miércoles, 13 de diciembre de 2023

ENTRE EL TIEMPO Y TOMBUCTÚ: VONNEGUT PATAFÍSICO


  [Kurt Vonnegut, Las sirenas de Titán, Blackie Books, trad.: Miguel Temprano García, 2023, págs. 297] 

      Hay varias formas de leer esta novela y de comprender su sentido, o su mensaje, teniendo en cuenta que toda la trama gira en torno a la comunicación o no de un mensaje extraterrestre a todo el universo. Una de esas formas se refiere a su adscripción a un género literario como el de la ciencia ficción, o la ficción especulativa. Es así como debió ser leída en su publicación original en la escena americana, en 1959, procediendo de un autor inclasificable que no pertenecía al mundillo de la ciencia ficción. Y también en su primera traducción en español, en 1971, obra de la excelente traductora Aurora Bernárdez.

        En efecto, “Las sirenas de Titán” debe considerarse una novela de ciencia ficción, aunque sea como divertida parodia del género en su edad dorada, en la medida en que en su complejo desarrollo narrativo aparecen viajes espaciotemporales, cohetes y naves espaciales, extraterrestres, una guerra contra Marte, una estancia en Mercurio y un final idílico en la luna de Saturno llamada Titán. Y todo ello envuelto en el humor habitual, sarcástico e incisivo, de Vonnegut, el más grande seguidor de la inventiva cómica de Mark Twain y la patafísica irónica de Alfred Jarry (pienso, sobre todo, en “Gestas y opiniones del Doctor Faustroll”) en el siglo XX.

Esta segunda novela de Vonnegut, dividida en doce capítulos y un epílogo, también podría ser considerada una alegoría sobre la necesidad de la creencia religiosa como sucedáneo de la carencia de conocimiento sobre el sentido de la vida y el universo. Desde el principio, la voz del narrador omnisciente nos advierte que la intención de su relato consiste en explicarnos cómo la humanidad abandonó la búsqueda impaciente de certezas en el espacio exterior y descubrió el infinito en el espacio interior. Para ello, esa voz suavemente distante nos adentra en la peripecia “cosmicómica” (anterior al gran Italo Calvino) de un millonario americano, Winston Niles Rumfoord y su afán científico por desentrañar los misterios de la creación y huir así del espacio doméstico donde su virginal esposa, Beatrice, hermosa poeta y mujer inquietante, lo desafía a diario negándole el conocimiento carnal.

Durante su aventura galáctica, el cohete de Rumfoord cae por azar en un punto singular del cosmos (“un infundíbulo cronosinclástico”), un embudo donde convergen todas las líneas temporales del universo, revelándole la paradoja que da sentido a este: “que todo lo que ha sido lo será siempre y que todo lo que será lo ha sido siempre”. A partir de esta idea sublime, Rumfoord diseña un plan maquiavélico para que los terrícolas fraternicen y nazca una nueva religión de la humanidad: un credo planetario que supere a los existentes fundándose perversamente en la Sagrada Familia compuesta por la dantesca Beatriz, el magnate y aventurero Malachi Constant, su violador, y el hijo de ambos, Crono.

Como en “Matadero cinco”, el papel de “deus ex machina” corresponde a los tralfamadorianos: instigadores de la trama novelesca y responsables de la evolución humana hacia el pleno desarrollo tecnológico con un fin ridículo como el de fabricar la pieza que le falta a una nave averiada en Titán desde hace millones de años. Esta astronave y su piloto, el robot Salo, tenían la misión banal de llevar al otro extremo del universo un mensaje de saludo. Especular sobre que la humanidad habría sido guiada por extraterrestres hacia el conocimiento técnico era algo que Arthur C. Clarke ya planteó en su célebre novela “El fin de la infancia” (1953). Vonnegut añade a esta ficción científica una lección de absurdo y existencialismo para terminar imponiendo el amor al prójimo como único sentido real de la vida.

Nota bene: Vonnegut liquida con esta novela singular las raíces de la ciencia ficción americana de la edad dorada del género, ese cruce paradigmático de la época (años cuarenta y cincuenta) entre materialismo científico y discursos de espiritualidad religiosa (Campbell, Asimov, Simak, Heinlein, Clarke, etc.), y abre con aguda inteligencia las puertas de la nueva ola del género de los años sesenta y setenta (Delany, Herbert, Russ, Moorcock, Tiptree, etc.). “Las sirenas de Titán” será releída de manera fructífera por Philip K. Dick antes de escribir una de sus obras más excéntricas y trascendentales, “Los tres estigmas de Palmer Eldritch” (1964). Nada más absurdo, en este sentido, que la actitud dogmática de Fredric Jameson, habitualmente un lector y un intérprete inteligente, al celebrar a Dick, por error, como el “anti-Vonnegut”. Nada más lejos de la realidad… 

1 comentario:

  1. Cada (frecuente) vez que me acuerdo de Vonnegut me entra la pena: no hay modo de metérselo a los lectores españoles, siendo, como sin duda es, uno de los grandes escritores del siglo cada vez más pasado, uno de los pocos escritores que generan pensamiento creativo en sus lectores. Agradezco esta nota tuya sobre The Sirens of Titan. Abrazo.

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