martes, 25 de octubre de 2022

ILUSIONES PERDIDAS


 [Publicado en medios de Vocento el martes 18 de octubre] 

   El realismo, pasada la juventud, es una forma de lucidez. Y perder las ilusiones inmaduras una exigencia. El realismo ya no está de moda. Me pregunto, sin embargo, qué entienden por realismo quienes declaran anacrónica la actitud realista si se examina el ilusionismo político dominante. Veo con retraso la película “Las ilusiones perdidas”, ocasión de celebrar el genio de Balzac y la grandeza del cine francés, y constato que hace dos siglos las cosas ya estaban como ahora. Qué ilusión perdida la del tiempo que pasa haciéndonos creer que cambia y se vuelve distinto a lo que es en realidad. A quién beneficiará esta ilusión de progreso, me digo, viendo el estado actual del mundo, tan aciago como anodino.

En tiempos de Balzac, el dinero también lo compraba todo: prestigio, medios, opiniones, aplausos, encuestas. El poder del dinero es corrosivo. Lo tienes o no lo tienes, en el bolsillo o en el banco, a disposición ahora de los caprichos presupuestarios de Sánchez. A base de impuestos y demagogia pretende comprar la reelección. No tiene sentido. Su mandato está tan agotado como su discurso. El sanchismo es una pasión inútil y provocará melancolía en sus partidarios. A falta de otros mecanismos de control, solo cabe encomendarse a la inteligencia de los votantes.

Otra impostura institucional son los amaños mafiosos del Mundial de fútbol. Con Catar, desde hace años, todo es acatar y coger la pasta. Los gobiernos bombardean a los ciudadanos con mensajes de propaganda para acusarlos de no ser nunca lo bastante solidarios con la causa feminista, homosexual o transexual, mientras toleran la impunidad de quienes hacen negocios turbios con regímenes islámicos infames. Hipocresía y cinismo, cursilería buenista y cobardía política, como el silencio oficial ante las airadas protestas de las mujeres iraníes, constituyen la combinación ideológica más nociva del poder occidental, incapaz de preservar sus presuntos valores cuando el signo del dólar o el rial se impone como soborno irresistible.

En este escenario, la sopa de sangre arrojada por dos descerebradas contra los girasoles visionarios de Van Gogh en un museo londinense delata la estupidez de los ricos concienciados. Esta repugnante clase es la especie más peligrosa del planeta. Si no lo evitamos, esos millonarios idiotas y sus seguidores acabarán destruyendo, en nombre de entelequias climáticas o de lo que sea, toda forma de vida inteligente sobre esta bendita tierra. Realismo UHD hasta el fin de los tiempos. 

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