jueves, 3 de noviembre de 2022

AGUAFIESTAS


 [Publicado en medios de Vocento el martes 1 de noviembre]

           El aguafiestas no tiene quien le escriba. Y, sin embargo, es el gran personaje de nuestro tiempo, la figura más influyente del siglo XXI. No tiene cara ni cuerpo, nadie podría reconocerlo en una discoteca neoyorquina, aunque estuviera ahí, bailando como loco en la pista de baile, celebrando sus éxitos en compañía de sus clientes multimillonarios. El aguafiestas, pese a las calumnias de sus rivales, es un gestor serio, un jugador riguroso y no un villano sin escrúpulos, y puede manipular a su antojo la economía, la tecnología y la política sin inmutarse ni apenarse por la desgracia de las personas afectadas por sus decisiones.

Esto no es una adivinanza, ni un renovado ataque al sanchismo. El aguafiestas no es Sánchez, aunque trabaje para él y también lo padezca, como otros líderes, ni Macron, ni la pobre Liz Truss ni Rishi Sunak, su patético sucesor, ni Scholz, ni Biden, por supuesto, pero todos, a izquierda y derecha, le ríen las gracias. Tampoco es Putin, aunque la Guerra de Ucrania sea uno de los triunfos recientes del aguafiestas, a quien los ejecutivos de la City y los agentes de la Bolsa global consideran un campeón. Mucho menos Xi Jinping, gran emperador confuciano de la Nueva China coronado la semana pasada por sus secuaces comunistas, por más que el coronavirus aguafiestas escapara de un laboratorio multinacional de Wuhan.

El aguafiestas tampoco tiene un sexo definido, en eso responde a los ridículos parámetros de la “ley trans”. Es fluido, promiscuo e invisible como el capital, permea las fronteras nacionales como la inmigración ilegal y se desliza por los despachos corporativos como un espectro insidioso y eficiente. Hace gala de un dominio total de los algoritmos que programan el encarcelamiento del mundo sin que se le vea nunca pulsar un teclado o mirar una pantalla. Es una criatura prodigiosa que todos identifican por sus efectos y nadie se pone de acuerdo sobre su naturaleza real, como el Espíritu Santo.

Esta semana conocíamos los datos financieros del IBEX y otros mercados bursátiles y todas las grandes corporaciones están generando beneficios mientras los ciudadanos no hacen más que arruinarse pagando las facturas de la maldita pandemia y la odiosa guerra y endeudarse al infinito, renunciando a un futuro digno de sus deseos. Es triste pensarlo. El aguafiestas es el mayor enemigo de los humanos, sirve de forma efectiva al poder y no se presenta nunca a las elecciones. Me rindo a la evidencia. El aguafiestas es un auténtico campeón. 

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