Parodiando los usos
analógicos de la literatura comparada antigua, cabría describir a Ferré como un
autor perversamente francófono en sus temas y modernamente norteamericano en
sus formas o, si se prefiere, como un hacker literario
con mentalidad de aristócrata libertino.
-Eloy Fernández Porta, “El ovidiódromo de Juan Francisco
Ferré”-
A
pesar de todo, es decir, a pesar de que Karnaval
es mucho más y mucho menos que una novela, mucho más y mucho menos que un
ensayo, y de que pueda ser considerada por algunos lectores inteligentes como ejemplo
logrado de una nueva vanguardia, sí, y de una literatura total, por supuesto, y
de que no deja de ser una locura y un disparate para muchos sentirse heredero a
estas alturas de la historia de Tres
tristes tigres, Rayuela, Larva, Ferdydurke, El arco iris de gravedad, The
Public Burning, En Nadar-dos-pájaros, Cristóbal Nonato, Giles Goat-Boy, Ulises, La Habana para un
infante difunto, Los reconocimientos o
Tiempo de silencio, entre otras obras maestras del siglo veinte que hicieron de la verborrea cómica y el exceso grotesco y el maximalismo estilístico la matriz de sus excepcionales logros estéticos...
A
pesar de esto y de que me he tomado al escribirla demasiadas libertades
narrativas y licencias intelectuales, comportándome como un agente provocador, he pisoteado o violentado alegremente no
sé cuántos códigos de conducta del buen novelista y el buen ciudadano y el buen
intelectual, normas de corrección, de moderación y de urbanidad recomendables para
moverse con cierto éxito en los círculos estrictos de lo que se lleva hoy en
los mercados de valores literarios, y no he atendido al sentido común y el bajo
perfil de homúnculo hipócrita y servicial que tantos recomiendan como estrategia
de supervivencia en el medio, escribiendo una novelucha histórica de cartón piedra, o un pastiche de cargante
moralina, o una historieta pedestre sobre la crisis sistémica, o un panfleto
militante, o todo a la vez, además de una novela emocionante y aleccionadora,
sobre todo esto, emocionante y aleccionadora, compuesta de elevados valores y
lecciones edificantes, para rellenar el vacío y la banalidad dominantes con
estímulos anímicos de alto nivel...
A
pesar de todo esto, y de haber escrito una novela rabelesiana y cervantina para
la chusma que no podrá leerla nunca, por desgracia, una novela provocativa,
insolente y hasta cierto punto ofensiva, una novela vulgar y zafia
para la élite que no soporta ninguna bajeza que no sea televisiva…
Pues
bien, a pesar de todo ello, que ya es excesivo, y de incontables faltas al
buen gusto y la buena lid y la obligada sumisión a las prescripciones del medio
literario, no se puede decir, no, que Karnaval
no haya cosechado excelentes críticas, críticas entusiastas y cómplices y
hasta críticas inteligentes que no compartían del todo sus presupuestos pero
apreciaban sus aciertos y su ambición ilimitada. Es un gran éxito,
visto así, que en un panorama de tal comedimiento y vigilancia mutua, en un
entorno tan convencional y agresivamente hostil a toda obra original o
excéntrica, en un ecosistema plagado de opiniones y juicios de una rampante
mediocridad, un novelista que no respeta los valores establecidos de la tribu
literaria no haya merecido más patadas en el culo o en la entrepierna, cuando
se las ha ganado de sobra, lo reconozco, así como hostias e insultos, de todas
partes, sí, eso también, por qué no, forma parte del juego sadomasoquista de
publicar a gran escala. Pero no, como hasta esa violencia lingüística podría considerarse
publicidad indeseable en el contexto actual, más valía abstenerse de
incurrir en ella. Y así se hizo. Más por cálculo que por cobardía, todo sea dicho...
Ha
habido, eso sí, no puedo pasarlos por alto en este balance irónico, algunos
silencios más que sospechosos y algunos ninguneos estratégicos, es cierto, ya
sabía yo que la conjura de los necios que padeció Providence no se iba a
desmantelar de la noche a la mañana por un quítame allá ese premio Herralde, ni
mucho menos. Como tal, el sindicato de los necios solo sabe hacer una cosa en
la vida, nació para eso, conspirar día y noche contra quien molesta, amenaza sus
intereses, hace sombra a sus protegidos, se muestra intransigente con la
medianía conspicua que representan en sus quehaceres o simplemente no los respeta como debiera,
ni a ellos ni a sus insignificantes obras (Mea culpa!, una vez más)…
Pero
ha habido, sobre todo, un caso clamoroso, un gesto tan elocuente como estéril por
el que un crítico acreditado, un profesional que explota en su beneficio los
generosos recursos del abecedario, al mismo tiempo que desautorizaba con arbitrariedad
de criterios y mezquindad de tono mi novelón carnavalesco celebraba con
entusiasmo mal contenido, como la mejor literatura del año agonizante, ay, la novísima
producción de la factoría Alatriste, rindiéndole a Karnaval de ese modo un homenaje contradictorio que supe apreciar
en lo que valía en el mercado de las ideas (poco o muy poco, la verdad). Un
reconocimiento involuntario de parte de un oficiante voluntarioso del régimen
académico conformista en vigor. Era obvio para cualquier lector con un mínimo de inteligencia
y conocimiento que quien encumbraba la obra del fabricante como logro artístico
y rebajaba la obra del artista como logro fabril no podía hablar en serio. Era
imposible que hablara en serio. O, en todo caso, que pretendiera ser tomado en
serio al hablar así. Capté el mensaje enseguida. Era un modo irónico de
transmitirme su estima. No imagina el tal crítico cómo me reconforta a día de hoy ese elogio paradójico…
…Ah,
y en cuanto a los asnos, sí, en efecto, mis queridos asnos del terruño se han
comportado como cabía esperar en estos tiempos difíciles. Al no escribir para
ellos, aunque sí sobre
ellos, no puede uno pretender que sus rebuznos y coces lo festejen con
alborozo. Ya no, es demasiado tarde en la historia…
En
agradecimiento a mis muchos e inteligentes lectores, resumo bajo la maravillosa foto de Steven Meisel (la primera imagen en que pensé para la portada del libro) el impresionante
dossier crítico que, a pesar de todo lo expuesto, ha cosechado hasta el momento Karnaval.
«Es altamente probable que Juan Francisco Ferré
haya con Karnaval no sólo escrito la mejor novela sobre Dominique Strauss-Kahn
sino la única posible… Un método de representación que trascienda la anécdota
mediática (los medios ocupan el lugar de la historia, para bien y para mal,
aunque seguramente para más mal que bien) y la convierta en una alegoría
total... Una opulenta sátira… Una novela fundamentalmente política (que no
necesariamente de compromiso político), pero también una novela que indaga
sobre la forma narrativa idónea para competir con las narraciones oficiales que
la economía, la política y la moral del sistema urden de manera flagrantemente
sistémica. Ferré, como ya hizo en Providence, reparte la narración en un
suculento manjar de voces… En un momento
de tanta confusión ética e ideológica, Karnaval colabora brillantemente a
hacernos más urgentes preguntas. Y, sobre todo, se hace una pregunta angular.
¿Qué puede hacer la ficción en esta confusión?» (J. Ernesto Ayala-Dip, El
País).
«Probablemente Juan Francisco Ferré sea el
escritor más intelectualmente ambicioso que tenemos en España y el único capaz
de abordar con solvencia narrativa “el tema englobador de temas” que es nuestro
momento de cultura y civilización. Ferré es también el más moderno de nuestros
escritores porque es el que realmente se ha decidido –y ha tenido aliento
novelesco para ello– a abordar la cuestión de la posmodernidad a la manera en
la que lo hace en Francia un escritor desprejuiciado como Michel
Houellebecq…Denuncia con una ironía profunda todas las mascaradas del mundo en
el que nos movemos, de la vida privada y de la pública en la sociedad
neocapitalista… No es habitual una novela como Karnaval en el actual panorama
de la narrativa española, que a menudo se mueve aún en la arqueología ética,
intelectual e ideológica de los planteamientos de la Guerra Civil española.
Ferré nos trae imaginación, fabulación y a la vez pensamiento crítico en una
obra tan poco obvia, tan ambiciosa y lograda que parece francesa» (Iñaki
Ezquerra, El Correo Español).
«Ambiciosa y excepcional obra…Si en la ambiciosa
Providence Ferré ya había mostrado un talento fuera de lo común, ahora llega
mucho más lejos en su lúcido e implacable análisis de nuestra sociedad
contemporánea. El documental, la fantasía onírica y el delirio cibernético nos
ofrecen una imagen siniestra del poder visto como una representación y un
carnaval…Si en Providence la pornografía y la cibernética tenían una presencia
dominante, aquí alcanzan una dimensión mucho más profunda…Karnaval no es una
novela obscena sino una brutal sátira de la obscenidad de nuestra civilización»
(J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia).
«Una crónica satírica que va desarrollándose con
la maestría del novelista total, que controla los resortes de la acción, las
contradicciones de los personajes y el suspense de una interesante historia.
Desde la parodia bufonesca a la meditada reflexión sobre la hipocresía
colectiva de nuestro tiempo, magníficamente bien escrita y estructurada, esta
novela tiene un efecto envolvente sobre un lector encarado a medias verdades y
arriesgadas mentiras. Lo mejor de este libro radica en su fórmula narrativa
mixta de informe policial, declaración judicial, crónica periodística y
denuncia moral sobre espinosos asuntos públicos de máxima actualidad» (Jesús Ferrer, La Razón).
«Una prosa de largos períodos, impecablemente
construida… La densidad intelectual de Karnaval, oscilante entre el ensayo y el
ocasional esperpento, convierte su lectura en una tarea apasionante, aunque
sólo apta para lectores expertos» (Ricardo Senabre, El Mundo).
«Quizá sea la narración más atrevida y genial
que pueda escribirse sobre la perversión del poder excesivo en nuestro presente
neoliberal… Un brillante ejemplo de cómo en nuestro país cabe esperar todavía
productos literarios de alta calidad, capaces de medirse con la universidad de
Rabelais, Sade y Robert Coover –y de homenajearlos–, a la par que entretener y,
por encima de todo, alimentar el cerebro de un lector necesitado de emociones
no cocinadas por la banalidad… La novela se caracteriza por un estilo y un uso
del lenguaje de unos niveles elevadísimos… Con ese dominio del lenguaje, el
derroche de humor incluido en Karnaval multiplica exponencialmente su
hilaridad… La riqueza de su estructura trae ineludiblemente a la cabeza Los
detectives salvajes de Roberto Bolaño» (José Luis Amores, Qué Leer).
«Juan Francisco Ferré alcanza en Karnaval un
éxtasis poco conocido en la narrativa española contemporánea…Realiza un
ejercicio indiscutible, fresco y plagado de la más insondable inteligencia para
construir un personaje sobre el que el ritmo crece a medida que avanza la obra
y que, de paso, con toda probabilidad, contribuye a enriquecerlo más allá de la
acotación meramente mundana. Su narrativa es, sin duda, más que un viento
fresco, todo un aroma repleto de frutales, madera y verdes en un panorama harto
conocido, de la que, en ningún momento, resulta fácil desengancharse.
Absorbente, como los mejores relatos anglosajones» (Luis Alonso Girgado, El
Ideal Gallego).
«Ferré asume su empeño con la peculiar
intensidad fragmentaria que distingue su literatura, esa mezcla de penetración
y velocidad. Y el resultado es notable. Karnaval parece llamada a destacar por
su ambición y peso literario entre las novelas que comienzan a publicarse en
nuestro país sobre la época presente, esa especie de narrativa sobre la crisis,
la quiebra democrática y la indignación. A favor de Karnaval, hay que señalar
su mirada global, su humor grotesco, su rumor de bacanal triste y su
inteligencia desprejuiciada» (Pablo Martínez Zarracina, Bilbao).
«El autor critica el capitalismo, sus desmanes,
en un momento en el que todos hablamos de economía, de números, de cuentas, y
algunos menos, lo hacen de nombres, de víctimas, de personas…Un Karnaval en el
que nada es lo que parece, en el que las máscaras que llevan sus principales
personajes se deforman, llegando a dar miedo. Y a lo largo de las más de 500
páginas que componen esta creación se funden personajes reales, con nombres y
apellidos conocidos, con otros imaginarios, fabulados, que sirven a Ferré para
transformar la realidad en literatura» (Patricia Vidanes, Canarias 7).
«Un artefacto literario en apariencia complejo,
poliédrico, de una estructura narrativa nada complaciente y a prueba de
lectores conformistas que sin embargo viene a las mil maravillas para delatar
la desnudez de quien ostenta el poder político y financiero… Uno de los
elementos más importantes de la novela es el humor» (Pablo Bujalance, El Día de
Córdoba y Málaga Hoy).
«Ferré es un prosista avasallador…Karnaval es un
rompe y rasga de nuestra narrativa» (Juan Mal-herido alias Alberto Olmos,
elDiario.es).
«Esta gran novela española (aunque hace obsoleta
la adscripción regional) es también del todo cervantina, sólo que ahora Sancho
se actualiza como francés y pornográfico, y ha totalmente corrompido cualquier
proyecto de Ínsula. Pero, ¿hay otra forma de poder?, nos pregunta esta novela
festiva, satírica, y apoteósicamente cómica. No es sólo de Strauss-Kahn que
Ferré (1962) se ocupa sino de la extraordinaria negatividad que el poder ha
encarnado en estos tiempos filosóficamente definidos como Bullshit. Con esa
negatividad obscena no hay nada que hacer, salvo una novela, que es (desde
Celine hasta Pynchon) la fuerza virtual capaz de celebrar el fin del mundo con
una carcajada pantagruélica. Lo propio de Ferré, como en su anterior
Providence, es la desmesura, esto es, una nueva medida de la agudeza, más
incisiva y mordiente, una lección sado-barroco-carnavalesca de la elocuencia de
lo perverso. Sólo que esta vez, la escritura misma reverbera con brío
imaginativo y humor gozoso. En este mundo al revés, la novela es la historia
interna del futuro: su debate convoca el foro ilustre de los filósofos de la
actualidad, entre los cuales el lector aporta la risa. Ferré es de los nuevos
novelistas Atlánticos que hacen del género un instrumento subversivo, de
sarcasmo y exorcismo. Para tiempos melancólicos, no hay mejor remedio» (Julio
Ortega, El Boomeran).
«Una novela realmente única. Su innovadora
estructura es muestra del enorme talento del que goza su autor. Un descenso a
los infiernos, bordeando la locura, de un antihéroe que se convertirá en blanco
de tiro del pueblo llano y chivo expiatorio de los poderosos. Un cadáver
andante, escarnio de la sociedad, y que deambula como bufón inevitable…
Mezclando el ensayo con la novela, la obra se convierte en una sátira sobre la
infamia y la decadencia de la sociedad del poderoso. Ambiciosa, a la par que
estupenda» (Blog Perdidos en la Atlántida).
«Es probable que Karnaval (Anagrama), de Juan
Francisco Ferré, ganadora del último Premio Herralde de Novela, pase a la
historia como el más valioso y genuinamente literario de los innumerables
productos culturales emanados del caso DSK…pero el salto cualitativo que supone
Karnaval absuelve a Juan Francisco Ferré de cualquier eventual acusación de
oportunismo. Convertido con tan sólo cuatro novelas en uno de los escritores
españoles de referencia, y tras la revelación que supuso su anterior obra,
Providence –finalista del Herralde 2009-, Ferré construye un edificio literario
sólido y potente, ambicioso y de múltiples registros, en el que, lejos de modas
y corrientes, sin más equipaje que su imaginación y un prodigioso dominio del
idioma, crea una novela total y multiforme. Con una mezcla abrumadora de
estilos e influencias, en Karnaval cabe todo: la parodia y el esperpento, el
ensayo y la crítica política, el espíritu de la protesta del 15-M, la denuncia
de los abusos de bancos y mercados y la exaltación de los ideales
revolucionarios, la crítica de la hipocresía y lo políticamente correcto, el
erotismo compulsivo y desenfrenado, la ironía y el sarcasmo, la alegoría, la
utopía y la desesperanza. Karnaval es un cóctel de alto contenido tóxico, una
explosiva mezcla de sabores no apto para todos los paladares, aunque quizás
sería más justo decir que está al alcance de cualquiera, pero siempre que lo
deguste con paciencia, sin prisas, con espíritu de gourmet, demorándose en cada
uno de sus múltiples registros» (Luis Matías López, Público.es).
«Deslumbrante y terrible…Estamos ante una
literatura que arrasa, bárbara y vandálica, que estremece, que atrapa al lector
y lo implica hasta la raíz» (Antonio Garrido, Diario Sur).
«Incómodo y resueltamente escandaloso y feroz se
muestra Juan Francisco Ferré con el dios K, el tipo anteriormente conocido como
Dominique Strauss-Kahn (DSK)…Ferré disecciona el personaje a la vez que
ausculta, a su estrambótica y fragmentaria y decididamente lúcida aunque
siniestra manera nuestro mundo, el mundo de la crisis infinita, o la vieja
Europa, el viejo Planeta Tierra, viviendo su último y dantesco Karnaval. Ganadora por méritos
propios del premio Herralde de Novela, la última danza macabra de Ferré es
excesiva por momentos, sí, pero tan morbosamente adictiva, tan brillante en su
papel de parada de monstruos posmoderna, que debe ser leída.» (Laura Fernández,
Revista PlayGround)
«La brillantez de esta novela de Juan Francisco
Ferré no excluye una necesaria advertencia para el lector medio: Karnaval se
encuentra entre las novelas españolas de mayor complejidad creadora en los
últimos años» (Nicolás Miñambres, Diario de León).
«Al igual que Providence (2009), su anterior
novela —una parábola fáustica y cinéfila que parte de la ciudad que vio nacer a
Lovecraft—, Karnaval ofrece atrevimiento estético, voluntad de romper moldes
narrativos y de fabricar una prosa que asombra e hipnotiza al lector tanto como
puede llegar a abrumarlo y a agotarlo. En esa virtud encomiable reside el
riesgo de un libro que, en cualquier caso, es pura dinamita… Poder y sexo,
pues, en una narración de notable trascendencia por cuanto se inscribe en un
presente que Ferré recrea con fundamento y causticidad» (Toni Montesinos,
Revista Mercurio).
«Karnaval es una novela ambiciosa y
transgresora...Partiendo del suceso ocurrido a Dominique Strauss-Kahn, Ferré
construye una poderosa fabulación sobre el poder y el sexo, sobre la impunidad
de los poderosos, la hipocresía y la doble moral de nuestras
sociedades…Brillante y original propuesta narrativa que cuestiona muchos de los
pilares de la sociedad contemporánea y, en definitiva, muchas de sus certezas»
(Tomás Ruibal, Diario de Pontevedra y La Esfera Cultural).
«Karnaval es una de las mejores novelas escritas
en español que yo he leído en los últimos años. Es una novela imprescindible,
que actualiza y dinamiza la narrativa española como no se había visto en mucho
tiempo. Tomando como pretexto el famoso escándalo sexual que protagonizó el
político francés Dominique Strauss-Kahn, expresidente del FMI, Ferré hace una vivisección
del capitalismo en todos los órdenes: político, económico, cultural, social y
sexual. La novela es una enorme enmienda a la totalidad de este mundo. Es una
novela escrita con una abrumadora ironía, con una inteligencia inusual en las
letras patrias, con osadía (sí, la osadía, recuérdese que la osadía había sido
un patrimonio histórico de la mejor literatura europea, porque parece que lo
estamos olvidando), con todos los ingredientes de la alta literatura occidental
y con una imaginación ilimitada. Y sobre todo, es una novela que hace dar un
paso adelante -un gran paso adelante- a la narrativa española actual» (Manuel
Vilas).
«Porque en esta novela se juega mucho, y se hace
de forma diversa: los personajes se camuflan y enmascaran, las voces se multiplican,
se pasa de lo ensayístico a lo onírico, se parte de una noticia real (y también
se juega con las versiones periodísticas del caso real), se divide la sucesión
de capítulos con un documental ficticio, y se llega a rozar la distopía…Suponía
(y esperaba) -ahora lo sé con certeza– que éste no es un libro “sobre” ese
caso, sino que lo toma como pretexto para una ficción compleja y polifacética…
Así pues, entrando en materia, sería demasiado reduccionista definir esta
novela como una reflexión o juego literario sobre las relaciones entre sexo y
poder, o incluso entre sexo y capitalismo. Es eso y mucho más. En Karnaval,
lejos de pretender reconstruir el caso real, se juega a reconstruirlo,
construyendo otra cosa mediante un rico y variado muestrario de versiones,
iniquidades, reconstrucciones burlescas, etcétera. En Karnaval de Juan
Francisco Ferré se da una relectura de la realidad desde el ingenio y la
imaginación más ácida, pero también desde un pensamiento crítico que sobrevuela
los excesos para recordarnos que esta novela no puede quedar limitada al género
satírico. Que, a pesar de todo, todavía la novela (esta, otras) tiene mucho que
decir sobre la realidad, para cuestionar la lectura de la misma que nos cuentan
como única posible. Podrá gustar más o menos, no es una novela complaciente,
pero sí me parece una novela grande, una novela que va a quedar» (Daniel
Pelegrín, Blog Acaso).
«Un ejemplo de "literatura total". En
esa apreciación coincidieron no solo el autor, sino los dos presentadores de
Karnaval, los catedráticos de Literatura Antonio Garrido y Antonio Gómez Yebra,
que destacaron además que el autor se ha convertido por méritos propios
"en una de las voces mayúsculas de la literatura actual"» (Ana
Pérez-Bryan, Diario Sur).
«Karnaval" es una novela inversamente
ditirámbica, excesiva como debería ser toda narración que pretende dejar
constancia de su existencia en un momento de sobreabundancia narrativa, y en el
que el cambio de las reglas de juego en todos los ámbitos (científicos,
culturales, económicos, sociales y políticos…) exige una respuesta nueva.
"Karnaval" se vale de la figura del anterior presidente del Fondo
Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, aquí identificado como DK o el
"dios K", para ejercer de ariete contra una realidad que nos ciega.
Mediante un discurso poderoso, con ingenio, humor, y escenas grotescas,
"Karnaval" es ante todo una novela bien escrita y mejor contada,
donde no se huye de la reflexión y se suceden distintas perspectivas que
envuelven a la historia con un tono paródico muy bien llevado, y que nos trae a
colación a los poderes reales (Obama, Sarkozy, el Papa, Bill Gates…) e
intelectuales como Philip Roth, Sollers, Houllebecq…para ajustar el punto de
mira sobre el esperpento que nos ha tocado vivir y cuyos actores somos todos
nosotros» (Luis de León Barga, Blog Libros, Nocturnidad y Alevosía).