trump es un “freak”, un fenómeno de feria que ha convertido la política americana en un espectáculo degradante con el fin de complacer al 30% de los votantes que lo apoyan a muerte haga lo que haga. Da miedo pensar en los millones de ese ejército de clones, una legión de zombis a las órdenes del emperador maléfico que los conduce a la guerra contra todo lo que amenace sus valores arcaicos.

Tenía razón Rushdie cuando comparaba a Trump con el Joker, un payaso patológico y agresivo que actúa al servicio del imperio capitalista neoliberal con todo el poder en sus manos para hacer mucho daño. Se le ha visto con Zelenski, judío ucraniano al que ha humillado sin tapujos para demostrarle quién manda en el mundo y quién obedece porque es inofensivo y vulnerable.

El problema en este tablero geopolítico que ha explotado, diseminando piezas y cambiando las reglas, lo representamos los europeos, jugadores de segunda mesa que vemos con estupefacción la impotencia grandilocuente de nuestros líderes y las maniobras groseras del aliado transatlántico. Incapaces de plantear una alternativa válida a la situación en Ucrania que frene las ambiciones criminales de Trump y Putin, y de significarnos en el conflicto con una voz única que imponga el valor de la ética y la política frente a la inmoralidad de los intereses y las ganancias.

Al final, las “tierras raras” son las de la Europa de los pequeños egos nacionales y las pequeñas naciones aún más egoístas. Es nuestro mal y la debilidad que Trump, el sheriff interino del distrito occidental, olfatea como un depredador. Hace mucho tiempo, por temor a nuestras derivas más oscuras, apostamos por la pequeñez y la mediocridad y así nos va. No nos quejemos. La lucidez es nuestra mayor virtud y nuestra mejor arma. No erremos el tiro. Es hora de despertar.