viernes, 17 de noviembre de 2023

TRIGONOMETRÍA CONTRASEXUAL


 [Virginie Despentes, Querido capullo, Random House, trad.: Robert Juan-Cantavella, 2023, págs. 256]         

Como sabe todo buen lector de Virginie Despentes, el sexo y la violencia, el poder masculino, la violación y la victimización femenina, son los temas dominantes de la narrativa y la teoría de esta heroína de la posmodernidad. Si Walter Benjamin atribuyó a las lesbianas y a las obreras del siglo XIX la condición de heroínas de la modernidad, en el sentido de pioneras valientes de la libertad de las mujeres, Despentes merece la misma consideración en tanto representante de lo que las mujeres pueden hacer con sus vidas una vez que han conquistado esa libertad y han tomado conciencia de cuáles son sus enemigos e impedimentos.

Despentes, novelista y cineasta, no deja de ser un personaje minoritario que ha sabido granjearse la atención y el respeto del público mayoritario. Desde sus comienzos más revulsivos en “Fóllame” (1994) como activista porno de la causa feminista radical contra la conformista sociedad francesa de finales del siglo XX, hasta esta última novela, una suerte de sumario intelectual de su madurez, han pasado muchas cosas en el mundo y en su vida como para no tenerlas en cuenta. Despentes se hizo lesbiana en 2005 y estuvo más de una década unida a la mujer (Beatriz Preciado) que convirtió su intimidad en un paradigma de los nuevos modos de relación sexual, con la ayuda de los dildos y la testosterona. Todo lo que Despentes no había contado a sus lectoras en “Teoría King Kong” (2006), un magnífico panfleto que es también una autobiografía moral, lo contaría su amante en “Testo Yonqui” (2008), antes de transformarse en Paul. Paradojas del deseo y la identidad fluida. Nadie es perfecto...

Pero Despentes sigue siendo Despentes, a pesar de todos los cambios y mutaciones, errores y confusión, y, por esto mismo, en esta novela se atreve a fracturar su conciencia en tres personajes de lengua absuelta que entrelazan sus discursos antitéticos, en un intercambio epistolar actualizado, hasta conjugarlas de un modo insólito, componiendo una unidad verbal en que la ficción, la narración y las voces expresivas integran la totalidad de la experiencia humana, preservando sus diferencias y diferendos.

         El irónico título de la novela plantea un duelo retórico: el oxímoron por el cual el destinatario del mensaje es el protagonista, Oscar, novelista en bancarrota por su cancelación en las redes sociales, y la mensajera es la coprotagonista, Rebecca, la actriz en declive profesional. Lo que comienza como un binomio dialéctico entre dos polos sexuales que se atraen y repelen por igual, no tarda en configurarse como un triángulo de voces cuando se suma la intervención de la víctima del novelista, Zoé Katana, la bloguera y agente de prensa acosada, para acabar transformado, al final, en un polígono de personajes interconectados, trazando quizá una geometría hexagonal representativa de Francia. De ese modo, “Querido capullo” podría leerse como una alegoría nacional cargada de connotaciones políticas que afectan a los goces y las miserias de diversas generaciones, géneros y clases.

        En el fondo, esta novela es un acto de fe ideológica en la supervivencia de la libertad en una sociedad que atraviesa una de sus peores crisis históricas. El conflicto entre religiones y culturas que desgarra a la sociedad francesa no parece hallar en la novela de Despentes una respuesta simple. Más bien al contrario. La tesis larvada de esta novela es más fácil rastrearla en las teorías iniciales de Preciado, ese “Manifiesto contrasexual” (2002) donde expresaba la necesidad de construir “un cooperativismo libertario somático planetario, una cooperación de (todos) los cuerpos vivos dentro de la Tierra y junto a ella”. Así sea.

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