martes, 29 de enero de 2013

KARNAVAL PARA TODOS Y PARA NADIE



Parodiando los usos analógicos de la literatura comparada antigua, cabría describir a Ferré como un autor perversamente francófono en sus temas y modernamente norteamericano en sus formas o, si se prefiere, como un hacker literario con mentalidad de aristócrata libertino.

-Eloy Fernández Porta, “El ovidiódromo de Juan Francisco Ferré”-


A pesar de todo, es decir, a pesar de que Karnaval es mucho más y mucho menos que una novela, mucho más y mucho menos que un ensayo, y de que pueda ser considerada por algunos lectores inteligentes como ejemplo logrado de una nueva vanguardia, sí, y de una literatura total, por supuesto, y de que no deja de ser una locura y un disparate para muchos sentirse heredero a estas alturas de la historia de Tres tristes tigres, Rayuela, Larva, Ferdydurke, El arco iris de gravedad, The Public Burning, En Nadar-dos-pájaros, Cristóbal Nonato, Giles Goat-Boy, Ulises, La Habana para un infante difunto, Los reconocimientos o Tiempo de silencio, entre otras obras maestras del siglo veinte que hicieron de la verborrea cómica y el exceso grotesco y el maximalismo estilístico la matriz de sus excepcionales logros estéticos...

A pesar de esto y de que me he tomado al escribirla demasiadas libertades narrativas y licencias intelectuales, comportándome como un agente provocador, he pisoteado o violentado alegremente no sé cuántos códigos de conducta del buen novelista y el buen ciudadano y el buen intelectual, normas de corrección, de moderación y de urbanidad recomendables para moverse con cierto éxito en los círculos estrictos de lo que se lleva hoy en los mercados de valores literarios, y no he atendido al sentido común y el bajo perfil de homúnculo hipócrita y servicial que tantos recomiendan como estrategia de supervivencia en el medio, escribiendo una novelucha histórica de cartón piedra, o un pastiche de cargante moralina, o una historieta pedestre sobre la crisis sistémica, o un panfleto militante, o todo a la vez, además de una novela emocionante y aleccionadora, sobre todo esto, emocionante y aleccionadora, compuesta de elevados valores y lecciones edificantes, para rellenar el vacío y la banalidad dominantes con estímulos anímicos de alto nivel...

A pesar de todo esto, y de haber escrito una novela rabelesiana y cervantina para la chusma que no podrá leerla nunca, por desgracia, una novela provocativa, insolente y hasta cierto punto ofensiva, una novela vulgar y zafia para la élite que no soporta ninguna bajeza que no sea televisiva…

Pues bien, a pesar de todo ello, que ya es excesivo, y de incontables faltas al buen gusto y la buena lid y la obligada sumisión a las prescripciones del medio literario, no se puede decir, no, que Karnaval no haya cosechado excelentes críticas, críticas entusiastas y cómplices y hasta críticas inteligentes que no compartían del todo sus presupuestos pero apreciaban sus aciertos y su ambición ilimitada. Es un gran éxito, visto así, que en un panorama de tal comedimiento y vigilancia mutua, en un entorno tan convencional y agresivamente hostil a toda obra original o excéntrica, en un ecosistema plagado de opiniones y juicios de una rampante mediocridad, un novelista que no respeta los valores establecidos de la tribu literaria no haya merecido más patadas en el culo o en la entrepierna, cuando se las ha ganado de sobra, lo reconozco, así como hostias e insultos, de todas partes, sí, eso también, por qué no, forma parte del juego sadomasoquista de publicar a gran escala. Pero no, como hasta esa violencia lingüística podría considerarse publicidad indeseable en el contexto actual, más valía abstenerse de incurrir en ella. Y así se hizo. Más por cálculo que por cobardía, todo sea dicho...



Ha habido, eso sí, no puedo pasarlos por alto en este balance irónico, algunos silencios más que sospechosos y algunos ninguneos estratégicos, es cierto, ya sabía yo que la conjura de los necios que padeció Providence no se iba a desmantelar de la noche a la mañana por un quítame allá ese premio Herralde, ni mucho menos. Como tal, el sindicato de los necios solo sabe hacer una cosa en la vida, nació para eso, conspirar día y noche contra quien molesta, amenaza sus intereses, hace sombra a sus protegidos, se muestra intransigente con la medianía conspicua que representan en sus quehaceres o simplemente no los respeta como debiera, ni a ellos ni a sus insignificantes obras (Mea culpa!, una vez más)…

Pero ha habido, sobre todo, un caso clamoroso, un gesto tan elocuente como estéril por el que un crítico acreditado, un profesional que explota en su beneficio los generosos recursos del abecedario, al mismo tiempo que desautorizaba con arbitrariedad de criterios y mezquindad de tono mi novelón carnavalesco celebraba con entusiasmo mal contenido, como la mejor literatura del año agonizante, ay, la novísima producción de la factoría Alatriste, rindiéndole a Karnaval de ese modo un homenaje contradictorio que supe apreciar en lo que valía en el mercado de las ideas (poco o muy poco, la verdad). Un reconocimiento involuntario de parte de un oficiante voluntarioso del régimen académico conformista en vigor. Era obvio para cualquier lector con un mínimo de inteligencia y conocimiento que quien encumbraba la obra del fabricante como logro artístico y rebajaba la obra del artista como logro fabril no podía hablar en serio. Era imposible que hablara en serio. O, en todo caso, que pretendiera ser tomado en serio al hablar así. Capté el mensaje enseguida. Era un modo irónico de transmitirme su estima. No imagina el tal crítico cómo me reconforta a día de hoy ese elogio paradójico…

…Ah, y en cuanto a los asnos, sí, en efecto, mis queridos asnos del terruño se han comportado como cabía esperar en estos tiempos difíciles. Al no escribir para ellos, aunque sí sobre ellos, no puede uno pretender que sus rebuznos y coces lo festejen con alborozo. Ya no, es demasiado tarde en la historia…

En agradecimiento a mis muchos e inteligentes lectores, resumo bajo la maravillosa foto de Steven Meisel (la primera imagen en que pensé para la portada del libro) el impresionante dossier crítico que, a pesar de todo lo expuesto, ha cosechado hasta el momento Karnaval.



«Es altamente probable que Juan Francisco Ferré haya con Karnaval no sólo escrito la mejor novela sobre Dominique Strauss-Kahn sino la única posible… Un método de representación que trascienda la anécdota mediática (los medios ocupan el lugar de la historia, para bien y para mal, aunque seguramente para más mal que bien) y la convierta en una alegoría total... Una opulenta sátira… Una novela fundamentalmente política (que no necesariamente de compromiso político), pero también una novela que indaga sobre la forma narrativa idónea para competir con las narraciones oficiales que la economía, la política y la moral del sistema urden de manera flagrantemente sistémica. Ferré, como ya hizo en Providence, reparte la narración en un suculento manjar de voces…  En un momento de tanta confusión ética e ideológica, Karnaval colabora brillantemente a hacernos más urgentes preguntas. Y, sobre todo, se hace una pregunta angular. ¿Qué puede hacer la ficción en esta confusión?» (J. Ernesto Ayala-Dip, El País).
«Probablemente Juan Francisco Ferré sea el escritor más intelectualmente ambicioso que tenemos en España y el único capaz de abordar con solvencia narrativa “el tema englobador de temas” que es nuestro momento de cultura y civilización. Ferré es también el más moderno de nuestros escritores porque es el que realmente se ha decidido –y ha tenido aliento novelesco para ello– a abordar la cuestión de la posmodernidad a la manera en la que lo hace en Francia un escritor desprejuiciado como Michel Houellebecq…Denuncia con una ironía profunda todas las mascaradas del mundo en el que nos movemos, de la vida privada y de la pública en la sociedad neocapitalista… No es habitual una novela como Karnaval en el actual panorama de la narrativa española, que a menudo se mueve aún en la arqueología ética, intelectual e ideológica de los planteamientos de la Guerra Civil española. Ferré nos trae imaginación, fabulación y a la vez pensamiento crítico en una obra tan poco obvia, tan ambiciosa y lograda que parece francesa» (Iñaki Ezquerra, El Correo Español).
«Ambiciosa y excepcional obra…Si en la ambiciosa Providence Ferré ya había mostrado un talento fuera de lo común, ahora llega mucho más lejos en su lúcido e implacable análisis de nuestra sociedad contemporánea. El documental, la fantasía onírica y el delirio cibernético nos ofrecen una imagen siniestra del poder visto como una representación y un carnaval…Si en Providence la pornografía y la cibernética tenían una presencia dominante, aquí alcanzan una dimensión mucho más profunda…Karnaval no es una novela obscena sino una brutal sátira de la obscenidad de nuestra civilización» (J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia).
«Una crónica satírica que va desarrollándose con la maestría del novelista total, que controla los resortes de la acción, las contradicciones de los personajes y el suspense de una interesante historia. Desde la parodia bufonesca a la meditada reflexión sobre la hipocresía colectiva de nuestro tiempo, magníficamente bien escrita y estructurada, esta novela tiene un efecto envolvente sobre un lector encarado a medias verdades y arriesgadas mentiras. Lo mejor de este libro radica en su fórmula narrativa mixta de informe policial, declaración judicial, crónica periodística y denuncia moral sobre espinosos asuntos públicos de  máxima actualidad» (Jesús Ferrer, La Razón).
«Una prosa de largos períodos, impecablemente construida… La densidad intelectual de Karnaval, oscilante entre el ensayo y el ocasional esperpento, convierte su lectura en una tarea apasionante, aunque sólo apta para lectores expertos» (Ricardo Senabre, El Mundo).
«Quizá sea la narración más atrevida y genial que pueda escribirse sobre la perversión del poder excesivo en nuestro presente neoliberal… Un brillante ejemplo de cómo en nuestro país cabe esperar todavía productos literarios de alta calidad, capaces de medirse con la universidad de Rabelais, Sade y Robert Coover –y de homenajearlos–, a la par que entretener y, por encima de todo, alimentar el cerebro de un lector necesitado de emociones no cocinadas por la banalidad… La novela se caracteriza por un estilo y un uso del lenguaje de unos niveles elevadísimos… Con ese dominio del lenguaje, el derroche de humor incluido en Karnaval multiplica exponencialmente su hilaridad… La riqueza de su estructura trae ineludiblemente a la cabeza Los detectives salvajes de Roberto Bolaño» (José Luis Amores, Qué Leer).
«Juan Francisco Ferré alcanza en Karnaval un éxtasis poco conocido en la narrativa española contemporánea…Realiza un ejercicio indiscutible, fresco y plagado de la más insondable inteligencia para construir un personaje sobre el que el ritmo crece a medida que avanza la obra y que, de paso, con toda probabilidad, contribuye a enriquecerlo más allá de la acotación meramente mundana. Su narrativa es, sin duda, más que un viento fresco, todo un aroma repleto de frutales, madera y verdes en un panorama harto conocido, de la que, en ningún momento, resulta fácil desengancharse. Absorbente, como los mejores relatos anglosajones» (Luis Alonso Girgado, El Ideal Gallego).
«Ferré asume su empeño con la peculiar intensidad fragmentaria que distingue su literatura, esa mezcla de penetración y velocidad. Y el resultado es notable. Karnaval parece llamada a destacar por su ambición y peso literario entre las novelas que comienzan a publicarse en nuestro país sobre la época presente, esa especie de narrativa sobre la crisis, la quiebra democrática y la indignación. A favor de Karnaval, hay que señalar su mirada global, su humor grotesco, su rumor de bacanal triste y su inteligencia desprejuiciada» (Pablo Martínez Zarracina, Bilbao).
«El autor critica el capitalismo, sus desmanes, en un momento en el que todos hablamos de economía, de números, de cuentas, y algunos menos, lo hacen de nombres, de víctimas, de personas…Un Karnaval en el que nada es lo que parece, en el que las máscaras que llevan sus principales personajes se deforman, llegando a dar miedo. Y a lo largo de las más de 500 páginas que componen esta creación se funden personajes reales, con nombres y apellidos conocidos, con otros imaginarios, fabulados, que sirven a Ferré para transformar la realidad en literatura» (Patricia Vidanes, Canarias 7).
«Un artefacto literario en apariencia complejo, poliédrico, de una estructura narrativa nada complaciente y a prueba de lectores conformistas que sin embargo viene a las mil maravillas para delatar la desnudez de quien ostenta el poder político y financiero… Uno de los elementos más importantes de la novela es el humor» (Pablo Bujalance, El Día de Córdoba y Málaga Hoy).
«Ferré es un prosista avasallador…Karnaval es un rompe y rasga de nuestra narrativa» (Juan Mal-herido alias Alberto Olmos, elDiario.es).
«Esta gran novela española (aunque hace obsoleta la adscripción regional) es también del todo cervantina, sólo que ahora Sancho se actualiza como francés y pornográfico, y ha totalmente corrompido cualquier proyecto de Ínsula. Pero, ¿hay otra forma de poder?, nos pregunta esta novela festiva, satírica, y apoteósicamente cómica. No es sólo de Strauss-Kahn que Ferré (1962) se ocupa sino de la extraordinaria negatividad que el poder ha encarnado en estos tiempos filosóficamente definidos como Bullshit. Con esa negatividad obscena no hay nada que hacer, salvo una novela, que es (desde Celine hasta Pynchon) la fuerza virtual capaz de celebrar el fin del mundo con una carcajada pantagruélica. Lo propio de Ferré, como en su anterior Providence, es la desmesura, esto es, una nueva medida de la agudeza, más incisiva y mordiente, una lección sado-barroco-carnavalesca de la elocuencia de lo perverso. Sólo que esta vez, la escritura misma reverbera con brío imaginativo y humor gozoso. En este mundo al revés, la novela es la historia interna del futuro: su debate convoca el foro ilustre de los filósofos de la actualidad, entre los cuales el lector aporta la risa. Ferré es de los nuevos novelistas Atlánticos que hacen del género un instrumento subversivo, de sarcasmo y exorcismo. Para tiempos melancólicos, no hay mejor remedio» (Julio Ortega, El Boomeran).
«Una novela realmente única. Su innovadora estructura es muestra del enorme talento del que goza su autor. Un descenso a los infiernos, bordeando la locura, de un antihéroe que se convertirá en blanco de tiro del pueblo llano y chivo expiatorio de los poderosos. Un cadáver andante, escarnio de la sociedad, y que deambula como bufón inevitable… Mezclando el ensayo con la novela, la obra se convierte en una sátira sobre la infamia y la decadencia de la sociedad del poderoso. Ambiciosa, a la par que estupenda» (Blog Perdidos en la Atlántida).
«Es probable que Karnaval (Anagrama), de Juan Francisco Ferré, ganadora del último Premio Herralde de Novela, pase a la historia como el más valioso y genuinamente literario de los innumerables productos culturales emanados del caso DSK…pero el salto cualitativo que supone Karnaval absuelve a Juan Francisco Ferré de cualquier eventual acusación de oportunismo. Convertido con tan sólo cuatro novelas en uno de los escritores españoles de referencia, y tras la revelación que supuso su anterior obra, Providence –finalista del Herralde 2009-, Ferré construye un edificio literario sólido y potente, ambicioso y de múltiples registros, en el que, lejos de modas y corrientes, sin más equipaje que su imaginación y un prodigioso dominio del idioma, crea una novela total y multiforme. Con una mezcla abrumadora de estilos e influencias, en Karnaval cabe todo: la parodia y el esperpento, el ensayo y la crítica política, el espíritu de la protesta del 15-M, la denuncia de los abusos de bancos y mercados y la exaltación de los ideales revolucionarios, la crítica de la hipocresía y lo políticamente correcto, el erotismo compulsivo y desenfrenado, la ironía y el sarcasmo, la alegoría, la utopía y la desesperanza. Karnaval es un cóctel de alto contenido tóxico, una explosiva mezcla de sabores no apto para todos los paladares, aunque quizás sería más justo decir que está al alcance de cualquiera, pero siempre que lo deguste con paciencia, sin prisas, con espíritu de gourmet, demorándose en cada uno de sus múltiples registros» (Luis Matías López, Público.es).
«Deslumbrante y terrible…Estamos ante una literatura que arrasa, bárbara y vandálica, que estremece, que atrapa al lector y lo implica hasta la raíz» (Antonio Garrido, Diario Sur).
«Incómodo y resueltamente escandaloso y feroz se muestra Juan Francisco Ferré con el dios K, el tipo anteriormente conocido como Dominique Strauss-Kahn (DSK)…Ferré disecciona el personaje a la vez que ausculta, a su estrambótica y fragmentaria y decididamente lúcida aunque siniestra manera nuestro mundo, el mundo de la crisis infinita, o la vieja Europa, el viejo Planeta Tierra, viviendo su último y  dantesco Karnaval. Ganadora por méritos propios del premio Herralde de Novela, la última danza macabra de Ferré es excesiva por momentos, sí, pero tan morbosamente adictiva, tan brillante en su papel de parada de monstruos posmoderna, que debe ser leída.» (Laura Fernández, Revista PlayGround)
«La brillantez de esta novela de Juan Francisco Ferré no excluye una necesaria advertencia para el lector medio: Karnaval se encuentra entre las novelas españolas de mayor complejidad creadora en los últimos años» (Nicolás Miñambres, Diario de León).
«Al igual que Providence (2009), su anterior novela —una parábola fáustica y cinéfila que parte de la ciudad que vio nacer a Lovecraft—, Karnaval ofrece atrevimiento estético, voluntad de romper moldes narrativos y de fabricar una prosa que asombra e hipnotiza al lector tanto como puede llegar a abrumarlo y a agotarlo. En esa virtud encomiable reside el riesgo de un libro que, en cualquier caso, es pura dinamita… Poder y sexo, pues, en una narración de notable trascendencia por cuanto se inscribe en un presente que Ferré recrea con fundamento y causticidad» (Toni Montesinos, Revista Mercurio).
«Karnaval es una novela ambiciosa y transgresora...Partiendo del suceso ocurrido a Dominique Strauss-Kahn, Ferré construye una poderosa fabulación sobre el poder y el sexo, sobre la impunidad de los poderosos, la hipocresía y la doble moral de nuestras sociedades…Brillante y original propuesta narrativa que cuestiona muchos de los pilares de la sociedad contemporánea y, en definitiva, muchas de sus certezas» (Tomás Ruibal, Diario de Pontevedra y La Esfera Cultural).
«Karnaval es una de las mejores novelas escritas en español que yo he leído en los últimos años. Es una novela imprescindible, que actualiza y dinamiza la narrativa española como no se había visto en mucho tiempo. Tomando como pretexto el famoso escándalo sexual que protagonizó el político francés Dominique Strauss-Kahn, expresidente del FMI, Ferré hace una vivisección del capitalismo en todos los órdenes: político, económico, cultural, social y sexual. La novela es una enorme enmienda a la totalidad de este mundo. Es una novela escrita con una abrumadora ironía, con una inteligencia inusual en las letras patrias, con osadía (sí, la osadía, recuérdese que la osadía había sido un patrimonio histórico de la mejor literatura europea, porque parece que lo estamos olvidando), con todos los ingredientes de la alta literatura occidental y con una imaginación ilimitada. Y sobre todo, es una novela que hace dar un paso adelante -un gran paso adelante- a la narrativa española actual» (Manuel Vilas).
«Porque en esta novela se juega mucho, y se hace de forma diversa: los personajes se camuflan y enmascaran, las voces se multiplican, se pasa de lo ensayístico a lo onírico, se parte de una noticia real (y también se juega con las versiones periodísticas del caso real), se divide la sucesión de capítulos con un documental ficticio, y se llega a rozar la distopía…Suponía (y esperaba) -ahora lo sé con certeza– que éste no es un libro “sobre” ese caso, sino que lo toma como pretexto para una ficción compleja y polifacética… Así pues, entrando en materia, sería demasiado reduccionista definir esta novela como una reflexión o juego literario sobre las relaciones entre sexo y poder, o incluso entre sexo y capitalismo. Es eso y mucho más. En Karnaval, lejos de pretender reconstruir el caso real, se juega a reconstruirlo, construyendo otra cosa mediante un rico y variado muestrario de versiones, iniquidades, reconstrucciones burlescas, etcétera. En Karnaval de Juan Francisco Ferré se da una relectura de la realidad desde el ingenio y la imaginación más ácida, pero también desde un pensamiento crítico que sobrevuela los excesos para recordarnos que esta novela no puede quedar limitada al género satírico. Que, a pesar de todo, todavía la novela (esta, otras) tiene mucho que decir sobre la realidad, para cuestionar la lectura de la misma que nos cuentan como única posible. Podrá gustar más o menos, no es una novela complaciente, pero sí me parece una novela grande, una novela que va a quedar» (Daniel Pelegrín, Blog Acaso).
«Un ejemplo de "literatura total". En esa apreciación coincidieron no solo el autor, sino los dos presentadores de Karnaval, los catedráticos de Literatura Antonio Garrido y Antonio Gómez Yebra, que destacaron además que el autor se ha convertido por méritos propios "en una de las voces mayúsculas de la literatura actual"» (Ana Pérez-Bryan, Diario Sur).
«Karnaval" es una novela inversamente ditirámbica, excesiva como debería ser toda narración que pretende dejar constancia de su existencia en un momento de sobreabundancia narrativa, y en el que el cambio de las reglas de juego en todos los ámbitos (científicos, culturales, económicos, sociales y políticos…) exige una respuesta nueva. "Karnaval" se vale de la figura del anterior presidente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, aquí identificado como DK o el "dios K", para ejercer de ariete contra una realidad que nos ciega. Mediante un discurso poderoso, con ingenio, humor, y escenas grotescas, "Karnaval" es ante todo una novela bien escrita y mejor contada, donde no se huye de la reflexión y se suceden distintas perspectivas que envuelven a la historia con un tono paródico muy bien llevado, y que nos trae a colación a los poderes reales (Obama, Sarkozy, el Papa, Bill Gates…) e intelectuales como Philip Roth, Sollers, Houllebecq…para ajustar el punto de mira sobre el esperpento que nos ha tocado vivir y cuyos actores somos todos nosotros» (Luis de León Barga, Blog Libros, Nocturnidad y Alevosía).


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